No están diseñados para la decencia.

Y ésta, por favor, léase como una valoración absoluta y personal.

No están diseñados para la decencia, ni para ejercer en sociedad las necesarias honradez y rectitud individuales que, en un mundo ideal, impedirían a hombres y mujeres públicos cometer actos reprobables, ilícitos o francamente delictivos.

Pienso en ello cuando leo el comunicado del Consejero Electoral Ciro Murayama, su honda inmundicia moral, su cinismo explícito.

Cuando es descubierto el reprobable hecho de que una de las candidatas al Consejo General del Instituto Nacional Electoral, Eunice Rendón, es prima suya, el argumento del funcionario público no es, ni de lejos, la defensa de la honorabilidad institucional, la rectitud, ni siquiera el deber ser al que debería obligarse una autoridad cuyo trabajo ciudadano consiste, precisamente, en significarse por la rectitud, la confiabilidad y el honor.

No. Al ser descubierta la inminencia del nepotismo, la respuesta de Murayama es otra:

«Ackerman usa de pretexto para descalificar el proceso que una de las aspirantes es prima mía. Lo es, pero es no implica en absoluto que yo la impulse y menos que busque imponerla»

Y uno podría creerle. Sí. Hacer un esfuerzo por confiar en que, como afirma el Consejero, efectivamente «Eunice Rendón no me preguntó si debería participar, y no tendría por qué hacerlo. Tampoco he hablado con ella en estos meses. Es su libre decisión y la respeto al igual que la de los cientos de personas que se inscribieron».

Pero es imposible hacerlo, cuando se hace despliegue de tan inmenso impudor:

«Puede sobrar decirlo, pero la propia Eunice Rendón ha aclarado que no nos frecuentamos. Desde que en el año 2000 falleció nuestro abuelo, terminaron las comidas familiares donde llegábamos a coincidir. Además, soy como diez años mayor que ella -cuando yo iba a la universidad ella estaría en la primaria-, por lo que nunca fuimos cercanos…»

¡Carajo, Señor Consejero… respete la inteligencia de la ciudadanía que paga su salario: el nepotismo no se configura a partir de la cercanía afectiva entre parientes, sino a partir de la consanguinidad!

Murayama MIENTE, y en la mentira que escribe, está su sentencia. Dice que desde el año 200 terminaron las reuniones familiares donde llegaban a coincidir, y añade:

«Me enteré de que es una profesionista exitosa viéndola en la tele».

Mentiroso. Hace apenas tres años, en 2017, Murayama firmó un documento oficial, excusándose de participar en un proceso selectivo interno en el INE, precisamente por su relación consanguínea con Eunice Rendón. «Me enteré de que es una profesionista exitosa viéndola en la tele». Mentiroso.

Cuando le pregunté a la propia Eunice Rendón sobre tal relación consanguínea, ella guardó silencio.

Pero cuando el Comité Técnico de Evaluación de Aspirantes a Consejeros del INE le hizo el mismo cuestionamiento, su respuesta fue insuperable:

«…pues… finalmente no hay un impedimento de la ley…»

Vaya cinismo. Cómo la ley no lo prohibe… pues entonces… se puede. ¡Caray!

Por eso afirmo: no están diseñados para la decencia, ni para ejercer en sociedad las necesarias honradez y rectitud individuales que impedirían a hombres y mujeres públicos cometer actos reprobables, ilícitos o francamente delictivos.

Y como no lo están, los Diputados Federales que deberán elegir a los próximos cuatro integrantes del Consejo General del INE, están obligados a hacer respetar la Ley de Austeridad Republicana que ellos mismos aprobaron en 2019 y que considera nepotismo a:

La designación, otorgamiento de nombramiento o contratación que realice un servidor público de personas con las que tenga lazos de parentesco por consanguinidad hasta el cuarto grado, de afinidad hasta el segundo grado, o vínculo de matrimonio o concubinato para que preste sus servicios en la misma institución, dependencia o ente público en que éste labore;

Como ni Eunice Rendón, candidata a Consejera del INE, ni su primo Ciro Murayama, Consejero del INE, tuvieron sensibilidad bastante para entender todo lo inmoral, indecente que es pretender formar parte del mismo importante órgano colegiado ciudadano, con tal nivel de consanguinidad, es necesario que la sociedad se los reclame, se los cuestione y sobre todo se los impida.

El INE es una institución que se debe a la transparencia, la rectitud y la honorabilidad, no un reino que se hereda entre parientes.

Obviar un acto de nepotismo a ese nivel es un acto indecente, inmoral, pero sobre todo un acto de profunda corrupción.

Aunque no lo sepan aquellas personas que no están diseñadas para la decencia.

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