PLAZA MAYOR No. 21

No, ahí nunca te van a contestar – dice tranquilamente el hombre, acaso unos 70 años, delgado, la nariz curvada, unos inmensos ojos azules y sonrisa muy leve, casi imperceptible, pero amable. – Ya no vive nadie ahí, se los llevaron por la droga hace tiempo, es la casa del señor chino.

Don David, como quiere que le digan, pasea un pequeño Schnauzer sal y pimienta que husmea las mansiones y edificios de la calle Sierra Madre hasta donde se lo permite el cordel que sostiene en su mano el hombre: “yo vivo dos calles para allá”.

“Es muy difícil que llegues a crear intimidad con los vecinos”, dice “dos o tres familias, los encuentras en el club, haces negocios con ellos, pero poco, muy poco contacto”. La pregunta es obvia. En el número 515 estaba el domicilio del denominado “rey de las anfetaminas”, Zhenli Ye Gon.

¿Y cómo les va ahora con judiciales y policías encubiertos investigando por la zona? “No se notan”, dice. En Las Lomas no son gente de pasear por la calle. Ni de hablar con extraños, ni de contestar preguntas, ni de muchas cosas comunes al resto de los chilangos.

“Acaban de catear un departamento en Bosques de Reforma, igual por droga ¿No se sienten inseguros?” Pero Don David ni siquiera cambia la expresión de su rostro, es un hombre que bien puede parecerse al Robert Redford de estos días. Alza los hombros, confirma la sonrisa. Hasta entonces se evidencia: un hombre maduro, moreno claro, lo sigue a cierta distancia.

“No somos gente de problemas”, dice, “hay cosas en las que uno no va a meterse”.

Es tan sólo uno de los puntos de lo que se ha constituido como un verdadero “eje del narcotráfico” en las Lomas de Chapultepec, el fraccionamiento de más abolengo en la zona poniente de la ciudad de México.

En menos de tres años ahí han ocurrido sucesos que antes no sucedían. Y, coincidencias caprichosas de la geografía, los lugares donde acontecieron están conectados unos con otros por Paseo de la Reforma.

Desde la avenida Sierra Madre, donde la PGR encontró 205 millones de dólares producto del narcotráfico asiático, puede llegarse en menos de 12 cuadras a Lomas Virreyes, donde, en el 510 de Montañas Rocallosas, la misma dependencia desmanteló un “sofisticado laboratorio clandestino de cocaína del Cártel del Golfo” en 2004.

Y de ahí, habiendo enfilado el coche hacia el poniente, siempre sobre Reforma, a cinco minutos está la Prolongación Bosques, donde Felipe Bermúdez Durán, un colombiano que se hizo pasar por mexicano, fue aprehendido una semana atrás, como pieza elemental en el caso de una narcoavioneta desplomada en el Mayab.

Nadie responde en el departamento 10 del edificio Encino. Ni hay vigilante o conserje alguno que asome la cabeza, para que confirme la posesión de cinco autos de gran lujo que se incautaron al presunto narco. Menos de cinco minutos después de observar los edificios, una patrulla auxiliar se acerca a asegurarse.

¿Está poniéndose duro el asunto de las drogas en la zona, verdad? Pero el oficial, hombre seco, sin muecas, dice su última frase después de solicitar identificaciones. “No puede andar aquí. Está prohibido”.

Todo el trayecto es zona con apenas gente. Un microbús circula medio lleno, los autos, de todos tipos y modelos que llevan casi todos los vidrios hasta arriba. Alguna persona de servicio doméstico en las puertas, jardineros con mangueras y aspersores, vigilantes de embajadas, alguna bicicleta, y ese nulo bullicio, la calma.

Hasta llegar frente al número 1258 de Paseo de Tamarindos, también vía Reforma, en cuya acera fueron ejecutados, con tiro de gracia, Mireya López Portillo y Jordi Peralta, hija y yerno del general en retiro Luis Humberto López Portillo.

No hay nadie que los conozca, ni alguien que lo recuerde. En la zona de Bosques de las Lomas hay timbres sin respuestas.

Sólo una mujer, a través del interfón, dice con voz sureña, casi apostar que de Oaxaca, un nervioso “no hay quién le conteste, mejor véngase a otra hora” que suena similar, casi copiado, al “nunca te van a contestar” de Don David, calles arriba.♠

Publicada en el diario EL CENTRO

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