COMENTARIO EDITORIAL EN RADIO EDUCACIÓN

La larga era neoliberal dejó en México algunas herencias que será muy difícil erradicar.

Una de éstas, quizá de las más lamentables y perniciosas, sea la de haber despojado a ciertas profesiones de su sentido social, de su deber como instrumento del colectivo. Haber convertido actividades necesarias para el desarrollo armónico de la sociedad en instrumentos de mercantilismo e individualidad.

La Medicina, una profesión de corte vital para cualquier sociedad, es el ejemplo más claro: además de haber desmantelado prácticamente hasta los cimientos el sistema de salud público, para que los servicios médicos privados entraran al jugoso negocio multimillonario de atender la salud de los mexicanos, el modelo neoliberal despojó a la Medicina de su condición de profesión al servicio de la sociedad toda.

Al reducir la matrícula en escuelas públicas de medicina y crear embudos burocráticos para acceder a las Especialidades, se volvió casi imposible el acceso para la mayoría de los egresados de Medicina General. Y al desvirtuar la tendencia de prestar servicio social en comunidades rurales, se eliminó la posibilidad de que médicos y médicas comprendieran su responsabilidad social y se conectaran con ésta.

El resultado fue que la medicina especializada se convirtió en un ámbito elitista y competitivo: ¿Para qué ser Cardiólogo en una población pequeña y alejada, si se puede ejercer la misma profesión en un hospital de lujo en alguna de las ciudades más grandes del país?

La catástrofe quedó a la vista años después: hoy México tiene un déficit alarmante de médicos especialistas en regiones rurales y semi urbanizadas. Y aún peor:pocos médicos especialistas quieren ejercer su profesión en esas comunidades rurales, en pueblos y rancherías de difícil acceso y poca ganancia individual.

La invitación del gobierno mexicano para que médicos cubanos vengan a esas zonas a trabajar, a apoyar en el trabajo de revertir esa tendencia perniciosa, ha desatado una serie de críticas que están más cercanas a la xenofobia, al odio ideológico o político irracional y al delirio antisocialista o anticomunista, más propios de los años 80 del siglo XX, de los tiempos de la Guerra Fría, que a estos tiempos distintos.

Los médicos cubanos no vienen a las rancherías a ideologizar a ejidatarios, ni a convertir seres humanos en comunistas. Eso ya no existe.

Los médicos cubanos, reconocidos mundialmente por su capacidad y su preparación, vienen a ayudar a México en una agenda urgente: llevar las especialidades médicas a los lugares donde más se necesita, a las rancherías, a los pueblos.

Cardiólogos, nefrólogos, endocrinólogos, para atender a la población de los lugares de más difícil acceso, mientras el gobierno de López Obrador consigue cambiar la tendencia neoliberal que heredamos: preparar a miles de nuevos especialistas, con la ampliación de presupuestos y plazas escolares en las escuelas de medicina del país.

Que vengan los médicos cubanos, estadounidenses, venezolanos, daneses, argentinos. Que vengan de donde sea, pero que vengan y abran una brecha amplia, por donde luego transiten nuestros nuevos médicos especialistas, ya reconectados con ese México que tanto los necesita.

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