Por Luis Guillermo Hernández / @luisghernan

No es la primera vez que ocurre. Que los medios, las redes sociales, las plataformas digitales arremetan directamente, y sin miramientos, contra Jesús, el hijo menor del Presidente Andrés Manuel López Obrador.

Foto: Presidencia de la República

Su presencia constante en actos públicos, sobre todo cuando éstos ocurren en fin de semana o involucran actividades de índole familiar, como un evento deportivo, algún suceso artístico, cuestiones culturales, le ha generado una andanada de críticas, burlas, insultos y hasta amenazas, que es conveniente explicar, pero sobre todo detener.

Su apariencia física, su presencia en sitios de acceso exclusivo a ciertos grupos sociales, su gusto por determinadas actividades deportivas, incluso el accidente que sufrió en algún juego escolar.

Jesús López Gutiérrez está en los medios, se le cuestiona, se le critica y se le sentencia, como una extensión de los cuestionamientos, críticas y sentencias hacia su padre.

No se trata de un asunto menor: canalizar hacia su hijo menor las inconformidades con el gobierno de López Obrador, y sobre todo las críticas a la figura presidencial, no sólo es mezquino, en términos sociales, sino sobre todo violatorio de la ley.

El hijo del Presidente tiene derecho a su intimidad y los medios de comunicación y la sociedad toda están obligados a respetárselo inalterablemente, siempre, en toda circunstancia.

No sé si lo sepan, pero en México está vigente una norma jurídica de uso y observación plena para todo el país: la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, publicada en diciembre de 2014.

En su capítulo Décimo, que protege el Derecho a la Intimidad, la ley establece una serie de obligaciones y parámetros de actuación que, hemos de ser honestos, casi nadie cumple:

Los niños tienen derecho a la intimidad personal y familiar, así como a la protección de sus datos personales.

Además, tienen derecho a que no se cometan injerencias en su vida privada y a que no se difundan ni información ni datos de su intimidad que atenten contra su honra, imagen o reputación.

Cuando el portal Cuna de Grillos difundía una nota aparentemente pueril sobre el «Cambio de look del hijo más pequeño de López Obrador«, en realidad estaba violando la ley.

En el Artículo 77, la Ley establece con claridad que debe considerarse «violación a la intimidad de niñas, niños y adolescentes cualquier manejo directo de su imagen, datos personales o referencias que permitan su identificación en medios de comunicación que cuenten con concesión para prestar el servicio de radiodifusión y telecomunicaciones, así como medios impresos o medios electrónicos».

La ley es clara: nada que le ponga en riesgo, menoscabe su honra, su reputación o sea contrario a sus derechos puede ser publicado en medios del país, grandes o pequeños.

Cuando se tuitea que Jesús es un niño fifí, por estar en el palco privado de un estadio de futbol, se está violentando su derecho a la intimidad.

Cuando se habla en los medios de su afición a tal o cual deporte, se está violando su derecho a la intimidad.

El Presidente López Obrador y su esposa, Beatriz Gutiérrez, tienen la responsabilidad de custodiar esos derechos.

Si difunden ellos mismos imágenes de su hijo, deben estar conscientes de que pueden estar vulnerando el derecho de su hijo a no ser molestado en su intimidad.

Foto: Presidencia de la República

La ley es clara y precisa en su Artículo 80:

«Los medios de comunicación deberán asegurarse que las imágenes, voz o datos a difundir, no pongan en peligro, de forma individual o colectiva, la vida, integridad, dignidad o vulneren el ejercicio de derechos de niñas, niños y adolescentes, aun cuando se modifiquen, se difuminen o no se especifiquen sus identidades, y evitarán la difusión de imágenes o noticias que propicien o sean tendentes a su discriminación, criminalización o estigmatización, en contravención a las disposiciones aplicables.»

Incluso, la misma ley establece las pautas para que los medios recojan las opiniones de menores de edad y los casos en que debe obtenerse una aceptación expresa de sus padres o tutores para que esto ocurra.

La normalización de los ataques contra Jesús, pero sobre todo la permisividad hacia éstos, pone a todos los niños, a todas las niñas en una condición de vulnerabilidad ante los medios que nadie de nosotros debe permitir.

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