Por Luis Guillermo Hernández / @luisghernan
Un huracán los ha arrasado: ¿Escuchas sus lamentos?
Es impotencia.
Frustración.
Conciencia plena de que han perdido privilegios.
Negación.
Rabia: líquido corrosivo que expele el alma por la boca.
Incapacidad para asumir su derrota.
Cien días después del vendaval, aún no entienden que México gesta una verdadera Revolución: social, económica, cultural, política, ideológica.
Y que es contra ellos, contra ellas.
Contra todo cuanto significan. Contra lo que representan.
Contra lo que han defendido a lo largo de 40 años de despojo, saqueo, apañe, transa.
Que en 100 días, desde el primer minuto del 1 de diciembre del año 2018, se gesta desde el Congreso, desde la Presidencia, desde las redes sociales, desde las calles, desde las casas… un viento transformador, reformador, reconstructor, que no tiene retorno pero tampoco parangón en la historia reciente de México: la revancha de los despojados.
Y que los despojados somos todos:
Aquellos a quienes nos robaron la democracia,
el poder de nuestro voto,
la verdadera representación civil,
el poder adquisitivo,
los medios de ascenso social,
los recursos naturales,
los mecanismos de supervisión de los actos públicos,
la voz en los medios,
el control de los instrumentos de rendición de cuentas,
la capacidad de decidir por nosotras y nosotros mismos.
Las despojadas somos quienes que fuimos obligadas a trabajar en cualquier cosa, menos aquella para la cual estábamos capacitadas;
Quienes debimos abandonar a nuestras familias para ir a trabajar al otro lado de las fronteras;
Quienes éramos obligados a pagar un diezmo para obtener contratos en el gobierno
Quienes dejamos la escuela por falta de recursos;
Quienes perdimos nuestros bosques,
nuestras minas,
nuestras playas,
quienes perdimos nuestra seguridad social,
quienes debimos morir en hospitales sin instrumentos mínimos,
sin medicinas,
sin médicos capacitados,
quienes fuimos secuestrados,
asesinados,
vejados.
Los despojados somos las clases medias, sin expectativas de planeación de nuestra vida a largo plazo; las clases bajas, sin expectativas de ascenso social a través de la educación y el esfuerzo; las clases altas, atrapadas en una burbuja de miedo, terror y total desinterés en el destino y la vida de quienes están abajo.
Y estos despojados, estas despojadas, estamos decididos, completamente decididos, a darle un vuelco a la historia.
Decimos sí al combate frontal, verdadero, contra la mafia del #Huachicol.
Y aguantamos las filas en la estación de gasolina, porque es un precio justo y bueno para cambiarlo todo.
Decimos sí a la cancelación de un aeropuerto apestoso a corrupción, a negocio particular, y aceptamos pagar para que lo desmantelen como símbolo de una época turbia, porque es un precio mínimo para evitar que nos sigan viendo la cara.
Decimos sí a la #GuardiaNacional, al programa #PrimeroLosPobres, al programa #JovenesConstruyendoFuturo, al programa #Aprendices, al #PactoEmpresarial, queremos el programa de apoyo a nuestros viejitos, a nuestras viejitas, porque es nuestro dinero, son nuestros recursos y merecemos el Bienestar colectivo que el trabajo conjunto nos concede para todos y para todas, sin excepciones y sin privilegios.
Decimos sí, va, le entro, a abrir Los Pinos, a sentarnos en sus jardines a echar una torta de queso de puerco, a mirar la escultura de Carlos Salinas y decir con alegría: «Te derrotamos, neoliberal corrupto».
Decimos sí a vender aviones presidenciales ignominiosos, camionetas blindadas que eran una vergüenza, oficinas de super lujo, sedes diplomáticas insultantes, a reducir salarios groseros para jueces, ministros y magistrados; privilegios de unos cuántos, ganados a costa de nuestra miseria colectiva: nunca más un gobierno de élites.
Los despojados, las despojadas, estamos detrás del apoyo a los precios de garantía, un instrumento de equidad, justicia y renacimiento de nuestro campo devastado, despojado, entregado.
Estamos detrás del proyecto para construir 100 universidades públicas; detrás de la reducción del IVA en las fronteras; detrás de quitarle la pensión a los ex presidentes (y llevarlos ante la justicia, este marzo, no lo olviden).
Contra ellas, contra ellos, votamos. Contra sus mentiras, su saqueo, su entrega indiscriminada al extranjero, su corrupción sin medida ni límites.
Y la de sus cómplices: empresarios voraces, medios entregados a la mentira neoliberal, periodistas e intelectuales serviles ante el poder, políticos que hicieron del negocio de decir «a favor» un negocio lucrativo, de pseudo líderes sociales con camiseta gobiernista, traidores, traidoras.
El huracán que los arrasó, que les dejó sin negocios, sin poder, sin capacidad de influencia, es el mismo que nació de nuestra ira: un viento grueso, potente, poderoso, con la voz de todos.
El huracán que los arrasó, que los dejó sin representación en las Cámaras, que les quitó las alcaldías, los Congresos locales, es el mismo que nació de nuestra miedo, de nuestro hartazgo, de nuestra esperanza: un viento de cambio, de anhelo de construir el país que sí nos merecemos.
El huracán que los arrasó se llama Andrés Manuel… aunque en realidad, ojalá que ya lo entiendan, debería llamarse
HURACÁN ESTAMOS HARTOS,
HURACÁN LO CONSEGUIMOS
… HURACÁN GANAMOS TODOS.