Luis Guillermo Hernández/enviado 

BOGOTÁ.- Jorge, un jalisciense de 39 años experto en sistemas, abre los brazos por séptima vez, baja la mirada que ya ni siquiera es de indignación, y mientras un par de manos enguantadas hurga nuevamente en sus maletas, deja escapar un resuelto “Yo no soy narco, señores”, que se estampa en el rostro del militar colombiano.

“Eso no lo sé yo”, reacciona el oficial, de apellido González, marcado acento guajiro, ojos profundamente oscuros, mientras lo apura a quitarse los zapatos, vaciar por completo la maleta, callar.

Una decena de hombres retenidos dentro de una habitación de puertas abiertas observa el reguero de calzones, camisas, libros, calcetines, artículos personales, que colorea el anexo de la sala 20 Internacional del Aeropuerto El Dorado: el vuelo 390 de Mexicana-Avianca está a punto de partir rumbo a México, y todos sus pasajeros varones, como los de cualquier otro vuelo comercial que cubra el mismo itinerario, deben sortear los múltiples cercos de la duda.

Perros flacos de tanto olisquear

Jorge ignora que la ruta que se dispone a recorrer es la misma que los cárteles de Colombia y México han erigido como la más importante del continente para el tráfico aéreo de la cocaína que ha de esnifarse en Estados Unidos, y que desde 2005 la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA, por su denominación en inglés) dispuso de un operativo permanente de revisión total. El gobierno de Colombia cumple a rajatabla su papel, con perros flacos de tanto olisquear cargamentos, sensores de densidad, rayos X, rayos gama, detectores de metal, narices humanas y manos enguantadas cada tantos minutos.

Para la Procuraduría General de la República de México, la ruta aérea comercial Bogotá-México se disputa la supremacía en decomisos de droga con las rutas Caracas-México y Panamá-México, donde en los últimos cinco años han sido decomisadas más de dos toneladas de enervantes, en cargamentos hormiga principalmente. “Los vuelos de Avianca, Mexicana y Copa procedentes de Centro y Sudamérica están en las prioridades de inspección desde hace por lo menos cuatro años”, confió una fuente de la PGR en el Distrito Federal. En total, unas 26 averiguaciones previas relacionadas con este fenómeno están en curso en México.

En junio (2008) fueron encontrados 26 kilos de cocaína procedentes de esta capital,  en una maleta negra registrada bajo el apellido “Beltrán”, que llegó en el vuelo 072 de Avianca operado por Mexicana, según la Secretaría de Seguridad Pública.

En 2007 agentes de la Policía Federal Preventiva incautaron 447 kilos de la misma droga ocultos en un cargamento de agendas telefónicas negras y grises embodegado en las instalaciones de Mexicana, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Y poco antes, en un vuelo de Avianca procedente también de esta ciudad cubierta de nubes lloronas, agentes antinarcóticos mexicanos encontraron por lo menos 10 paquetes de cocaína y heroína envueltos como tamales.

Desde enero pasado el gobierno mexicano despliega la Operación Limpieza, que somete toda la aviación privada a los mismos procedimientos de revisión que a los vuelos comerciales procedentes de Centro y Sudamérica.

El cártel del Valle del Norte, su ruta

El vuelo que abordará Jorge, que ahora se realiza en una aeronave de Avianca tripulado por personal de Mexicana, bajo custodia de militares y supervisión de la Policía de esta capital, fue eje de operaciones del cártel Norte del Valle para contrabandear cocaína a México.

Fuentes de la Policía Colombiana facilitaron a EL UNIVERSAL copia del Proceso Judicial de Extradición 26336, contra Nelson Arias, alias el Primo, acusado de encabezar la red delictiva que llenó de droga la panza de diversos aviones colombianos que salieron de aquí rumbo a México. “A mediados de octubre de 2005 o alrededor de esa época, el cártel Norte Valle utilizó a oficiales y empleados de Avianca corruptos para contrabandear aproximadamente 409 kilogramos de cocaína, con un valor superior a 10 millones de dólares, cuyo destino era Estados Unidos, a través de la instalación de carga de Avianca en El Dorado (…) transportados a bordo de un vuelo a la ciudad de México”, asienta el documento.

Otro cargamento, éste de mil 700 kilos de cocaína, fue enviado de la misma forma en abril de 2006 e igual que el anterior, incautado a su llegada al aeropuerto de la ciudad de México: Colombia acabó extraditando a Estados Unidos a por lo menos ocho involucrados. México aún investiga las conexiones en su territorio.

El militar huele hasta su libro

A Jorge, como a todos los pasajeros varones que vuelan a México desde El Dorado, sólo le queda someterse a la misma rutina: una primera revisión al documentar equipaje; la segunda al entrar a la zona de Salas Internacionales; otra a medio trayecto del corredor de las salas 10 a 20 del mismo aeropuerto; la siguiente, al final de ese corredor; una quinta al llegar a la sala 20, la más alejada del pasillo; una más si deja el asiento para dirigirse, por ejemplo, al baño, y una última, séptima vez de brazos en cruz, antes de abordar el avión.

Ir con equipaje de mano, una maleta, una computadora, un morralito con libros, amerita una revisión aun más exhaustiva. Aficionado al Atlas, con una experiencia de ocho años como asesor de informática en una empresa trasnacional, Jorge ha decidido llevar consigo su maletín personal, por lo que al final todos pueden mirar sus prendas personales. “Es por su seguridad”, advierte el oficial, “son disposiciones”, mientras los senos de durazno colombiano de Juanita Kremer aparecen al fondo del maletín vulnerado. Luego abre su computadora personal; le ordenan encenderla. El militar huele su libro El olvido que seremos. La salida programada para las 14:25 se prolonga inexorablemente.

Las pugnas mexicano-colombianas

El informe “La amenaza del narcotráfico en América”, presentado en octubre pasado por la Oficina contra la Droga y el Delito de Naciones Unidas asienta que Colombia produce anualmente más de la mitad de las mil toneladas de cocaína que salen de la entraña de América del Sur, y que el corredor Colombia-Centroamérica-México ha desplazado a las aguas del Caribe como ruta principal de traslado hacia las narices de miles de estadounidenses.

“El número de usuarios de cocaína en América del Norte, estimado ahora en cerca de 7 millones, todavía es casi del doble de los que se estiman en Europa, alrededor de 4 millones”, anota el texto de la ONU.

Según ese documento, entre 530 y 710 toneladas de cocaína pudieron haber salido de América del Sur a Estados Unidos en 2006. “De esa cantidad, se presume que aproximadamente 90 por ciento transitó a través del corredor México-Centroamérica”.

En el reportaje “El juego colombiano en la guerra que vive México”, de la periodista Jineth Bedoya, publicado el 5 de octubre pasado, el diario colombiano El Tiempo publicó que detrás de la violencia en México estarían las pugnas mexicanas por captar los negocios de los nuevos jefes del Cártel Norte del Valle, que encabezaban Diego Montoya Don Diego, Wilber Varela y Los Mellizos Miguel y Víctor Mejía.

Los narcotraficantes mexicanos, que tienen las rutas y el poder para mover la droga a Estados Unidos, para conseguir la cocaína de sus aliados colombianos se acercan a Luis Calle Serna,  el Combatiente, heredero de Varela, y a Daniel El Loco Barrera, sucesor de Los Mellizos y jefe principal en la producción de opiáceos de los Llanos Orientales de Colombia, explica el diario.

La disputa entre los cárteles mexicanos por conseguir la droga colombiana atiza el fogón de la violencia en México y obliga a probar todas las formas de trasiego posibles, documenta el diario, y añade que México se ha convertido en “la despensa de la droga colombiana”, “la bodega de almacenamiento y distribución de la droga de América del Sur”, y el negocio representa por lo menos 10 mil millones de dólares anuales.

Un comunicado de la Fuerza Aérea Colombiana informa que entre 2007 y 2008 ellos lograron abatir el tráfico de droga por vía aérea hasta en un 95 por ciento, y que las rutas comerciales han sido uno de los principales focos de atención, lo cual explica el rigor de las revisiones.

El informe de Naciones Unidas citado (“La amenaza del narcotráfico en América”) coincide en que los cárteles colombianos de Cali, de Medellín y Norte del Valle preferían las aguas del Caribe para llevar su droga directamente a Florida, pero las intercepciones mar adentro les obligaron a abrir nuevas rutas, que incluyen los vuelos comerciales.

«Mulas» de cártel

La policía Aeroportuaria de Bogotá tiene registrados también diversos casos de “mulas”, como se llama a quienes llevan consigo droga por cuenta de los cárteles colombianos. Algunos son aprehendidos cuando intentan abordar los vuelos a México, por lo cual se ha vuelto tan riguroso el procedimiento de revisión que tiene a Jorge manos a la pared.

El mexicano Luis Benjamín Guerra protagonizó un caso sonado: intentó tomar el avión a México con 10 mil gramos de heroína entre sus ropas, el 24 de mayo de 2007. En mayo de 2006, Arturo Belloso, su compatriota, fue detenido cuando pretendía introducir casi un millón de dólares, ocultos en botellas de licor, en un avión de Mexicana procedente de la ciudad de México.

Son los mismos vuelos comerciales que Jorge utiliza, llevando consigo, para su familia, café en grano, caramelos de licor y esas típicas negritas de tela para pegar en el refri.

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