En Periodismo, exagerar la información es MENTIR.

Porque, al desproporcionar las dimensiones e implicaciones de un acontecimiento, se puede confundir a la sociedad, dañarla, atemorizarla, sorprenderla.

La exageración, pues, es una forma de la mentira, porque implica una falta total de rigor y profesionalismo del periodista que produce la información desproporcionada y del medio de comunicación que la difunde.

Pero cuando esta exageración tiene fines políticos, cuando un medio de comunicación pretende no solo desinformar, sino además crear pánico, confusión, convulsión social, entonces el fenómeno deja de ser simplemente una nota exagerada y se convierte en un ATAQUE, un golpeteo político, que puede incluso intentar DEPONER A UN GOBIERNO, como ha ocurrido en algunos países de América Latina como Brasil, Perú o Bolivia. La exageración mediática masiva, como instrumento para un golpe institucional.

Lo que ha ocurrido esta semana en México, tras la suspensión de la gira que el Presidente Andrés Manuel López Obrador realizaba por el sureste, y que el domingo derivó en una de las campañas de exageración, es decir una de las campañas de MENTIRAS más grotesca que se recuerde, es precisamente eso: un golpeteo periodístico con fines políticos.

El Diario de Yucatán, un viejo periódico de ideología abiertamente conservadora, exageró información que obtuvo en un acto público y difundió que el presidente López Obrador había sufrido un INFARTO.

Sin confirmar ese dato, sin precisarlo, sin acotarlo ni ponerlo en su justa dimensión, la prensa adversa al Presidente la nota, y durante días columnistas, articulistas y lectores de noticias la difundieron e incluso la llevaron más allá: “al presidente le dio un derrame cerebral”, “el presidente sufrió una embolia”, “AMLO tuvo un paro cardiaco”, “al Presidente lo llevaron a Estados Unidos de emergencia”, “el Presidente está muerto, pero no lo quieren decir”.

Exageraciones, mentiras mediáticas, con el afán de golpear.

Ahora que ya sabemos que el presidente está bien, que convalece de un cuadro de COVID pero que no está agonizante, ni mucho menos muerto, conviene reflexionar serenamente sobre esta avalancha de MENTIRAS MEDIÁTICAS.

¿Qué sanción merecen todos esos periodistas que mintieron deliberadamente?

¿Qué le corresponde hacer a nuestra sociedad, ante la flagrante IRRESPONSABILIDAD de los medios de comunicación privados?

¿Cuál es el contrato social que debemos construir ahora alrededor de la INFODEMIA?
Ha llegado la hora de establecer nuevas reglas y SANCIONES para nuestro periodismo.

Reglas en las cuales la exageración, es decir la MENTIRA, tenga un castigo público, una sanción definitiva por parte de sus principales víctimas: nosotros, la sociedad.

* Esta es una versión escrita de la Videocolumna difundida hoy en el Noticiario Pulso de Radio Educación

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