Él conoce bien esta trama. La historia del hombre más peligroso de México. Me lo hace notar un par de veces, cuando llama mi atención a ciertos detalles que no capto, que quizá no hayan captado muchos en los registros de la fuga de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, el Chapo:
- ¡Fíjate bien! ¡Fíjate! En el minuto 20:50 con 51… el plan ya tiene un retraso. El Chapo se aguanta por lo menos un minuto en la letrina, pero está viendo de reojo, ansioso, con la cabeza girando a tres cuartos, hacia el cubo de la regadera. ¿Lo ves? ¿Lo ves o no lo ves?
- Sí parece…
- ¡No parece… obsérvalo bien! En el minuto 51 con 14 va hacia la regadera… mira hacia abajo. Velo. No encuentra nada pero parece que ya está escuchando ruidos bajo la loza. Su cara ve al suelo. Cualquier análisis de lenguaje corporal va a confirmarlo: está ansioso por la espera.
Y sí. Eso parece: el Chapo está a la espera de que alguien lo ayude.
A ese hombre, que vemos en el video difundido por la Secretaría de Gobernación, lo podemos hacer repetir sus pasos uno a uno: termina de mingir en el minuto 51:08 de las ocho de la noche. Se lleva las manos a la bragueta. Entra al cubo de la regadera. Mira hacia abajo y sale de ese espacio. Dos pasos exactos y se jala el pantalón por la cintura. Otros dos pasos y llega hasta el camastro.
Casi podemos adivinar el sonido de sus chanclas barriendo el suelo. Su angustia. En los pasos seis y siete da la vuelta. Al doceavo ya está de nuevo ante la letrina a ras de suelo. Oprime el botón del agua. Mira hacia la regadera. Y espera. Encorvado. Cabizbajo. Greñudo. Como quien aguarda por la noticia de un parto anhelado, el Chapo espera.
Porque antes de que llegue la ayuda, sin esa fuerza exterior que lo rescata, lo libera, el Chapo es un hombre encorvado, un gorrión atrapado entre el cubo de la regadera y las rejas de su celda.
-Cuando vuelve hacia el cubo de la regadera y se agacha, el cuerpo de vigilancia y monitoreo debió alertarse: son aproximadamente 30 segundos, a una hora en que no está permitido el aseo personal- dice mi fuente. Quiere explicarme su indicio: el plan para liberar al Chapo ha debido contar con participación interna y externa, y la procuraduría está abocada a descubrirlo. A pesar del descrédito.
Son casi diez minutos antes de las nueve de la noche del sábado. Si el plan se retrasa más, a las nueve será imposible que el Chapo continúe levantado sin despertar sospechas.
Pero lo que ocurre inmediatamente después, al minuto 20:52, para una autoridad alerta, debieron ser los signos claros de lo inusual:
El Chapo, que ha estado dando vueltas de su cama a la regadera, finalmente se asoma al cubo donde a diario se ha bañado, y unos segundos después sale del área, ya con una actitud corporal distinta: camina erguido. Decidido.
Con un paso lejos del aletargamiento previo, se sienta en el camastro y con la mano derecha saca un par de tenis. El zapato derecho primero. El izquierdo después. Con igual determinación camina por última vez hacia el cubo de la regadera. Va apurado. Al minuto 20:52:15 el hombre vuelve a agacharse en el cubo de la regadera. Siete segundos después con una mano jala una chamarra que cuelga del medio muro que divide la regadera de la letrina. Y se va.
-¿Y a qué hora se quita el brazalete?
- Es un dato que no tengo.
-¿Y ese iPad?
-No es una iPad, es una pantalla portátil que ya está siendo analizada. No se descarta que sea el instrumento con un chip de geolocalización que necesitaron para identificar las coordenadas precisas de su celda- dice mi fuente.
- ¿No lo revisaron?
- Tenemos registro de una revisión.
-¿Desde cuándo la tenía?
- Hay registro desde el año pasado. La introdujeron poco después de su ingreso. Se va a realizar peritaje a todo: a más de 13 mil horas de grabaciones, de la celda y de las áreas comunes, los registros de visitas, médicos, psicológicos, y todo lo que sea necesario.
-¿Ya se sabe cuánto tiempo ganó el Chapo desde que desapareció hasta que se activó la alerta? Reforma dice que 30 minutos- le digo. Hay un ejemplar de ese diario sobre nuestra mesa.
-Alrededor de 27 minutos. No más.
Quien dice esto, un hombre sin nombre, conoce a la perfección el trabajo profundo de investigación en la Procuraduría General de la República. Ha estado ahí desde que Jorge Carpizo era el procurador, en 1993. Alguna vez en las primeras filas. Ya no.
Cosas de un país de círculos viciosos: cuando él entró ahí, en la época de Carlos Salinas de Gortari, aprehendieron al Chapo por vez primera. Ha corrido mucho narco desde entonces.
El hombre, pues, sabe de procedimientos, de indicios. Y para comprobarlo me dice que la averiguación previa por la nueva escapatoria del narcotraficante más buscado en la historia moderna del país ya tiene un nombre. Se llama PGR/SEIDO/UEIDCS/348/2015. Y que nació el domingo 12 de julio, temprano por la mañana, con una línea de investigación precisa: la acción delictiva concertada en la evasión de interno.
Eso justamente: el Chapo no escapó del Penal de Máxima seguridad del Altiplano. Al Chapo lo ayudaron a escapar.
Porque, más que un héroe o antihéroe moderno, es una pieza, importante, sí, pero pieza al fin –prescindible, intercambiable, desechable- de una maquinaria más grande, fuerte y poderosa que él: el negocio internacional de las drogas.
155 centímetros de odio social
Pone el mapa sobre la mesa. Sobre éste, un plano tipo Guía Roji, va dibujando círculos pequeños, cada vez más pequeños, conforme enuncia los nombres: Cártel de Sinaloa, Los Zetas, Cártel del Golfo, Cártel de Tijuana, hermanos Beltrán Leyva, el de Juárez, los Caballeros Templarios, la Familia Michoacana y Cártel Jalisco Nueva Generación. Nada escapa a esos círculos. Estamos todos atrapados en ellos.
Los amplios territorios que hace 20 años controlaban los viejos cárteles de Amado Carrillo, los Arellano Félix o el propio Chapo, se han fragmentado a tal grado, en tantos círculos, que el mapa es ahora una piscina de aros pequeños como dibujados por un niño. Diminutos. Terribles.
De aquellas leyendas del narco, Benjamín Arellano Félix, Amado Carrillo El Señor de los Cielos, Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Don Neto Fonseca, Alcides Magaña El Metro, Jesús Chuy Labra, Ismael El Mayel Higuera, incluso Rafael Caro Quintero, sólo queda en pie el Chapo. Y su reino aunque fragmentado, aún es poderoso.
Los reportes de inteligencia de la PGR, igual que los análisis de organismos como la DEA, encontraron que, tras la caída del Chapo, esa pulverización de mandos se agudizó, porque en el Cártel de Sinaloa hubo una sucesión de mandos para establecer un poder bicéfalo con Ismael El Mayo Zambada y Juan José Esparragoza, El Azul como cabezas visibles. A ese poderío se sumaron los hijos del Chapo.
Al mismo tiempo que se fragmenta el negocio, la situación contribuye a prolongar la ya demasiado larga temporada de enfrentamientos sangrientos, salvajes, entre los cárteles.
El negocio es inmenso. Y no sobra el calificativo. Sólo un dato:
Cuando aprehenden a Osiel Cárdenas Guillén, el Chapo intenta hacerse del control del cártel y de la plaza de Nuevo Laredo. Enfrentado con los Zetas, la carnicería que hay entonces en esa zona es tal, que el rojo en Tamaulipas no puede ser costra todavía.
¿El Chapo decidió esa confrontación?
Según su propia versión, sí.
Toda una osadía. Porque la osadía es signo sobresaliente del Chapo. Un ser vengativo, calculador, como lo describe su perfil criminológico elaborado por la PGR: 155 centímetros de odio contra la sociedad.
De alta peligrosidad, hábil planificador, organizador y negociador, es tenaz, obsesivo, porque tiene un profundo sentimiento de inferioridad, producto de su estatura “que refleja mediante una expresión de superioridad intelectual y de ambición desmedida por el poder”.
¿Pero el Chapo es particularmente ese monstruo inteligente, analítico y eficaz que parecen exponer sus muchos retratos?
Mi fuente responde que no. Que particularmente no. Astucia promedio. Ambición grande, pero inteligencia media. Porque, en todo caso, es una pieza fundamental, pero pieza al fin, de un engranaje más complejo que lo requiere, pero que puede llegar a sustituirlo si es preciso. Como ha ocurrido antes.
Cuando un colega periodista le pregunta eso al ex director del CISEN, Guillermo Valdés, éste considera fundamental un dato: de la época en que el Chapo se hace cargo del cártel de Sinaloa, los años 80, sólo queda un narcotraficante famoso en pie: él.
-El Chapo es una gente que ha conducido su organización a ser una de las más poderosas, más longevas, lo que te habla de una capacidad de dirección excepcional. Tú ponte a ver las organizaciones del narcotráfico que nacieron, las que conocemos, en 1989, el cártel de Tijuana, el de Juárez, el del Golfo, el del Milenio, el de Michoacán, el de los Amezcua, y el de Sinaloa, ¿cuáles quedan?- se pregunta Valdés.
-El de Sinaloa- le revira el reportero Guillermo Rivera.
-Eso te habla de una conducción y una dirección que pueden no ser responsabilidad única y exclusiva del Chapo, pero él sí es uno de los líderes. Entonces, esto te dice que este señor tiene una estrategia inteligente que ha permitido crecer y permanecer a su organización. Entonces, no es un tipo que actúe… por ejemplo, al Chapo tú lo no vas a ver o no lo hemos visto, atacando al Ejército, como ha hecho el cártel Nueva Generación. O sea, sabe que si se mete con el Ejército de esa manera y los humilla, el Ejército y las fuerzas federales lo van a atacar sin misericordia. Y no le conviene a su negocio. Y el Chapo no anda como Los Zetas, secuestrando y extorsionando gente.
-Sólo se dedica al negocio del narcotráfico.
-Así es, fabricar y exportar. Es listo- dice Valdés, encargado del trabajo de Inteligencia en el sexenio de Felipe Calderón, el de la sangre y de la muerte.
Más Valdés tiene un pero. A la inteligencia, que la tiene, el Chapo ha sabido sumar otro factor: la corrupción en las estructuras encargadas de luchar contra el narco.
-Eso es lo que está pasando, lo que estamos viendo. Aquí a veces la inteligencia es… cuando en el gobierno hay descuido, corrupción, con un poco de inteligencia y recurso pues resulta esto.
¿Es así como el hombre nacido en Culiacán, que apenas cursó hasta el sexto grado de primaria, el padre de por lo menos 16 hijos, llegó a erigirse en el criminal más poderoso en la historia de México?
El hombre que una vez logró capturarlo, el general en retiro Jorge Carrillo Olea, tiene una respuesta.
Las tres claves del poder del narco
Con esta secuencia, bien puede comenzar una película biográfica del Chapo:
Es el mediodía del 9 de junio de 1993. En el puente internacional del Talismán, una zona semitropical de lluvias constantes tres cuartas partes del año, sobre la margen izquierda del río Suchiate hay perros flacos, vendedores de maíz, policías sin ánimo, algunas mujeres y niños refrescándose el bochorno y nada más. Absolutamente nada más.
A unos cuantos kilómetros de ahí, en Tapachula, Chiapas, un impresionante operativo de más de 300 elementos de la policía judicial mexicana, que entonces se llamaba así, Policía Judicial, cerca el perímetro de las calles Tercera y Quinta Oriente.
Justo en el número 10 de esa calle, un pelotón aprehende, en uno de los patios colmados de flamboyanes y limoneros, a un hombre joven, de baja estatura, que dice llamarse Joaquín. No opone resistencia.
La policía lo busca desde días atrás por su responsabilidad en el homicidio de un cardenal, el católico Juan Jesús Posadas Ocampo.
Pero por un azar que la historia no termina aún de desentrañar, no se hará pública su captura, sino hasta un par de días después.
¿Qué lleva a las autoridades mexicanas a informar que la detención del Chapo ocurre en la frontera con Guatemala y no en Tapachula, como atestiguan cientos de personas, incluidos el Ejército y gobierno guatemaltecos?
No se sabe. La versión oficial –y ya sabemos cómo se las gastan los oficiales para hacer sus versiones- es que una delegación de militares guatemaltecos aprehende al Chapo y lo entregan, ese mediodía del 9 de junio, en uno de los márgenes del Suchiate, en Frontera Talismán, a una delegación mexicana que está encabezada por otro nombre legendario: Jorge Carrillo Olea.
-El Chapo será muy inteligente, pero no más que usted… usted sí lo atrapó- le digo al teléfono.
-No… no, válgame… a mi me gustaría que no pusiera usted eso. Fue un sistema el que lo capturó. Un sistema de inteligencia y operación policiaca… que ya fue destruido- dice.
Al otro lado del teléfono, el general en retiro suena fatigado, en el hastío.
Han pasado unas horas desde la fuga del Chapo. Carrillo Olea quiere ayudarme a entender las implicaciones del hecho, pero sobre todo necesito que me diga si ésta fuga es el hecho de un hombre o de una estructura.
-Necesitaba haber contratado un despacho de ingeniería para que pudiera hacer todo lo que hicieron ahí… ¿Cuántas comunicaciones, que no se intervinieron, fueron necesarias para poder producir eso? Hay un enorme misterio. Por eso percibo al gobierno, más que preocupado, enojado…- dice. Se refiere a lo ocurrido en Almoloya. En el Penal del Altiplano, pues. A la fuga del Chapo, que para él no es una burla al Estado, sino una consecuencia de factores.
-¿El Chapo es un estratega?
-Mire, tiene uno que encontrar uno en sus propios planteamientos. Hay talento, sí, hay capacidad organizativa, hay muchos recursos comprometidos. ¿Qué hay detrás? Un ser particularmente inteligente… pero que en la circunstancia también… ¡híjole! Si me pregunta sobre las causas de todo eso… yo veo tres: falta de inteligencia, falta de profesionalismo y corrupción… son el coctel demoníaco de las drogas en México
Es directo. Esa condición de ser de leyenda –claroscura- en la historia política mexicana.
-El propio gobierno. El gobierno destruyó su obra, como el Sísifo que sube la gran piedra a la montaña y la rueda para abajo todos los días… así el gobierno: construyó un aparato sin parangón, un aparato de inteligencia y vigilancia lo desmantelaron. Entonces, a 10 días del asesinato del cardenal el señor Chapo estaba tras las rejas. Y ahora pasamos 10 años para pescarlo… y al año y medio se nos pela.
-¡Híjole!... pues, si a resultados vamos, tendría que decir sí… si comparamos resultados. A algunos les han cargado 80 años, a otros ya los extraditaron a Estados Unidos, otro ya se murió, otro no sé qué, otro no se cuánto… y este pues nos ha parado de cabeza desde hace casi 30 años… ¡nos ha parado de cabeza desde hace 30 años!
-¿Pero, es inteligente?- le insisto.
Carrillo dice sí. Lacónico. Pero vuelve a su idea central. No hay delincuente hábil para una estructura de inteligencia bien montada. Un sistema fue el que lo pescó y lo metió a la cárcel. Ese sistema fue destruido. “¿Dónde quedó el CENDRO? ¿Dónde quedó? ¡Lo desbarataron! Lo convirtieron en una fiscalía y en una agencia y en una AFI… y lo desbarataron”, dice.
Y los costos de ese desbaratamiento están a la vista de un agujero justo en la regadera de la celda 20 del Penal de máxima seguridad del Altiplano.
Un sociópata suelto… otra vez
La fuga del Chapo Guzmán desata, en apenas unos días, una cadena interminable de reacciones furibundas, acrecentadas en gran medida por un hecho: la ausencia del presidente Enrique Peña Nieto y de la mayoría de sus secretarios de Estado.
Esa crisis de la que habla Carrillo Olea, en las redes sociales, en los diarios, en las calles, se entiende simplemente como una falla total de las instituciones del Estado y de un gobierno torpe, cuando no pasmado.
A los titubeos del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien no atina a dar respuesta precisa a los múltiples señalamientos de inconsistencias, se suma una errática procuradora Arely Gómez, quien con una sola frase, “¿No me veo?”, resume su actuación.
Un hombre que conoce a profundidad los mecanismos de la seguridad nacional, Alejandro Hope, alerta sobre un peligro inminente:
-Si este personaje, Joaquín Guzmán, logró una escapatoria, una fuga de esta naturaleza con estas características, significa que se mantuvo en contacto con el exterior de manera muy fluida, lo cual probablemente implique que mantuvo buena parte del control sobre la organización. No debe de haber mayor variación con este hombre dentro y fuera de la cárcel.
No hay margen para la duda. Si el Chapo está libre, el peligro es real, nítido.
-¿Cómo se escapó el Chapo? Por la corrupción. Escapó por un túnel de un kilómetro y medio de largo, lo suficientemente ancho como para que cupiera una motocicleta, y terminaba en uno de los pocos puntos ciegos en la prisión más segura de México. ¿Cómo se puede hacer eso sin un alto nivel de corrupción? Es evidente la situación.
Igual que expresó Carrillo Olea, igual que dijo Guillermo Valdés y la fuente de la PGR, el poderío del Chapo radica más en esa maquinaria de la que es parte, que de su inteligencia misma.
-Derrotó al Estado, derrotó al país. Esto debería de generar un sentido de urgencia, esto, un sentido de urgencia para transformar las instituciones del Estado. O sea, esta vergüenza tendríamos que transformarla en un llamado de acción- dice a Guillermo Rivera.
Y hoy es posible prever que el Chapo, nuevamente en libertad, dispute el territorio al Cártel de Jalisco Nueva Generación. Es previsible, pero seguramente primero hará ajustes en su círculo de lealtades… y eso significa sangre, como alertan los reporte de inteligencia.
Sangre, porque el negocio es global y multimillonario. Y compra a distribuidores, protectores, fiscalizadores, gobernantes, legisladores. A reyes y a dictadores.
Sólo así me queda clara, completamente clara, la idea aquella de mi fuente: el engranaje que mueve anualmente más de 400 mil millones de dólares necesita de esa pieza que es Chapo, de su leyenda, para aceitar su negocio: el hombre que “derrotó dos veces al Estado mexicano”. El “señor de los túneles”. El “asesino de más de tres mil” personas. El “implacable cerebro del mal”. El “seductor”. El espléndido “Robin Hood de la sierra”. El “#701 de Forbes”. El “analítico”. El “Jefe”.
El mito. Aunque su fama pueda resumirse en una frase, como dice Alejandro Hope:
-La primera palabra que describe al Chapo es sociópata. Después, lo que quieras. Pero esa tiene que ser la primera. Más que líder, es un asesino, sociópata. Debe miles de vidas. Es un asesino, un asesino. Todo lo demás surge ahí. Y no se necesita ser muy inteligente para ser asesino: hay bestias que matan.♠
Ehécatl Ríos intenta serenarse. Para que el eco de aquellas palas, las que juntaban la tierra de la tumba de su colega Rubén Espinosa, no llegue a taladrarle el sueño. Para que esa sensación de irrealidad no aparezca otra vez. Pero no puede. Tiembla.
Ehécatl, fotoperiodista también, escribe sobre sus miedos en las redes sociales. Si lo leen algunos de sus amigos, si comentan, ya cuenta como exorcismo. Compartió su pesadilla: “Me atrapaba el cuerpo con sus piernas de pulpo, me aprisionaba con la espiral de una serpiente, sacaba su lengua buscando mis labios… las pesadillas tocan mis sábanas y sólo queda sucumbir ante el dulce insomnio”.
Otra vez, Ehécatl está tiritando. Se siente amenazado. Porque teme por su hijo. Porque vive en Veracruz. Porque no hay refugio posible. Porque mataron a su compa, a Rubén, y nadie puede asegurar que no van por él. Porque violaron a su amiga, a Nadia, y nadie puede prometer que no será el próximo. Porque la oscura noche de la impunidad absoluta no quiere amanecer. Y no va a amanecer pronto.
Ehécatl Ríos contesta el teléfono a un extraño, al periodista que escribe esto.
—¿Les pegó muy duro, verdad?
̶ Pues, es que… el mensaje de todo esto es muy claro ¿no? No… este… no estás a salvo ya ni siquiera… antes era que la mayoría de los periodistas estaban destapando cosas del narco y así… pero uno hacía diarismo, cobertura de otras cosas…
—Supongo que para ustedes está todavía más complicado… porque los tienen muy ubicados…
—No, ¡está de la chingada! O sea, sí… yo ahorita llevo un rato sin trabajar en prensa, pero aun así… —dice Ehécatl Ríos. Un eco repite sus palabras. Un zumbido. Bzzztt… bzzztt. Como línea telefónica con más de dos auriculares escuchando. Como de pájaros en el alambre. Cuelga.
—¿Se sigue escuchando el eco? A lo mejor estás cableado… puede ser.
—Ah, sí… eso seguramente —responde.
—Mándale un saludo a estos muchachos.
—Jeje —jejé… yo no tengo bronca.
—¿Cómo estás, cómo te sientes?
—Es un dolor bien increíble. La emoción es tan grande que ni siquiera la entiendo, ¿no? Es odio, es coraje… mucho miedo. Estar como en medio de todos y, de repente, estás en shock ¿no? Así te la pasas. En shock. Mientras revives una y otra vez la misma escena que no te deja dormir.
La escena no podía ser más dolorosa: el momento en que Ehécatl se enteró de que habían asesinado a Rubén Espinosa, su amigo, junto con cuatro mujeres: Nadia Vera, Yesenia Quiroz, Alejandra Negrete y Mile Virginia Martín.
El momento en que le preguntó a una amiga ¿qué onda con esto? y ella respondió en seco, sin matices: “Ya apareció… y está muerto”.
—Cuando me dijo, me puse a llorar en el suelo. ¡No es posible, no es posible! Fui al funeral de Rubén y me repetía ¡esto no está pasando… no está pasando! ¿No? Tenía que ver los cuerpos de los dos para poder procesar ¿no?, para saber que sí era real, ¿no? Y aún ahí, estando en frente de Rubén… y… verlo ahí… es muy duro… como que hay una parte de ti que no quiere ver eso… porque… mucho tiempo hicimos coberturas juntos… tomando foto… —intenta explicar, Ehécatl, pero no puede. Un torrente de emociones lo calla. Respira. Suspira. Gime.
Eso hace para que el aire que inhala le proporcione la fuerza para narrar lo siguiente.
Porque eso es aún más difícil de contar, para él y para sus compañeros reporteros, fotógrafos, camarógrafos. Para Noé Zavaleta, corresponsal de la revista Proceso en Veracruz. Para Felyx, otro de los amigos de Rubén. Para los activistas de organizaciones civiles que ni siquiera se atreven a dar su nombre porque sienten la lumbre que les quema entre las manos.
Nos están siguiendo…
Está en Xalapa. Una tarde de un miércoles de febrero de 2014, después del asesinato del periodista Gregorio Jiménez, allá en Las Choapas, en los límites con Tabasco, Ehécatl se encuentra en la capital del estado. En la plaza principal, sobre la avenida Juan de la Luz Enríquez: la plaza Lerdo, rebautizada como Plaza Regina Martínez para impedir el silencio de un homicidio impune.
Las fotos del portal alcalorpolítico no mienten. Ehécatl, junto con un grupo cada vez más grande de reporteros, fotógrafos, camarógrafos, dibujantes, editores e incluso alguno que otro columnista, lleva hasta las puertas del palacio de Gobierno un caudal de flores blancas y una cartulina: “No les creemos. Justicia para Goyo”.
Va vestido de negro. También Rubén. Y los demás colegas. Casi todos. Una cadena humana de periodistas en luto.
Una chamarra de piel, con ese cuello que todos llaman Mao, y la mochila de su cámara colgada en la espalda. Los tenis negros con franjas blancas. El cabello rizado, que le imprime un tono básicamente juvenil a su rostro: un círculo casi perfecto, bordeado por una barba que nace rala en las patillas y va oscureciéndose hasta ser una tupida maraña de pelos en la barbilla. Sus manos, con la cámara a punto del disparo y un clavel blanco sujeto en la izquierda. Sus ojos, que miran a quien lo fotografía y por consiguiente a los demás. Directamente.
En esa marcha, o en alguna otra de esos días, recibió la primera amenaza. Ehécatl lo recuerda con total claridad:
—Le tomo fotos a una persona, que me pareció sospechosa: nos sacaba fotos a todos y no era del gremio. Se me acerca y me dice: “¿Qué quieres? Te enseño mi credencial si quieres… soy de la Sedena”. Me posó así, como diciendo “¿güey, qué pedo, no?”, lleno de cinismo, como si se sintiera amparado por todo este caos.
Pero no es todo. Justo tres semanas antes del asesinato de Rubén, Nadia, Alejandra, Mile Virginia y Yesenia, le llegó otro mensaje. Aún más perturbador.
Iba caminando con su hijo pequeño por las calles de Xalapa, la capital cultural del Golfo de México. De repente, se le cruza el mismo hombre:
—Lo más molesto fue eso. Me ve así, con una prepotencia, con un odio, ¿no? Como diciendo “ya se quién eres”. Y se sigue de frente. Sin mirarte.
Ehécatl permaneció helado. Se quedó, como dice, con el problema mental atravesado. No es que deba temer por su propia seguridad, sino también por la de los más cercanos, los suyos, que son todo cuanto tiene y todo lo que quiere.
—Y no han sido los únicos incidentes. Hay una persona que tenemos súper identificada como oreja de la Secretaría de Seguridad Pública, que siempre anda tomándole fotos a los compañeros. De repente se le ve tomando las caras a todos los que se manifiestan.
Una tarde, en una de tantas movilizaciones sociales que ocurren en Xalapa, tropieza con él, accidentalmente. Lo empuja. Le responde algo, no recuerda qué, y se enoja. Tanto que se abalanza sobre él y le tira el teléfono celular con que toma las fotos de los asistentes al mitin.
—Después, cuando lo pensé, estaba súper arrepentido. Un compa tomó las fotos del momento. No sé… a lo mejor en algún momento eso pueda ser útil. No lo sé —dice. Enmudece en el teléfono. Seguramente piensa.
Es lo que ha hecho tanto en estos días. Pensar. Es lo que han hecho tanto otros colegas suyos. En medio del insomnio, pensar. En medio del miedo, pensar. En su condición. En su circunstancia. En las posibilidades de ser los siguientes en la lista.
Como lo escribió Felyx, como pide que se le llame, desde el lugar donde se encuentra exiliado: “Ayer, durante la protesta, la lluvia cayó con rabia. Hoy, cuando te despedimos, el sol brilló con la misma luz que en tus fotos irradiaba. La luz que nos iluminará”.
Así lo anotó Ehécatl en su blog Ojo de Viento. Ahí escribió claramente:
Si me matan
ya se sabrá que estoy ahí juntito,
cada cual con su cámara,
cada cual con sus historias.
Porque también se sabe quienes estamos en la mira,
de no dejarnos comprar,
no callar y dar la voz,
también los ojos,
a los que tiemblan más por los destrozos.
Un colega suyo lo entiende perfectamente. Noé Zavaleta, el compañero de trabajo de Rubén, su amigo, lo ha publicado así: desde el multihomicidio del 1 de agosto pasado se han recrudecido el acoso y la intimidación.
“El Comité Universitario de Lucha, que agrupa a estudiantes de la Universidad Veracruzana, de la Facultad de Humanidades y activistas sociales y ambientales, denunció que tras el asesinato de la activista Nadia Vera y del fotoperiodista de Proceso, Rubén Espinosa, el hostigamiento policiaco y de la Fuerza Civil en el estado de Veracruz, se incrementó”.
No deja espacio para la duda. Noé reproduce las palabras de los activistas, quienes describen: “La SSP, la Fuerza Civil, los ministeriales, los policías vestidos de civil rondan nuestras calles, nuestros barrios, vigilan nuestras casas, nos toman fotos. Elementos de la Fuerza Civil han detenido a compañeros, sin motivo, para llevarlos a los separos y amedrentarlos por horas, fuera de proceso. Sin cargos. Así andamos, con el aguijón de la amenaza tras la nuca”.
Una época de miedo como la veía Eduardo Galeano en el mensaje que escribió en su muro de Facebook. El miedo, como ceremonia de confirmación del poder, como de guerra sucia, según la define el filósofo Michael Taussing en su libro Un gigante en convulsiones: “La guerra sucia es una guerra de silenciamiento. Oficialmente no hay guerra alguna. No hay prisioneros. No hay tortura. No hay desapariciones. Sólo el silencio que consume en gran parte el lenguaje del terror, intimidando a todos para que no se comente nada que pueda ser interpretado como crítica a las fuerzas armadas”.
Es como se vive en Veracruz. Sin exageraciones. ¿Qué son, si no, 14 periodistas asesinados en apenas cinco años? Catorce.
Acoso… soterrado o abierto
Cómo le sonarán a Ehécatl Ríos y a cientos, miles de periodistas de Veracruz las palabras de Jorge Morales, el integrante de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, cuando critica la indolencia absoluta de Gabriela Arango, presidenta de la Comisión Permanente de Atención a Periodistas del Congreso local: “Lo que queríamos era… era una atención directa. Un esquema suficiente… pero nos dijeron que no se podía… nos mandaron al caño”.
Cómo interpretarán los periodistas veracruzanos el hecho de que esa comisión legislativa, creada para atender y proteger a los trabajadoreas de medios de comunicación, sólo se haya reunido una vez en 19 meses. En en ese lapso mataron a Rubén Espinosa.
Como dice Jorge Morales en La Jornada Veracruz, “lo que buscamos era una atención inmediata… no nos pelaron. Ni dieron la importancia”.
El ejercicio periodístico en México es una profesión de alto riesgo, con altos niveles de impunidad.
Es cosa de revisar la danza de cifras oficiales del Mecanismo federal para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas: desde 2012 ha recibido más de 170 solicitudes de protección, principalmente en Guerrero, Veracruz, Estado de México, Chiapas y Oaxaca.
Cosa de revisar los sucesos recientes:
Mientras camina por las calles de Cuitláhuac, un municipio cercano a la ciudad de Córdoba, el corresponsal del diario El Buen Tono, Raúl Rodríguez, es alcanzado por un sujeto que viaja en motocicleta.
—¡Qué fuerte está la calor! —dice el motociclista.
Sin contestar, Raúl lo mira. Nada.
—Por cierto… ¡bájale a tus notas! —remata el motociclista, antes de alzarse un poco la camiseta, dejar al descubierto una pistola y continuar su camino.
Desconcertado, según narra el propio diario, Raúl pide ayuda a la policía municipal, pero no hay resultados. Incluso viaja a Córdoba, porque presenta la denuncia penal. Pero no pasa nada.
Y otro reportero, Jair Negrete, dedicado a labores de difusión de una oficina episcopal en la zona de Agua Dulce, cerca de Coatzacoalcos, es golpeado por patrulleros de la Policía Municipal, quienes luego de exigirle dinero le dicen:
—Te conozco. Eras reportero de TV Azteca. Vas a pagar todo lo difundido. ¿Trabajabas en una empresa nacional y no me puedes dar dinero? ¡Qué pinches miserables son los periodistas, piensan que son los dueños de todo!
O el caso de Daniel Orozco, que relata Noé Zavaleta en uno de sus textos. Un chavo de apenas 23 años, reportero de La Red, un diario de nota roja de Coatzacoalcos, que después de cubrir el hallazgo de una posible narcofosa recibe una serie de mensajes en su teléfono celular: “¡Bájale de huevos!”, “te tenemos ubicado”, “¡te vamos a romper la madre!”, “¡Por hocicón te vamos a partir la madre!”.
Así le pasó también a Filadelfo Sánchez, locutor de La Favorita, una estación de radio en la región de Mihuatlán, Oaxaca, quien antes de ser asesinado de siete balazos, justo al salir de la emisora, recibió mensajes del mismo tipo: “Te vamos a romper la madre”.
Y a Indalecio Benítez, también comunicador radiofónico, cuyo atentado, en la zona de Luvianos, en el triángulo que forman Guerrero, Michoacán y el Estado de México, tuvo un desenlace terrible para él y su familia, según pudo relatarle a Elena Michel en El Universal:
“Al regresar, después de cenar unos antojitos, vimos a unos hombres encapuchados salir de mi casa. Le dije a mis hijos agáchense, nos van a atacar. Y los tres que iban atrás se agacharon. Yo le di el acelerón al coche y escuché los disparos. Se escuchó como hueco. Eso fue todo. Me doy a la fuga y me interno en la Marina (un retén cercano a su casa). Les pregunto ‘¿vamos bien?’. Y me dicen sí. Pero nunca me concentré en mi otro hijo. Al llegar a la Marina me dice uno de mis hijos ‘Dieguito se desmayó’. Bajo, lo agarro y me percato de que está muerto”.
Desde entonces, Indalecio vive en el exilio. Como al menos otros 60 periodistas, según estiman las organizaciones Freedom House y Artículo 19. Son desplazados. Por hacer su trabajo que, como dice Noé, se ha convertido en una carga:
—Claro que ahora estamos con zozobra… con incertidumbre, porque no sabemos cuándo va a parar esto. Desde Regina Martínez (corresponsal de Proceso asesinada) venimos diciendo que esto ya es un parteaguas, que hay alguien que debe poner un hasta aquí… ¡Eso fue en abril de 2012 y le seguimos contando!
—Sin saber cómo va a parar, ¿no? Sea allá en Veracruz, sea en la Ciudad de México…
—Exacto. Tenemos miedo porque, hay qué decirlo, nos preguntamos ¿quién sigue? Nos sentimos muy golpeados porque… ¿cómo te digo?, nos dieron donde más nos duele. Le pegan a un gran amigo, pero también a un cuate que traía compañeros de las nuevas generaciones. Rubén, de 31 años, traía a chavos de entre 22 y 25 años, tanto fotógrafos como videografos, a quienes les enseñaba cosas del periodismo, de la fotografía. Rubén hacía grupo, unía amigos y se llevaba bien con todos —dice Noé.
Cuando hablo con él, la voz de Noé suena triste, pero firme. Como si el miedo de los días posteriores al homicidio múltiple que él mismo describe se fuera transformando poco a poco en hartazgo, en rabia. En otra cosa.
—Esto nos causa mucho escozor. Varios de nosotros no podemos ya dormir tranquilos. Despertamos de zozobra en la madrugada. Lo he platicado con otros compañeros. Algunas compañeras, incluso, en las mismas coberturas, de puro recuerdo se ponen a llorar. Pero también hay mucha rabia. Mucho coraje. Una impotencia porque el asunto de Rubén no fue de la noche a la mañana, porque desde 2012 venía quejándose de agresiones y presiones.
—¿Tú te sientes tranquilo?
—Estoy… es muy relativo. Qué te digo. Ahorita voy caminando, solo, por el Centro. Pero… con los compañeros estamos todos en un plan como de niños chiquitos: a las nueve de la noche todos nos reportamos… si en la casa, si dónde están, si con quién… todavía la semana anterior todos los días alguien me tenía que llevar a mi casa, amigos o amigas, y me recogían lo más cerca de mi domicilio. Lo seguimos haciendo.
Pero no hay nada que garantice que no habrá más agresiones. Por eso su enojo. Tal como le ocurre a Ehécatl. Como pasa con otra colega desplazada, cuyo nombre pide no revelar porque tiene miedo, pero me dice:
—Me voy a ir de aquí. No puedo dormir. Me despierto bañada en sudor. Me han dado ya dos ataques de ansiedad en esta semana, con taquicardia. ¿A dónde? No sé. Si Veracruz no es seguro y México tampoco, entonces me voy a largar a la chingada…
—¿Fuera de México?
—Fuera del mundo si es necesario. No aguanto. No aguanto más el miedo —dice. Y estalla. Como Ehécatl, como Noé, como todos cuantos conocemos alguna de esas historias del acoso sistemático contra los periodistas mexicanos.
Sigue la vida…
—¿Qué es lo que les molesta? ¿Por qué los acosan tanto?
—Eso es lo que yo quisiera saber —responde Ehécatl—. Yya no sabes nada de lo que está pasando. No se puede sentir uno con ninguna tranquilidad en esta ciudad, en este estado, creo que en este país. Te roban todo, ¿no? Llega un punto en el que hasta es molesto caminar en la calle y cuidarte hasta de tu propia sombra. Sientes que te siguen, sientes pasos, ya no sabes hasta qué punto es real. Porque ya no sabes nada de lo que está pasando.
—Como paranoia…
—Sabes netamente que te estás siguiendo. ¿Qué puedes hacer? ¿Tomarles fotos? ¡Y de qué sirve!
Pienso que ese estado de ánimo es el de todos. Por eso el reclamo abierto, frontal, que le endilgaron a los diputados veracruzanos en el Congreso, cuando Ehécatl y otros irrumpieron en la sesión como huracán en una fiesta indignante y procaz:
Señores Diputados: estamos aquí porque una vez más han asesinado arteramente a un colega nuestro, peor aún, para muchos de nosotros, Rubén es un hermano.
Hoy exigimos al Congreso local, si les queda vergüenza, dignidad y un poquito de conciencia social, que exija a la Fiscalía General del Estado (FGE) que ponga a total disposición de la Procuraduría General de la República y de la Procuraduría del DF todo el avance de la investigación ministerial relativa al ataque de los estudiantes perpetrado el pasado 5 de junio y del cual Rubén como activista y reportero de Proceso y AVC Noticias dio total cobertura y seguimiento.
Pedimos a la comisión pertinente del Congreso local que "exija" —sus exhortos no sirven, son papel reciclado en la Fiscalía— a la FGE que deje de proteger a elementos de la Secretaría de Seguridad Pública que participaron por omisión o complicidad en el ataque a estudiantes, en el que el principal crítico de ese acto de arbitrariedad fue Rubén Espinosa. Cobertura que le derivó en amenazas e intimidaciones, por lo cual se tuvo que refugiar en el Distrito Federal, lugar donde dijo sentirse “tranquilo y seguro”. Ya vimos que no fue así.
Señores diputados locales, hemos dejado de creer en las instituciones... demuéstrenos lo contrario.
A ese reclamo en el Congreso se sumó un texto elaborado por periodistas y difundido en redes sociales, dirigido al gobernador Javier Duarte:
“Gracias por el pésame. En realidad espero que te duela, que te duela mucho, como a mí, como a muchos. Es irónico como los cómplices silentes, esos que no se ven, los que nos toman fotos, los que mandan a que nos las tomen, también lo sienten ¿Sientes culpa? ¿Sientes miedo? Espero que sí, como todos nosotros, espero, porque tú mejor que yo sabes quiénes estamos fichados, sabes quiénes somos, quiénes son nuestros hijos, quiénes no nos hemos vendido, a quienes ya no nos quieren contratar, sabes a qué hora he llegado a casa y con quién, mis hábitos”.
Ehécatl comparte la desazón, el sentimiento de desamparo en que los ha colocado de nuevo la realidad. Por ello escribió este texto para serenarse.
Esa tarde, Rubén estaba particularmente sensible. Había dormido mal. De hecho, mucho tiempo llevaba durmiendo mal. Pesadillas de exiliado, supongo.
Pero estaba sensible. La tarde en que lo conocí, estaba muy sensible. Tanto, que cuando le pregunté cómo se sentía, cómo es que soportaba su condición de periodista desplazado, no tuvo duda:
-Tengo muuuucho miedo.
Lo dijo y lo sentí. Sus ojos, como ciruelas negras, tenían un cierto paño gris que los tornaba abrumados, melancólicos. Sus manos eran de un apretón blando, como cachorros asustados. Su cuerpo se encorvaba, como pidiendo abrazos.
Sí. Rubén tenía miedo.
La periodista Daniela Pastrana, directora general de la Red de Periodistas de a Pie, ya me había contado algo de su historia: Rubén, un fotoperiodista treintañero que ejercía su trabajo en Veracruz, debió salir de Xalapa ante la serie de amenazas, tanto veladas como directas, que había recibido por su trabajo y activismo recientes.
Ya había sufrido el desprecio manifiesto del equipo del gobernador Javier Duarte, que en diversas ocasiones lo había expulsado de los actos públicos. Ya lo habían llamado “guerrillero”, por su activismo a favor de los periodistas. Ya lo habían amenazado, esas mismas personas, con la frase lapidaria: “deja de tomar fotos o te va a pasar lo mismo que a Regina” (Martínez, la corresponsal de Proceso asesinada en Veracruz en abril de 2012, en total impunidad), cuando participó activamente en la colocación de una placa metálica que recordaba ese homicidio.
Por eso, aquella tarde en que íbamos a entrevistarlo para el programa en Rompeviento TV, tenía particular interés en preguntarle a Rubén sobre su estado de ánimo, sobre sus emociones más íntimas, para entender la circunstancia del hombre detrás del reportero.
- Si me paso de lanza, avísame, por favor- todavía le dije, antes de comenzar el programa.
- No te preocupes, carnal… me hace bien hablarlo- dijo. Y comenzó a hablar.
La cosa es difícil en Veracruz
- La cosa es difícil en Veracruz… a todas luces, todos lo sabemos… yo tuve que salir por intimidaciones. No una agresión directa, como tal, pero por sentido común. Acababa de pasar el ataque a los estudiantes, a los cuales agredieron brutalmente con machetes y todo… y entonces… no podemos, en esta situación, hacer menos ¿no? cualquier tipo de intimidación porque no sabemos qué es lo que pueda suceder- dijo.
Eran intimidaciones claras.
La mañana del 6 de junio, al salir de su casa en el centro de Xalapa, Rubén se percató de un hombre que lo miró fijamente. Sin prestarle más atención, siguió su camino.
Por la tarde, ya en su casa, un colega fotógrafo le avisó que había una protesta de estudiantes en la Rectoría de la Universidad Veracruzana, que buscaban reunión con las autoridades. Al salir de su casa nuevamente, Rubén observó que, en la esquina de su calle, un grupo de tres hombres en un taxi en marcha miraba hacia su domicilio.
-Noté su presencia porque era muy notoria. Ellos querían que yo los viera- dijo Rubén.
Uno de los hombres le hizo una seña (la típica seña del ¿qué te traes? ) segundos antes de tomarle una fotografía. Entonces que Rubén cayó en la cuenta: era el mismo hombre que había visto por la mañana.
- Era un tipo con una playera azul, de un equipo de futbol, unas bermudas blancas y unos zapatos de vestir…
- ¿Alto, moreno…?
-Sí, alto… era… corte militar… personas que no son de ahí porque yo vivía en el Centro y ubicas a la mayoría de la gente… entonces llegué a Rectoría y vi a tres amigos. Les conté y me sentí más tranquilo.
Lo que ocurrió después, fue el autoexilio. Tras otra serie de amenazas veladas, Rubén decidió salir de Xalapa, por prudencia. Acogerse a la sensatez y salvar su vida.
No era para menos. Cada reportero o fotógrafo veracruzano puede conocer a la perfección el rosario de la impunidad homicida de un solo sexenio:
Noé López, asesinado en junio de 2011.
Miguel Ángel López Velasco y Misael López Solana, ejecutados en marzo.
Yolanda Ordaz, asesinada en julio.
Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez, embolsados y arrojados al canal de aguas negras La Zamorana en mayo de 2012.
Víctor Báez, asesinado un mes después.
Goyo Jiménez, ejecutado el 11 de febrero de 2014.
Moisés Sánchez, encontrado muerto el 2 de enero de este 2015.
Igual que Armando Saldaña, en mayo.
Juan Mendoza, en julio.
Y Regina, por supuesto. Cuyo crimen permanece básicamente impune, igual que los otros, aunque haya una verdad oficial.
Por eso Rubén huyó. Literalmente, de esa cuna de homicidios contra periodistas que es ahora Veracruz, de ese lugar donde, como él mismo dijo, “los medios de comunicación están al servicio del dinero y de la corrupción”, donde “reporteros y fotógrafos se pelean por desayunos de 45 pesos”.
-Para mi ha sido muy difícil esta situación… por cuestión mental, emocional y económica también ¿no? Es un cambio radical en mi vida. No comienzo de cero, pero sí empiezo de nuevo- dijo Rubén. Hacía el recuento de sus pérdidas.
-Me da mucho coraje, tristeza y dolor también que una persona decida el rumbo de mi vida. Haya decidido cuánto y en qué momento- comentó. Acariciaba sus manos constantemente. Veía hacia el techo. Abría los ojos para enfatizar las frases. Se contenía.
-¿Tú presentaste denuncia?-le preguntó Daniela.
-No porque… porque… no confío en ninguna institución del estado…
-¿Ni en el mecanismo federal, en la PGR…?
-En el mecanismo federal estoy con pláticas… - dijo Rubén, antes de soltar una revelación demoledora:
-No confío en la CEAPP, que es la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas en Veracruz… pero no creo no por nada más hacerlo así: el 14 de septiembre, cuando nos roba la policía equipo fotográfico y todo, que hasta la fecha no nos ha entregado nada, al compañero Roger, del periódico Imagen, ya le habían hablado del gobierno del estado. Miguel Valero, que era Enlace de Prensa, le había hablado para ofrecerle dinero para que ya no dijéramos nada. Él, Roger, cuando va a la CEAPP, la gente de la CEAPP le dicen: “pues ya, mejor acepta el dinero”. ¿A qué grado estamos de indefensión?- dijo. Y sonrió.
-¿Qué viene para ti?- le pregunté, cuando terminamos de grabar.
-Estoy viendo algunas cosas… tengo opciones que quiero hacer. Pero no tengo nada todavía- dijo.
Le hablé de Diario 19, el proyecto digital de mi tocayo Luis Cardona, un reportero de Coahuila que fue secuestrado y ahora encabeza un esfuerzo colectivo especialmente impulsado por colegas desplazados de los estados más violentos de México. Ya sabía de él.
Quería vincularlo de alguna manera. Le pedí su número. Lo anoté. Él el mío. Y nos despedimos. Con un abrazo largo y una mentira: “todo va a salir bien”.
“Mataron a Rubén”
El mensaje llegó a mi teléfono alrededor de las seis de la tarde del sábado: “Hola. Te tengo la espantosa noticia de que ya confirmaron que el cuerpo de Rubén esta entre los cinco asesinados en una casa anoche”.
A la pregunta sobre qué había ocurrido, la respuesta fue: “no sabemos. Encontraron cinco cuerpos anoche, amarrados y con dos disparos”.
Unas horas antes, por las redes sociales se había difundido la alerta de su desaparición: “Se ha dado formal aviso a las autoridades para que pongan en marcha los protocolos de localización del fotoperiodista”.
La organización Artículo 19 había publicado también que Rubén perdió contacto con sus amigos desde la tarde del viernes y que su familia había accedido a que se lanzara la alerta pública. Eso abría una serie de esperanzas. Aunque pequeñas. Que estuviera desconectado, pero a salvo. Que fuera una confusión. Que fuera cualquiera otra cosa.
Pero no. El mensaje confirmó que había sido asesinado.
Yo sentí un espasmo. Similar a los que ya había sentido cuando confirmamos la muerte de Goyo, cuando confirmamos la muerte de Regina: un espeluzno que comienza en el centro de la panza, casi parecido a un ardor, y luego se convierte en una tormenta que llena todo el abdomen, hasta el pecho, hasta el cuello, hasta la cabeza. Como una borrachera de temor que enchina el cuero, ¿no? Como una súbita borrachera que comenzara en la boca del estómago y derramara sobre el cuerpo un aturdimiento lechoso, licuado.
Y las preguntas: ¿Quién lo mató? ¿Por qué vinieron a matarlo a la ciudad de México? Si él no cubría asuntos de narcotráfico, si él se especializó en la cobertura de movimientos sociales ¿por qué la saña asesina, de tortura, de tiro de gracia? ¿Por su activismo en la causa del periodismo? ¿Por su participación activa en impedir la desmemoria en el caso de Regina? ¿Por fotografiar a un gobernador?
Cuando platiqué con algunos colegas que están en condición de desplazados en la ciudad de México, el panorama era desolador: “fue por lo de Regina. Lo mataron porque quieren desaparecer todo rastro del crimen de Regina”, me dijo uno. “Lo cazaron. Lo cazaron”, me repitió otro. “¡¡No puede ser… no… no puede ser!!”, dijo uno más a quien yo le di la noticia.
Y la conmoción de todos. Porque la ejecución de un joven fotoperiodista de 31 años, en plena ciudad de México, abre un desasosiego como abismo en todos nosotros: no hay ni un solo lugar para estar a salvo en México. Ya ninguno.
Y los boletines oficiales: “las víctimas femeninas tenían 18, 29, 32 y 40 años de edad, mientras que Rubén Manuel Espinosa Becerril, 31 años. Éste último era soltero, originario del Distrito Federal y fue identificado plenamente por sus familiares, quienes declararon que su regreso a la capital del país, fue debido a que éste no tenía trabajo en Veracruz, donde vivía desde hace 8 años, y aquí estaba en busca de una oportunidad como reportero gráfico”.
* * *
Varios centenares de periodistas, fotógrafos, entre mucha gente más, se concentra en el Ángel de la Independencia. Las fotografías y videos que replican las redes sociales, los medios digitales, tienen el mismo rostro: Rubén.
En blanco y negro. En pancarta. En mantas. En máscaras. En fotografías impresas.
Rubén mira hacia la gente que está en el lugar.
Mira hacia las cámaras. Sus ojos como ciruelas negras, abrumados, melancólicos, nos retan junto a la manta desteñida, ajada de tanto uso: “Justicia”.♠
Apenas dos semanas después de que Luis Videgaray anunciara a los mexicanos que debían ajustarse a una nueva realidad “reduciendo los gastos”, un integrante del Estado Mayor Presidencial (EMP), el subjefe de Logística Osbaldo Trejo Carbajal, ha reservado la suite más suntuosa disponible en Bruselas, para la visita del presidente Enrique Peña Nieto.
Un viaje a todo lujo, según ha podido comprobarse a partir de una serie de documentos filtrados a través de la plataforma Mexicoleaks, que bien pueden resumirse así: en su gira de tres días por Bélgica, en junio próximo, cada día de hospedaje del presidente Peña Nieto le costará a los mexicanos más de 49 mil pesos.
Son las tarifas que anota el Hotel Sofitel Brussels Europe, uno de los más prestigiados de la capital belga, en su presupuesto número 26884422: un total de dos mil 850 euros, por cada una de las noches que el mandatario mexicano estará en esa ciudad, del 9 al 12 de junio próximos.
Según tal presupuesto, cuya reservación fue confirmada el 5 de mayo pasado, Peña Nieto ocupará la suite Ópera, un apartamento de 132 metros cuadrados, ubicado en el ático del hotel.
La suite cuenta con”cama King-Size, amplio salón, baño con ducha hidromasaje, vestidor, alacena, terraza con vistas al parque y al Parlamento Europeo y habitaciones conectadas a petición”, según puede leerse en la página del hotel www.sofitel.com.
Un hotel precioso, lujoso, “digno de un monarca”, tal como recomiendan diversos huéspedes del Sofitel Brussels Europe en las páginas electrónicas de Hoteles.com, de reservación de hospedaje.
Ubicado en el corazón de Bruselas, en la céntrica Plaza Jourdan, a unos cuantos metros del Parlamento Europeo, el Sofitel Brussels Europe dice de sí mismo.
“Sorpréndase con los sofisticados diseños del famoso arquitecto parisino Philippe Capron. Un tragaluz circular refleja el mármol blanco y negro, y la pared acristalada guarda los murmullos de una cascada”, propone.
También sugiere disfrutar de la cerveza belga en la terraza de la azotea, cuyas vistas hacia el centro de Bruselas son consideradas espectaculares. “En el bar y el restaurante del hotel, saboree una comida gourmet preparada con los mejores productos del mercado de la Place Jourdan y la miel de las colmenas”, invita.
En su página de Twitter @SofitelBxlEur el hotel hace énfasis en el servicio de calidad en sus bebidas, cocina gourmet internacional y en el lujo de cada uno de sus espacios.
Pero los 49 mil pesos diarios que gastarán los mexicanos durante la gira a Bélgica no son la única erogación, porque el presidente Peña Nieto nunca viaja sólo.
Si bien hasta el momento la Presidencia de la República no ha confirmado si, como en otras giras, también acudirá la familia de Peña Nieto, el documento señala la reservación de una sola persona para la suite Ópera, del 9 al 12 de junio.
El resto de la comitiva mexicana dispondrá de todo un piso -el séptimo, según pudo saber el corresponsal de la revista Proceso, Marco Appel- y de un total de 37 habitaciones.
Además de la suite Ópera que ocupará Peña Nieto, se reservaron 10 habitaciones dobles y 20 habitaciones individuales. También se dispuso de 4 habitaciones Luxury individuales y tres Junior Suite individuales y tres más Prestige Suite, también para una sola persona.
El hotel describe estas habitaciones como “espacios para disfrutar el confort y el lujo” de entre 37 y 50 metros cuadrados, que cuentan con camas Queen Size, pantallas planas, equipos de sonido, además de acceso a un Fitness Center y desayuno Europeo consistente en jugo, pan, jamón, yogurt, leche, miel, cereal, fruta y omelett con salmón noruego, champiñones o quesos diversos.
No se escatima. El costo total del hospedaje para el grupo denominado Embassy of Mexico, del cual se identifica como organizador a Bruno Antonio Fraire Lastra, es de 55 mil 740 euros, con impuestos y servicios incluidos.
Cualquiera que haga la conversión de esa cantidad a pesos mexicanos encontrará una cifra cercana al millón de pesos. Sólo en hospedaje.
"Apretarse el cinturón", como sugirió Videgaray, parece no aplicar en estos casos.
Para garantizar el pago total del monto se acreditó la tarjeta de crédito terminación 6783, a nombre de Trejo Carbajal, un licenciado en Administración Militar egresado en 2001 de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, con capacitación en Inteligencia Militar en Estados Unidos y adscrito actualmente al EMP de la Secretaría de la Defensa Nacional.
¿Y a qué va Peña Nieto a Bruselas?
Según pudieron comprobar los periodistas del equipo de investigación del portal Aristegui Noticias, para esa primera semana de junio está programada la cumbre UE-CELAC, que congregará a mandatarios y representantes de Latinoamérica, Caribe y la Unión Europea.
De acuerdo con la página del encuentro, estarán presentes 61 jefes de Estado o de Gobierno encabezados por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk y se espera que ocurra ahí la actualización del acuerdo comercial entre ambas regiones.
El lema de la cumbre económica es: “Modelar nuestro futuro común: trabajar por unas sociedades prósperas, cohesivas y sostenibles para nuestros ciudadanos”.
Los datos recabados hasta ahora señalan que la gira de trabajo de Peña Nieto tiene como objetivo la reunión UE-CELAC el 10 y 11 de junio, y una reunión bilateral México-Unión Europea el 12 de junio.
De acuerdo con fuentes de la Presidencia, Peña Nieto podría prolongar su estancia unos días más, para concretar una visita oficial a Italia. El costo de esta etapa del viaje aún se deconoce.♠
El sólo título ya es demoledor: “México, las ruinas del futuro”. Pero el contenido del documento, avalado por casi un centenar de investigadores, académicos, artistas e intelectuales que convergen en el Instituto de Estudios para la Transición Democrática, no deja lugar a la duda en el análisis de la realidad mexicana tras el caso Ayotzinapa:
“Cuerpos policiacos, Ejército, partidos políticos, procuradurías de justicia, aparatos de inteligencia, gobierno local y gobierno federal tienen una grave e inocultable responsabilidad, y su actuación, por omisión o comisión, configura un fracaso mayúsculo del Estado mexicano”.
México vive un momentoplástico, como lo define José Woldenberg, uno de los principales impulsores de esa reflexión colectiva: hoy nadie sabe, con certeza, qué puede pasar. Y cómo.
Para entender los días que vivimos, para tratar de entenderlos, es que dialogamos con el ex presidente del IFE, quien desde su modesto cubículo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, rodeado por muros de libros, dice: los puentes entre la sociedad y el gobierno son débiles y lo que está en juego es precisamente eso, “si el gobierno será capaz de procesar esto que está sucediendo y ofrecer una vía productiva”.
Quizá ninguno otro de los presidentes que ha tenido el organismo electoral mexicano pueda jactarse de la condición que hoy ostenta Woldenberg: ser reconocido como figura de respetabilidad y honorabilidad tras su función como conductor de la transición electoral que arrebató el poder al PRI por primera vez en su historia.
Su apellido salió indemne, y desde esa posición es que sus palabras suenan aún más rotundas: “yo también tengo miedo… me da miedo no encender aunque sea una velita de esperanza. Porque la situación sí es delicada”.
-Doctor, la pregunta principal parece ser ¿cómo reestructurar al país, en un momento como éste, tan convulso en términos sociales y políticos?
- Creemos que lo primero es intentar colocar en el debate público diagnósticos y propuestas. A nadie escapa que México vive una situación singular en donde hay muchos reclamos, irritación y malestar. Y todo eso se entiende. Hay sectores de la sociedad movilizados y eso puede ser visto como un elemento positivo y esperanzador. El asunto es cómo ir construyendo una agenda que sea inclusiva y capaz de resolver lo que esta crisis develó: entre otras muchas cosas, graves problemas en los gobiernos municipales, focos de alarma en la persecución de los delitos y la impartición de justicia (las policías, los ministerios públicos, los jueces, los reclusorios) e incluso un cierto rebasamiento de los gobiernos. Lo peor que podría pasar es cerrar los ojos ante eso y pensar que la inercia los va a resolver.
-Hay una certeza, Doctor, el gobierno federal parece no estar dispuesto a escuchar esta voz de las calles… más allá de la violencia… parece no haber capacidad de escucha, de atención a las demandas profundas que grita la calle.
-No estoy tan seguro.
-¿Usted cree que sí?
-Digamos… yo creo que lo que se juega en los próximos días y semanas es eso: si el gobierno será capaz de procesar esto que está sucediendo y ofrecerle una vía productiva… yo no cerraría la posibilidad de que el propio gobierno tenga que hacer un planteamiento de por dónde salir de esta crisis. Creo que está obligado a ello ¿no?
-¿Cuáles pueden ser las opciones?
-Hemos puesto siete temas sobre la mesa, pero no los consideramos una agenda cerrada, sino una proposición flexible que tiene que alimentarse de otros diagnósticos, de otras formas de ver las cosas. Hablamos del tema de los derechos humanos. Casos como los de Tlatlaya o Ayotzinapa no pueden volver a repetir. Creo que lo que más ha agraviado a las personas es descubrir, en el caso de Ayotzinapa, la complicidad de autoridades, policías y delincuentes. Y en ese sentido, al tema de los derechos humanos y la atención a las víctimas no puede dársele la espalda. Y no sólo eso, tenemos que ir más allá: debemos repensar y rehabilitar el poder municipal
-Con otras lógicas, con otras estructuras…
-Entre otras cosas. Hemos tomado conciencia de que es el eslabón más débil: en esta lucha contra el crimen, donde más puede penetrar y llegar a subordinar a un poder, es precisamente en el área municipal. Tendremos que volver a repensar esto. Además de que, cuando hablamos de municipios en México, hablamos de realidades muy distintas… Guadalajara, Monterrey o Tijuana son municipios igual que Coatecas Altas en Oaxaca.
-¿Se puede plantear una lógica única para esta diversidad?
- Eso es lo que tenemos que discutir. En temas como las policías es evidente que un municipio que tiene tres millones de habitantes, va a tener un cuerpo policiaco relativamente robusto. Pero en poblaciones de dos mil habitantes, lo que tenían eran dos policías que se dedicaban a tipos que se emborrachaban, pleitos en la calle. Esa era la dimensión de los problemas que atendían las policías municipales. Ahora no es así, por eso creemos que hay que repensarlo.
También el tema del poder judicial. Tiene que ser uno de los eslabones fuertes para lograr una convivencia medianamente armónica entre nosotros. No puede estar fuera de la agenda.
-No funciona…
-No, no tanto que no funcione… cuando realmente se resuelven conflictos entre personas o entre personas y el Estado es porque hay un Poder Judicial, es decir… todo tipo de conflictos.
-Hay una analogía que se escucha en las calles: es como ocurre con un cuerpo… cuando el órgano del Poder Judicial no funciona, se nota: hay fiebre en el cuerpo enfermo de la sociedad.
-En efecto… pero los conflictos que son inherentes a la vida en común encuentran un cause para resolverse por una vía pacífica. Ese es el problema de más fondo: es una utopía pensar que en la sociedad no va a haber conflicto, de muy diferentes tipos. Quien ensueña una sociedad sin conflictos no está más que poniendo en movimiento un ensueño conservador. Vivir en sociedad y conflicto, son sinónimos. ¿A qué se aspira? A que haya una vía para solucionarlos. Y ahí el Poder Judicial es el que juega un papel más relevante.
-A que puedan dirimirse esos conflictos con equidad, con igualdad de oportunidades…
-De acuerdo al Derecho. Que cuando un pobre y un rico se vean en circunstancia los jueces actúen de la misma manera. Que ante dos casos similares no se erijan dos varas y dos medidas.
Propuestas para dialogar
El documento de trabajo que circuló el IETD plantea una realidad: “estamos obligados a reformar todo lo que exige una situación inédita y ominosa, como la que atravesamos hoy”.
Más allá de apostar por el colapso, del “entre peor, mejor”, se trata, dice Woldenberg de plantear los temas de una agenda básica, inicial, de temas de urgente discusión nacional.
-Planteamos tres temas de mayor alcance: la pobreza y la desigualdad. Somos un país demasiado desigual. De hecho no somos un país, somos muchos países. Y ese archipiélago de realidades cruzadas por la desigualdad económica, de acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, lo que construye es una serie de grupos con muy escasa cohesión social y donde late mucha tensión, mucho rencor, mucha rabia que no permite construir eso que metafóricamente se llama tejido social. Ahí se ha prohijado esta escalada de violencia.
También está el combate a la corrupción. Si algo develó de una manera dramática y dolorosa el tema de Ayotzinapa es el nivel de corrupción que se había llegado en el gobierno municipal y sus policías.
Luego, pensar en la crisis de representatividad, administrativa y de capacidad de gobierno. Creo que este es un momento plástico, un momento en donde nadie puede saber cuál va a ser el desenlace. Hay muchos actores en el escenario, con diferentes intenciones. Creo que lo mejor, a lo que hay que apostar es a una vía de reformas que hagan mejor nuestra convivencia. Creo que esa es la intención profunda del documento.
-Lo que ustedes plantean es una agenda para dialogar…
-Lo nuestro es un diagnóstico y una propuesta. Pero no es La Propuesta, sino Una Propuesta. Ojalá surgieran otras propuestas para ir embarneciendo esta conversación pública y generar un contexto de exigencia a todos: al gobierno, a las organizaciones civiles, a los movilizados.
-Esta mañana el secretario de Gobernación anunciaba que, en algún momento de esta semana, el Presidente Peña Nieto presentaría una serie de propuestas de reformas en materia de estado de Derecho y yo me preguntaba ¿pues a quién le preguntó ¿Con quién las estructuró? Pienso, no se si esté de acuerdo, que ahí está un problema: en la falta de diálogo con la sociedad, en una total disociación entre este gobierno y la sociedad...
-Faltan puentes de contacto. Eso sí. Una total disociación tampoco creo que exista. La sociedad mexicana es muy compleja y los puentes de contacto que hay entre el gobierno y esa sociedad existen, aunque son débiles. Pero no son dos universos totalmente separados. Ahora, de lo que usted decía, el anuncio del secretario: creo que mucha gente, entre ellos yo, sí estamos esperando un planteamiento del gobierno. A lo mejor no un planteamiento acabado, pero sí una primera reacción a cómo ha impactado esto a las instituciones de gobierno y cómo están viéndolo. A mi me gustaría oír un diagnóstico y una serie de propuestas. Y cómo se van a socializar estas propuestas, porque nunca está de más saber lo que el gobierno está pensando para atender esta situación que estamos viviendo.
-Los actos recientes ¿no nos dan una idea de lo que está pensando el gobierno? Sin magnificarlo, circunscribiendo los hechos a su propia realidad: ¿no nos dice qué piensa el gobierno esta penalización de la protesta pública?
-Yo creo que, hasta donde vamos, el gobierno ha sido tolerante en el ejercicio del derecho a la manifestación pacífica. Incluso en casos como el de Guerrero, donde las manifestaciones han llevado a la quema del palacio de gobierno, municipios, oficinas. A lo mejor ha sido excesivamente tolerante. El problema es que cuando ha respondido a los actos violentos, en algunos casos a quienes se aprehende es a personas inocentes. Y ese es el quit del asunto. El problema es cuando pagan justos por pecadores, que se agarra a personas que estaban ejerciendo el derecho a manifestarse. Ese es el quit del asunto.
¿Nos gobiernan los cínicos?
-Hay una percepción en las calles: una especie, llamémosle de orfandad en la sociedad respecto de sus representantes. Una falta de confianza explícita hacia ellos. ¿Cómo tender nuevos puentes de confiabilidad hacia ellos?
-Pues esa es la pregunta del millón, porque en efecto sí hay una crisis de representatividad. México logró en los últimos años abrir un cause para el pluralismo político, y esa fue una muy buena noticia. Pasó de ser un sistema de partido hegemónico a un sistema de partidos equilibrado. De elecciones sin competencia, a elecciones muy competidas. De un mundo de representación que era monocolor a un mundo plural lleno de contrapesos. Y el ejercicio de las libertades es inmensamente superior a lo que era hace treinta o cuarenta años. Ahí hay un avance muy importante que hay que saber aquilatar. Yo decía, sin embargo, que este avance no había sido acompañado por un avance en el fortalecimiento del estado de derecho y en la creación de una sociedad menos desigual.
Si nuestra convivencia estuviera soportada en un trípode, hemos avanzado en democracia y no hemos avanzado nada en equidad y configuración de un estado de derecho digno de ese nombre…
-Y viene el proceso electoral del 2015…
-Imagino que los partidos y los candidatos harán un esfuerzo, esperaría yo mayúsculo, para volver a tender esos puentes. Y están las candidaturas independientes. Ahí hay una vía para que los ciudadanos interesados puedan en 2015 contender por diferentes cargos. Tampoco hay que alimentar esa idea de que tenemos una sociedad política de todos los males y una sociedad civil que es el manantial de todas las virtudes. Yo creo que hay muchas más líneas de contacto entre la sociedad civil y la sociedad política que la que estamos dispuestos a reconocer, porque nuestros diputados, nuestros senadores, nuestro presidente, salieron de entre nosotros.
-¿Son un espejo de lo que somos como sociedad?
-Tampoco, a lo mejor no es exacto el espejo, pero salieron de ahí. Y en ese sentido pues también quizá no seguir alimentando esta retórica antipolítica es conveniente. Porque yo creo que al final a lo único que lleva es a la frustración y a la decepción. Si de aquí va a salir algo positivo, la política es necesaria.
-Yo soy de los que piensa que estamos gobernados primordialmente por gente que se ha vuelto cínica con el ejercicio del poder…
-Yo creo que hay de todo, en los diferentes niveles de gobierno y en los diferentes partidos. Yo, durante una etapa de mi vida, tuve un contacto muy intenso con los diferentes partidos políticos, y si algo aprendí es que en las diferentes formaciones hay gente muy buena y gente muy mala. Que es muy difícil meter en un mismo carcavón a todo aquel que hace política en México. Hay gente que se preocupa y se ocupa, realiza su trabajo y ese trabajo se puede ver. Y también hay una gran capa de cínicos y logreros, eso también.
-Doctor, me pregunto si un líder político tan cuestionado, tan en la luz de actos presumiblemente corruptos puede encabezar una transformación como la que requiere el país…
-Yo creo que esta transformación tiene que ser concurrente. No creo que pueda hacerse sólo desde el gobierno. Y estoy convencido de que no puede hacerse sin el gobierno. Esas pueden ser dos fantasías que hagan mucho daño: pensar que el gobierno mexicano no existe o ha sido totalmente rebasado me parece que es ingenuo y es una ilusión que puede convertirse en un boomerang.
Por el otro lado, pensar que el gobierno puede solo en una situación como ésta, sin la concurrencia no sólo de las fuerzas políticas sino también de organizaciones sociales también me parece ilusorio. Si algo hemos visto es que el gobierno no es todopoderoso. Se requiere una operación concurrente de todos aquellos que quieran reformar las propias instituciones del Estado.
Los jóvenes y el futuro
-Doctor, en ese documento ¿dónde están los jóvenes?
-Los jóvenes son el motor de la movilización que estamos viviendo. En lo fundamental son los que han dicho ¡basta, no queremos impunidad, no queremos esta espiral de violencia, estamos hartos y estamos ofendidos! Pero al mismo tiempo, creo que ese movimiento tiene qué generar su propio horizonte.
-Me lo preguntaba, sin ánimo de descalificación, porque el promedio de edad de los “abajo firmantes” de su propuesta no se corresponde con la lógica de las calles…
-¿No…?
-¿Cómo se incluye en el debate formal, en el debate productivo y necesario a esa generación que está gritando y no encuentra cómo encausarse?
-Sí, el promedio de edad de los abajo firmantes es muy alto. En eso tiene totalmente razón. Nuestro instituto responde a otras generaciones. Ahora, ni los viejos ni los jóvenes estamos solos en el escenario.
-Pero estamos aislados. Cada cual por su lado…
-Sí, sí, yo me imagino que estas movilizaciones generarán las organizaciones, los liderazgos, los discursos, el diagnóstico y la propuesta que ellos mismos hagan. Y nuestra propuesta no pretende sustituirlo. Y aunque lo pretendiera, no podría. Pero esto puede ser un insumo, una reflexión que a algunos les genere sus propias reflexiones. En una situación tan fluida como ésta, creo que nadie puede aparecer con las tablas de la ley…
-Y eso sería absurdo…
-Totalmente absurdo pretenderlo. Esto es como decir que ojalá otras voces, otros colectivos, otros grupos nos dijeran cómo ven el país y qué es lo que quieren que cambie en el país.
-¿Teme usted a este momento plástico, como usted lo define?
-Yo temo a las espirales de violencia. Y les temo mucho. Porque, a diferencia de otros, creo que lo único que pueden ofrecer es destrucción, sangre, muertos, heridos y más rencores, más animadversión. A eso es a lo que yo le temo. A una escalada violenta.
-Esta polarización… esta abierta confrontación entre las visiones de país…
-Sigo pensando que lo fundamental de la movilización ha sido pacífica. Y aunque ha sido muy crítica, y con razón, ahí hay posibilidades de tender puentes para acuerdos, para convergencias, para construir. Creo que la inmensa mayoría de los mexicanos lo que quieren son una serie de reformas que hagan que nuestra convivencia sea más armónica, mejor, menos desigual, menos tensionada. Y eso es lo que hay que intentar forjar.
-¿Seremos capaces?
-Espero que sí. Lo hemos sido en otros momentos. No tiene por qué no. Creo que sí podemos construir un horizonte común, por lo menos de las fuerzas más implantadas en la sociedad.
-Usted es mucho menos pesimista que yo…
-Será que me da miedo… me da miedo no encender aunque sea una velita de esperanza. Porque la situación sí es delicada.
-¿Ha habido un momento tan delicado, en ese sentido, como el que estamos viviendo ahora?
-Yo no recuerdo uno tan delicado. No lo recuerdo.♠
Para el investigador Raúl Trejo Delarbre, la discusión nacional en torno de la salida de Carmen Aristegui de MVS marca un punto de inflexión, sólo equiparable en su alcance social al ya legendario golpe a Excélsior: hoy los medios mexicanos ya son un asunto cuyas vicisitudes no se pueden ocultar.
“No quiero hacer comparaciones maniqueas, pero sin lugar a dudas estamos ante el episodio de conflictos en los medios que más ha interesado a la sociedad mexicana, incluso por encima del interés que suscitó la salida de Scherer y su equipo de Excélsior en 1976”, dice.
Conocedor profundo de los resortes que soportan ese vínculo, siempre frágil, entre medios y gobierno federal, el catedrático del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM es claro en su señalamiento: a un sistema mediático de decisiones opacas se corresponde un gobierno de políticas comunicativas igualmente poco claras. A la negación mediática de abrir al escrutinio público las decisiones que afectan a sus audiencias, se contrapone un gobierno federal que sigue recurriendo a las presiones, al acoso, para silenciar las voces que son le son incómodas.
En una charla vía telefónica con Emeequis, Trejo Delarbre evalúa el conflicto medios-gobierno que ocupa la agenda de la temporada, revisa los efectos sociales de esa rispidez e incluso lanza un llamado a los medios que conforman la plataforma de filtraciones MexicoLeaks: lo que ha prevalecer es el mejor periodismo, documentado, serio, crítico, que aporte espacios para el debate argumentado. Algo que México ahora no tiene y tanto necesita.
Sin debate, pero con linchamientos
Desde donde nos encontramos nosotros, Doctor, vemos un escenario de turbulencia, de rispideces entre sectores de la prensa mexicana y del gobierno federal… ¿usted lo aprecia así?
Tenemos una prensa crecientemente crítica, y a veces con intereses que acicatean ese talante crítico, y una administración pública, un gobierno federal con una política de prensa que no es del todo clara, que acude a las presiones y a los acercamientos , que sigue haciendo un uso discrecional de la publicidad oficial y que no avanza en el sentido de las relaciones con la prensa.
Decía usted en alguna entrevista que era necesario convocar a una reflexión en torno de la libertad de expresión…
Yo no creo que haya que poner a discusión si tenemos que defender o no la libertad de expresión. Lo que he tratado de insistir es que este tipo de temas deben estar en el tapete de la discusión pública con argumentos y no solo con sentimientos, que los ha habido muchos
Reacciones emocionales…
Insisto en que a la democracia mexicana le falta un mayor ejercicio de deliberación en todos los temas. Prácticamente no hay asunto relevante de la agenda pública en el que tengamos una auténtica discusión. Falta mucha información en algunos casos, pero no hay discusión de ideas. Reforma energética, presupuesto, devaluación, el tema que sea: todos esos son temas en los que hay muchas opiniones pero pocas argumentaciones. No hay espacios para deliberar.
¿Esta falta de espacios será la causa de que estemos en gran desacuerdo, en lo que yo llamo inmovilidad?
No se si sea la causa principal. Quizá la causa principal sea la intolerancia de unos y otros, la ausencia de voluntad para construir acuerdos, la dificultad para mirar en los otros argumentos que pudieran ser atendibles y que incluso pueden modificar los propios. Pero sin duda, esta ausencia de espacios para deliberar –de espacios y de disposición para deliberar—es una de las grandes dificultades para que la sociedad mexicana no tenga entendimientos básicos.
Entendimientos básicos, que son…
Todas las sociedades, cuando son maduras, cuando avanzan, suelen tener una colección de asuntos en los que están de acuerdo: la defensa de la ecología, los derechos de las mujeres, la propiedad estatal de los energéticos, lo que sea. En México se nos han ido difuminando los acuerdos básicos que teníamos como resultado del proyecto constitucional de 1917. Acuerdos que se mantuvieron durante todo el siglo XX. Hoy no encuentro un sólo tema en el cual haya acuerdos capaces de cohesionar a los mexicanos, más allá de nuestras diferencias. Y creo que esto es producto de la inmadurez cívica y de la torpeza de los operadores de la política nacional.
¿En un ejercicio de imaginación extremo, qué responsabilidades podemos hacer recaer en los medios y qué responsabilidades en las autoridades?
Primero voy al gobierno: la responsabilidad del gobierno es proponer, abrir espacios para la interlocución y estar atento a las razones de otros. Pues casi nada de esto está ocurriendo. Las razones del poder político para tomar decisiones no suelen ser suficientemente explicadas. Yo sigo sin entender las razones completas de la Reforma Energética, que no han sido difundidas. O las razones de la política monetaria, o las de casi cualquier decisión. Y esto no ocurre porque, en lugar de argumentos articulados, el poder político, el gobierno, en todos los órdenes que incluyen al gobierno federal, al de la ciudad de México, a los de los estados, suele ofrecer eslóganes, fórmulas que suelen ser maniqueas, para reemplazar a la discusión.
¿Y desde la perspectiva de los medios?
Los medios de comunicación podrían contribuir a resolver este estancamiento si indagaran, si fueran más allá en la denuncia y sobre todo si estuvieran interesados en fomentar el intercambio de ideas. Pero esto no suele ocurrir. En los medios de comunicación, los espacios para expresar ideas son cada vez más reducidos.
Veamos: en las páginas editoriales de los periódicos hay cada vez menos espacio para la exposición de ideas y ninguno para el intercambio. Hay diarios en los cuales los articulistas tienen prohibido discutir entre ellos. Eso ocurre en Reforma y en otros. Los poquísimos lectores que tiene la prensa escrita no encuentran espacios de debate de ideas. En Internet, con ya sabemos, casi todos los espacios están salpicados de la intolerancia y el totalitarismo que sabemos que existe en las redes sociales.
Pienso en el caso de Ezra Shabot…
Sí. Es un ejemplo, bueno para la discusión, aunque lamentable por lo que revela: las decisiones profesionales del señor Shabot, en vez de ser discutidas como tales, son impugnadas a través de una persecución racial (el locutor de MVS tiene ascendencia judía, y ese se convirtió en el principal foco de ataque en las redes sociales) que es completamente inaceptable y que da mucha vergüenza constatar que sigue habiendo estos síndromes de intolerancia en México.
Hay un elemento nuevo: la puesta en marcha de una plataforma de filtraciones, que apuesta por ser una vía para que la sociedad vuelva a vincularse con los medios…
Ningún periodismo profesional puede depender exclusivamente de las filtraciones como fuente de la agenda que va construyendo. Las filtraciones pueden ser útiles para orientar circunstancialmente el periodismo de investigación, pero no me parece que deba ser la principal ni la única fuente. ¿Quiénes filtran? A veces ciudadanos que tienen en sus manos documentos importantes, pero sobre todo el interés político: políticos que quieren revelar malos manejos de sus rivales. Así ha sido la prensa mexicana.
Ha sido así…
La prensa de los años 60 era así. No quiero quitarle la importancia a la plataforma. Lo importante será que este nuevo espacio, que se conoce por las implicaciones indeseables que tuvo en el trabajo de Carmen Aristegui y su equipo con MVS, lo importante serán los criterios con que funcione.
Supongo que no se está pensando en reproducir filtraciones sin comprobar, porque estaríamos ante la reproducción indeseable de la murmuración, sin que nadie gane nada. El buen periodismo debe reconocer que, si bien se puede apoyar las filtraciones, no tiene por qué supeditar su agenda a lo que les digan otros.
Asistimos a episodios de intolerancia desde el gobierno
Percibo una especie de reforzamiento de esos hilos invisibles, pero tácitos, del autoritarismo gubernamental hacia ciertos medios, en contra de las voces que intentan disentir del coro unívoco de la mayoría de medios
Es un panorama complejo. Aunque creo que es un momento en el que hay más espacios abierto a la diversidad de ideas, no necesariamente a la deliberación, sí estamos asistiendo a algunos episodios que revelan un talante de intolerancia en el gobierno de la República y quizá –y esto lo digo con cuidado porque no hay denuncias suficientes al respecto—en la oficina de Comunicación Social de la Presidencia, tanto la actual como la inmediatamente anterior.
¿En qué se traduce?
En la ausencia de algunos comunicadores relevantes.
El caso de Carmen Aristegui…
Un caso muy conocido en el que, al igual que la señora Aristegui, no tengo evidencias de que la Presidencia de la República dispuso su exclusión de MVS, pero hay motivos, por lo menos políticos, para encadenar en nuestros análisis estos acontecimientos: primero, se hace la revelación de esto que se ha llamado la Casa Blanca (la revelación del equipo de Aristegui de una mansión multimillonaria vendida en condiciones opacas a Enrique Peña Nieto por el grupo contratista Higa) y unos meses después ocurre esta exclusión resuelta por la empresa, no sabemos a partir de qué presiones. El trabajo de periodismo de investigación de Aristegui y de otros, tendría que ser precisar estas acusaciones.
Ha habido otros casos…
Tengo que decirle que no los conozco con detalle: se ha mencionado la salida de Ciro Gómez Leyva del Canal Milenio TV, que no fue suficientemente explicada, aunque se ha mencionado que hubo molestia del gobierno por las cifras del combate a la delincuencia organizada. La exclusión del señor Pedro Ferriz de Con, cuyo periodismo no me suscita ninguna simpatía, pero cuya ausencia resulta preocupante. Y alguien comenta del caso de Nino Canún, que no se ni siquiera de qué medio salió… hay casos que podrían ser parte de decisiones empresariales, pero que por lo menos confirman una tendencia de las empresas mediáticas de enorme opacidad.
Sí…
Medios de comunicación que viven gracias a su exposición pública y suelen ser de lo menos transparentes, de lo más opacos cuando se trata de sus asuntos internos. Y esto no ocurre en todo el mundo. En los medios de Estados Unidos, cuando algún comunicador destacado sale de un medio, esta salida suele ser pactada y se anuncia hasta un año antes. En México, de un día para otro, los telespectadores de noticieros o los radioescuchas se encuentran con que ya hay otros conductores y nadie tiene la atención de darles explicaciones. Hay, por lo menos una falta de respeto a los derechos de las audiencias.
¿Ventanas contra el pesimismo?
En esta lógica hay un matiz: se repite en los estrados estatales y municipales…
Creo que en la discusión es importantísima la situación de los medios locales: la ausencia de respeto a los derechos de las audiencias, la prevalencia de criterios mercantiles por encima del interés público, las decisiones opacas, las relaciones de connivencia con el poder político, todo eso se reproduce con mayor dificultad, impunidad y alevosía en medios de los estados.
¿A qué se debe?
Hay menos supervisión de la sociedad, la sociedad crítica se encuentra con menos recursos… y a dónde volteemos: los medios en los estados del norte, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Baja California… los medios en Veracruz, donde hay un enorme déficit en la claridad que le debe el gobierno a la sociedad en su relación con los medios… en casi cada estado hay pequeños pero significativos grupos de ciudadanos que ya están preocupados por darle seguimiento a las políticas de medios y en casi todos los casos hay gobiernos muy poco interesados en rendir cuentas.
Doctor, soy pesimista como muchos respecto del panorama mediático actual... ¿usted tiene alguna ventana de claridad qué ofrecernos?
Bueno, yo no se si la mejor contribución que pueda hacer uno sea atemperar el pesimismo…
Por favor…
Decía Antonio Gramsci que es saludable mantener el pesimismo de la inteligencia sin perder el optimismo de la voluntad… es decir: a pesar de lo lúgubre que pueda parecernos el panorama que tenemos por delante, se debe mantener la decisión de hacer que las cosas cambien.
Y en el campo de los medios…
En el campo de los medios, creo que hay motivos para reconocer que hay cambios importantes: más allá del lamentable episodio de Carmen Aristegui y sus colaboradores, el hecho mismo de que este asunto se haya discutido tanto, de que haya centenares de miles de personas que hayan expresado al menos su adhesión firmando peticiones, y el hecho de que se conozcan muchos detalles de este asunto reconocido en México y en prácticamente todas las latitudes del mundo, indica que los medios mexicanos son un asunto de cuyas vicisitudes no se pueden ocultar.
¿Un parteaguas?
No quiero hacer comparaciones maniqueas, porque el periodismo de Aristegui tiene unas características y el que hacía Don Julio Scherer tenía otras, pero sin lugar a dudas estamos ante el episodio de conflictos en los medios que más ha interesado a la sociedad mexicana, incluso por encima del interés que suscitó la salida de Scherer y su equipo de Excélsior en 1976.
Si…
No digo que esto sea más relevante, pero en aquella época no teníamos internet, ni Twitter, ni Facebook, ni otros medios dispuestos a dar cuenta de este asunto. Hoy es un tema cuenta con muchísimos espacios para ventilarse, para exponerse, y esto creo que es parte de un cambio muy importante. Asistimos a una diversidad que comienza a ser irreversible.♠
Él es un chavo común. De estos tiempos: escuela, pedas, baile y gym.
Si uno lo visita en su muro, en sus redes sociales –la casa de todos– no encuentra nada distinto de lo que cualquiera otro muchacho cuelga de sí mismo cuando la vida tiene apenas 21 años.
Apenas poco más. Muy poco más. Excepto porque su rostro, una cara morena de casi hombre-casi niño, acaba de dar la vuelta al mundo.
Adán Cortés Salas, estudiante de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, irrumpe en Oslo, Noruega, en plena ceremonia oficial de concesión del Premio Nobel de la Paz 2014 a la activista pakistaní Malala Yousafzai.
Y su grito, su súplica ante la activista y los Reyes de Noruega –mientras blande una bandera mexicana manchada de rojo– se vuelve mundial:
-¡Please, Malala… México!
¿Quién es este nuevo niño héroe mexicano?
Sus amigos, sus contactos, dicen que Adán es un chavo normal. Súper normal.
Que va a la escuela, trabaja en la Alberca Olímpica Francisco Marquez, tiene amoríos y organiza algunas de las mejores fiestas de la banda. Porque se le da muy bien eso de organizar las fiestas.
Que tiene pasión por el deporte y desarrollar músculo. Que le gusta moverse, viajar, conocer, mirar: por eso estudia Internacionales, por eso está en Noruega, en un viaje que lo ha llevado por la región escandinava, su primer viaje a Europa, que él mismo financió con su empeño.
Y tal vez la mejor definición de quién es Adán, sea la que él mismo anota en su cuenta de Twitter, @adan_cortes_ : “nunca me arrepiento de nada, nunca me quedo con ganas de nada, siempre aprendo de todo y de todos. Sonriendo, arriba y adelante”. Un chamaco, pues, salido de la Prepa 6 como el mismo anota, que quiere enamorarse, hacer algo con su vida y ser feliz.
Su ideología de vida, colgada también de los muros del Facebook, es francamente sencilla:
“No acostumbro pensar las cosas dos veces… finalmente la vida sólo se vive una vez”, anotó un día.
“Mientras no pierdas la confianza en ti, no dejarás de volar”, escribió en septiembre.
“Cada que me levanto no me pongo zapatos, me pongo caminos”, puso en mayo, cuando visitó Real de Catorce, en San Luis Potosí.
Sus fotografías son fiesta, alegría. Vida joven como cualquiera otra.
El punto de inflexión, sin embargo, es el 5 de noviembre pasado.
Un primer mensaje colgado en su muro da cuenta de ello:
“Hoy dejo a un lado mis propios intereses, mi burbuja personal, para unirme a la realidad que está sacudiendo mi país… Porque lo que pasó y está pasando no es cualquier cosa, no fueron 43 personas solamente, fueron 43 hermanos mexicanos, 43 hermanos estudiantes, y creo que así como ellos pudimos ser cualquiera de nosotros, no podemos dejarlo pasar por alto…”
Es el dolor por el destino de los 43 estudiantes normalistas secuestrados en Ayotzinapa, Guerrero. El terror por un crimen perpetrado por instituciones del Estado contra un grupo de la sociedad indefensa.
Adán se encarga de marcar el mensaje como especial, como importante. De las 20 personas que lo aprobaron, ninguna opina.
En el mensaje parece estar decidido:
“En fin, para mi es momento de actuar, cualquiera que sea el resultado de esos actos, es mejor que no hacer nada y quedarnos nada más juzgando el movimiento desde nuestra zona de confort… YA SE DÓNDE VOY A CELEBRAR MI CUMPLEAÑOS, QUIEN QUIERA ACOMPAÑARME, BIENVENIDO! NOS VEMOS EN LA MARCHA”
Dos días después, cuando celebra su cumpleaños, él mismo se lanza un reto: “ser feliz contigo mismo y buscar compartir esa felicidad, sin compararte con los demás, sin sentirte menos y sin sentirte más que nadie, saberte capaz de cuidarte, respetarte y siempre tener la mejor disposición, honestidad y valentía para dar la cara a todas las circunstancias, eso es lo que me mantiene respirando, sonriendo y actuando 21 años, VIDA MÍA: SORPRÉNDEME!”.
Su muro va cambiando desde entonces.
El 17 de noviembre, vestido con indumentaria prehispánica, Adán encabeza la manifestación de apoyo a Ayotzinapa que se lleva a cabo en la capital de Costa Rica, frente al Teatro Nacional, en San José.
Adán es un guerrero, un Caballero Águila.
Delante de la manta con enormes letras rojas y negras que gritan, que denuncian ¡FUE EL ESTADO! Adán alza sus brazos, alas con plumas, para gritar su dolor, su angustia.
Va recorriendo el mundo con el mismo mensaje, porque trae un dolor. Una angustia, una rabia que le atraviesa el pecho y lo presiona:
“Sinceramente, cuando leí esto lo hice con lágrimas: un joven mexicano de 19 años, su delito ser estudiante y alzar la voz inconforme ante un gobierno corrupto… cuando a la gente por acá le platico sobre esto, realmente no pueden creer que soportemos el gobierno que tenemos en México… ‘a los responsables deberían buscarlos, matarlos y quemarlos como hicieron ellos con los estudiantes’, me dijo una amiga española…”.
Lo escribió Adán en su página de Facebook. El 8 de diciembre pasado. A las 13:47. Ya estaba en Noruega.
“Yo creo que realmente los mexicanos debemos unirnos y actuar para lograr un cambio, dejar de estar en nuestro individualismo y actuar como una verdadera sociedad. Quienes no dejan de criticar las protestas, quienes no dejan de juzgar este movimiento social, les pido un poco de EMPATÍA, que abran los ojos y asuman la realidad que vive el país, que va mas allá de la muerte de Chespirito y el Teletón…”.
De acuerdo con los cables de la agencia EFE, la policía de Oslo aún no sabe bien a bien cómo es que Adán (vestido con un saco gris, una cámara al cuello), se escabulle de los controles de seguridad.
Cómo llega hasta el salón donde se realiza la ceremonia del Premio Nobel. Cómo se acerca al podio y, frente al mismísimo Thorbjøn Jagland, presidente del comité de los premios y a Malala Yousafzai, saca la bandera mexicana manchada de rojo sangre y grita:
-¡Please, Malala… México!
No lo saben. Todavía no lo saben.
Los primeros indicios apuntan a que la astucia de Adán, como la de los antiguos Caballeros Águila, fue mayor que los estrictos controles de una ceremonia de abolengo.
Lo que sí se sabe, porque estuvo en los muros antes de que Facebook desactivara la cuenta, es que el gesto de Adán desató un abrumador apoyo solidario, contundente, pleno, de la gente de su edad:
¡Mis respetos, mi hermano!
“Tú estás dando la cara por nosotros, nosotros la daremos por ti cuando sea necesario… te rifaste, amigo”.
Más de 150 mensajes de ese tipo.
Según las agencias, Adán ha solicitado asilo político al gobierno noruego un par de días antes. Quizá tenga miedo, como todos. No hay certeza.
En las redes ya lo llaman el Niño Héroe.
Vistas las fotos, las frases, las notas, él mismo no se cree más que sólo un joven dolido, avergonzado, triste, por el país derrumbado, injusto, impune que tiene y que se niega a dejar como está.
Un chavo común. De estos tiempos: escuela, gritos, party y #YaMeCanse.
Dudé mucho en escribirte. Dicen que eres un temible terrorista. Que por eso te apañaron.
¿Y qué puedo decirte ahora? ¿Qué puedo escribir para ti, que sirva de algo en medio de este derrumbe que nos tiene a todos atrapados?
Miro las fotos en tu muro del Facebook –ese álbum abierto de la vida de cada uno de nosotros– y quiero encontrar ahí las supuestas claves de tu terrible subversión, la que dicen que encabezaste contra el Estado mexicano, la que te tiene encerrado en un apestoso penal de Veracruz junto a cientos de multihomicidas, narcos, ratas, sicarios a sueldo, perros de rabia infinita que nos muerden a todos.
Eres culpable, dice el gobierno. ¿Será por esa foto tuya del 11 de abril del 2011? Esa en la que apareces apretando los dientes ( que más que fiero te hace aparecer simpático) con tu botella de agua mineral en la mano derecha y el puño cerrado en la izquierda? ¿Esa será la prueba que tiene la PGR de tu peligrosidad social? ¿O el cristal estrellado detrás de ti, ese parabrisas que dice “La Bestia” y que colocaste detrás de ti para nombrarte?
¿Sería acaso tu opinión crítica sobre el deber ser del artista en tiempos de sociedades democráticas, oligárquicas o anárquicas? Esa reflexión feisbuquera que compartiste a tu amiga Eileen el 29 de mayo de 2013:
“Yo creo q para entender y determinar de una manera mucho más completa este tipo de cuestiones tienes q comenzar por definir una postura filosófica con respecto a la vida y al ser humano y a partir de ahí relacionarlo con la cultura, en este caso con una postura o un movimiento sociopolítico, es decir lo q importa es el medio y no el fin. El fin no justifica los medios”.
Intento deducirlo, Atzin. Quiero entender, o intentar entender, dónde está la puerta del infierno que dicen que encendiste.
Quizá sea en tu visita al Museo Soumaya para ver a Dalí. ¿Qué hay más subversivo que el arte? O en las fotografías de tu viaje solitario al desierto de Baja California. Dicen que en el desierto palpita la esencia salvaje de los seres humanos.
A lo mejor es el amanecer que atrapaste, con destellos imposibles. O la foto de la hamaca sicodélica con tu compa en algún punto de la ciudad de México. La gobernada por el priista camuflado.
O tu vuelo en paracaídas, Atzin, –después de todo, Águila es tu nombre en lengua Náhuatl— tu primer brinco del suelo a la tierra, justo un año antes de que tu vida diera un vuelco.
Quiero saberlo, Atzin. Quiero saberlo, compa. Si eres ese hijo de puta que dicen que eres, quiero mirarlo con mis propios ojos.
Supe de ti por las redes sociales ¿sabes? Cuando el Twitter comenzó a llenarse de mensajes que replicaban tu nombre y tu apariencia:
“#AtzinAndrade. 29 años. Estudiante de la escuela de arte de La Esmeralda, perteneciente al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA)”.
Ahí anotaron con claridad tu circunstancia: ibas en el contingente de tu escuela junto con todos tus compañeros. Como otros tantos centenares de miles que salimos, juntos, a las calles de la tarde del 20 de noviembre de 2014. Hartos de tanta muerte, tanta infamia y tanta zozobra por la desaparición de 43 estudiantes, como tú y tus compas. Hasta el gorro de mentiras. Hasta la madre de cinismo.
Pero en algún momento te perdiste de tu grupo, cuando la plancha del Zócalo de repente se oscureció y quedaste atrapado en la reyerta que se suscitó, porque los granaderos del Distrito Federal, gallardos, valerosos, entraron a cargar contra quien se les pusiera enfrente. Y tú estabas enfrente.
Según tus amigos, los que no se han cansado de replicar el Hastag #AtzinAndrade, mientras estuviste en la SEIDO –ese engendro judicial que lo mismo deja escapar a narcotraficantes poderosos, que encarcela a luchadores sociales— reportaste unos golpes muy fuertes en las piernas. Y no podías caminar. Igualito que el país, compa: golpeado y detenido.
Ellos también, tus compas, consiguieron un video del momento preciso en que te agarraron los granaderos. Un corto demoledor, de apenas 19 segundos:
La plaza está a oscuras. Entre las sombras, tu voz.
-¡Soy estudiaaanteeee!-gritas. Traes una camisa azul, un pantalón beige. Un chaleco o chamarra. No se ve muy bien.
-¿De dónde eres?- alcanza a decir el compa que carga la cámara (o el teléfono, quién sabe) mientras tú eres sometido por los policíaas.
-¡De La Esmeralda. De Bellas Artes!
-Tu nombre completo… otra vez.
-¡Atzin Andrade… soy estudiante. Estaba parado y me llevan!
-Sale Atzin… ¡suerte!
Y luego las voces difusas: “Atzin Andrade… apunten… no estaba haciendo nada”. Y la noche en México. Esa noche oscura y tenebrosa que nos ha confinado desde hace demasiado tiempo.
“Cuando los granaderos lanzaron los gases lacrimógenos, Atzin se encontraba en el asta bandera esperando a sus amigo. En medio del desconcierto se quedó solo tratando de localizar a sus compañeros por teléfono. Entre la nube de gas, le salieron cinco granaderos, quienes lo golpearon y lo retuvieron en Palacio Nacional”, contó tu hermana Citlalli a los medios.
Ya sabes. Lo típico de un país con la justicia retorcida: te impusieron un abogado de oficio, como a los otros 14 muchachos detenidos, y antes de que cumplieras las 48 horas legales de detención fuiste trasladado al penal de Villa Aldama, en Veracruz.
“Primero lo acusaron de terrorismo, crimen organizado y tentativa de homicidio”, dijo tu hermana, casi llorando, “luego le quitaron terrorismo y crimen organizado y los cambiaron por delitos de motín, asociación delictiva y tentativa de homicidio”.
Y unos días después comenzaron las organizaciones civiles, los luchadores sociales, hasta algunos políticos, como Cuauhtémoc Cárdenas: “Pedimos con toda energía la liberación de los jóvenes arbitrariamente detenidos el pasado 20 de noviembre que han sido remitidos a penales de alta seguridad”.
Clara Jusidman, incluso, dijo lo que todos sabemos: “otra vez, los demonios andan sueltos”.
¿Eres un terrorista, Atzin? ¿Debo temerte, como ellos dicen?
Unos días antes de tu aprehensión, escribiste algo que me ha dado vueltas la cabeza durante varios días:
“Quien aunque sólo en cierta medida ha alcanzado la libertad de la razón, no puede ya sentirse sobre la tierra más que como un viajero, y ni siquiera como un viajero hacia un objetivo final, pues no lo hay. Deseará, sin embargo, observar y tener los ojos bien abiertos para dar razón de cómo se comportan verdaderamente todas las cosas en el mundo; por eso no podrá ligar sólidamente su corazón a ninguna cosa en particular: hay en él algo errante, que encuentra su placer en el cambio y en la transitoriedad”.
Es Nietzsche. Lo colgaste en tu muro el 13 de noviembre a las 7:23 de la noche. A catorce personas les ha gustado. A quince, conmigo.
Está ahí, junto con tus carcajadas, tus comentarios sencillos, tus ligues, tus rolas, tu vida.
Oigo la música que te gusta:Mozart y Vivaldi, Yann Tiersen, Café Tacuba y Janis... la edulcorada Adele, el inmortal Leonard Cohen… ¡hasta Sinatra, Aztin… Sinatra, carajo!
Veo tu vida reflejada en todo eso que quisiste compartir de ella y una certeza me estalla en la cabeza, como una bomba molotov que hubiera detonado justo a mis espaldas: todos, absolutamente todos, corremos en el mismo peligro que a ti te atrapó en el Zócalo de México: estamos indefensos, desnudos, ante un poder implacable que lo carcome todo, que lo arrasa todo. Que se ha podrido de raíz y así, podrido, da frutos de odio a manos llenas.
¿En qué momento nos llevó el Diablo, Atzin? ¿En qué maldito momento de este tiempo canalla decidimos dejarlo todo rodar hacia el abismo?
No tengo una respuesta. Quizá nuestro instinto de suicidas. O ese miedo ancestral que nos carcome.
Pero aquí voy a dejarle. En la televisión, el presidente Enrique Peña Nieto, el gran reformador, el de la gran estatura moral, está por proponernos a todos enfrentar la corrupción, la impunidad y la inseguridad con un nuevo Estado de Derecho. Si lo oyeras.
Espero algún día, muy pronto, conocerte personalmente y hablar en libertad, tú libertad, de todo esto.
Hablar de Diego Rivera, de Dalí, de Picasso, que es de lo que tendrían que hablar nuestros jóvenes, nuestros muchachos, nuestro futuro: de Frida, de Van Gogh, de Siqueiros, el inmenso artista plástico que se volvió gigante en una cárcel de Lecumberri, a la que fue confinado por una injusticia perversa muy a la que te ha alcanzado a ti.
Conversar, compa, de artista a periodista, de música, de letras, de cine. Y reír con Amélie, esa película francesa que tanto te gusta, donde el mundo es arte, belleza, fantasía, esperanza. Exactamente todo eso que te arrebató nuestro silencio.
Quiero pensar que ese día es posible, Atzin. Quiero pensar que podemos hacerlo posible para pedirte perdón, a ti y a los otros 10 que cayeron contigo, a los otros 43 que andamos buscando, a los otros decenas de miles que entraron en lo oscuro y desde ahí nos gritan, sin descanso, que México es un infierno con 112 millones de demonios que bajamos la mirada y no decimos nada. Nada.♠
Un estruendo traspasa las puertas de la casona marcada con el 17 de la calle Lucerna, en la colonia Juárez. Son gritos. Una efervescente reunión política, como tantas otras que ocurren en las noches del México de 1953, excepto por que en esta se menciona reiteradamente un nombre, que alerta a los espías encubiertos de la Dirección Federal de Seguridad: Mario Moreno.
Ahí está el detalle. En el oficio 48-5-53 de la DFS, firmado por los agentes números 71, Isaac Tapia Segura, y 166, Amado Nieto de la Vega: algunos dirigentes de grupos ultraconservadores católicos que un año antes han formado el Partido Nacionalista Mexicano –heredero del desaparecido Partido Demócrata Cristiano de los años 40– han decidido salir a las calles de la ciudad de México para marchar, para impedir un sacrilegio.
La ruta, según pueden anotar los espías del gobierno mexicano, queda definida en medio del griterío. Armados con velas e imágenes de la virgen de Nuestra Señora de Guadalupe, de Jesucristo y de Su Santidad el Papa Pío XII, van a caminar, de noche, desde Lucerna hasta el número 110 de la calle Morelos, en el Centro. Ahí tiene sus oficinas Don Mario, como llaman al actor de cine y teatro que ha convertido en leyenda mundial el nombre de Cantinflas.
Quieren que Mario Moreno se solidarice con ellos, que hable con Diego Rivera y que evite, con su influencia y su poder, que el pintor comunista consume la profanación a la imagen de la Virgen del Tepeyac.
Según han podido saber los políticos del Nacionalista Mexicano, Diego Rivera va a atreverse a parodiar en un mural la imagen del indio Juan Diego, reemplazándola con la figura del mismísimo Cantinflas. Y la tilma sagrada, donde posó su imagen la Virgen de Guadalupe, va a ser desplazada por el trapo deshilachado que usa como gabardina el famoso personaje del peladito de barriada.
Los católicos del Nacionalista Mexicano consideran un “atentado contra la religión católica” el intento de Diego Rivera, que ya puede adivinarse en los bocetos que circulan por la ciudad, del mural que habrá de ser la fachada principal del cine-teatro Insurgentes, allá en el recientemente urbanizado extremo sur de la ciudad.
No es para menos, opinan los católicos: en la parte central superior del mural se delinea ya el retrato de Cantinflas, como figura principal. El comediante, abierto de brazos como un Cristo, tiende su mano derecha para recibir dinero de capitalistas, militares, cortesanas y burgueses, que están parados sobre lingotes de oro. En el otro flanco, con su mano izquierda entrega las monedas a menesterosos, parados sobre una placa de piedra que dice “20 millones”.
Cantinflas es el puente que vincula a pobres y a ricos. Es el centro de dos mundos. Y no hay derecho.
Como ya lo ha manifestado por esos días de febrero de 1953 el Arzobispo Primado de México, monseñor Luis María Martínez, “esta nueva audacia de Diego Rivera ofende los sentimientos católicos del pueblo mexicano y constituye un agravio a la religión, pues ataca a una imagen como la Virgen de Guadalupe, que es objeto de culto nacional”. Quieren evitarlo.
Cantinflas es una de las estrellas más importantes del cine mexicano, es la figura que hace confluir en la risa a ricos y pobres, como opina el propio Diego. Ha salido de las carpas de los barrios que están en los confines de la entonces diminuta ciudad de México, allá por los fangos de Tacuba, y se ha encumbrado a fuerza de talento y arte: el renombre y reconocimiento que alcanza ya son universales. Y es también un reconocido guadalupano. Cómo de que no.
Por eso, cuando los agentes de la DFS hacen su reporte del día posterior a la manifestación, aquel 13 de febrero de 1953, anotan como dato más relevante la respuesta que Mario Moreno le da a los católicos: él también está en contra de cualquier irreverencia que se pudiera cometer contra la imagen de la Guadalupana. Es también un creyente fervoroso.
El Partido Nacionalista debía procurar porque esa imagen no fuera exhibida en cantinas, pulquerías y cabarets, por lo que agregó que él haría declaraciones a los periódicos al respecto, citan de Mario Moreno los agentes del gobierno.
A regañadientes, después de días de debate público, Diego Rivera realiza algunos cambios al boceto original, para eliminar la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Así lo explica él mismo, según la crónica recuperada por Carlos Monsiváis en Ídolos a nado:
-Cuando Cantinflas vio el bosquejo, quedó perfectamente satisfecho. Hasta posó conmigo en el andamio, junto al lugar donde había dibujado a la Virgen, para que nos tomaran unos fotógrafos. Estaba a mi lado, mostrando con orgullo la medalla… Al tener yo el apoyo de Cantinflas, la prensa se puso de mi lado, señalando que no había nada contradictorio entre Cantinfas y la Virgen de Guadalupe. Cantinflas era un artista que simbolizaba al pueblo de México y la Virgen era la bandera de su fe-, dice un Diego profundamente contrariado.
-Si Diego Rivera agravia a la Virgen de Guadalupe, yo jamás permitiré que alguna de mis películas se exhiba en ese teatro… ¡nadie podrá quitarme nunca mi medalla de la Virgen o burlarse de mi reverencia o de mi amor hacia ella- replica Mario Moreno en los periódicos de esos días.
¿Por qué se retracta de su posición inicial? ¿Qué le hace cambiar de punto de vista, sin consultarlo con Diego Rivera? No se sabe. Al menos los documentos de la DFS, que han sobrevivido al tiempo implacable en las gavetas del Archivo General de la Nación, no lo dicen. Quizá sea el deseo de no tener problemas con los dirigentes políticos ligados al catolicismo. Quizá cautela. Quizá presión. El actor cambia de parecer.
Dos meses mas tarde, en abril de 1953, el Teatro Insurgentes es inaugurado por Cantinflas, según El Universal de esa fecha, quien encabeza la puesta de la obra Yo, Colón, en la que más de 80 actores lo acompañan en escena. Logra negociar como sueldo la fabulosa cantidad de mil pesos por noche, cerca de 100 dólares de entonces, que le convierten en el actor mejor pagado en la historia del teatro en México.
En el mural no está la Virgen. Los católicos han ganado. Aunque cualquier observador puede notar eso que Monsiváis define como el desquite final de Diego: “en las rasgaduras de la gabardina de Cantinflas, queda trazada la silueta de la Guadalupana”.
La fachada principal del Cine-Teatro Insurgentes luce el majestuoso mural de Rivera, elaborado con los mosaicos italianos más finos que se pudieron conseguir, y resalta la figura del mimo como cúspide: Cantinflas es el centro de la noche y sus espectáculos; Cantinflas es un puente entre dos mundos separados entre sí; Cantinflas es el genio dador de esperanza hecha sonrisas. Ahí reina. Entre ricos y pobres. Poderoso.
Pero ese poder, esa influencia casi absolutos del genio actor, van a colocarlo también en la mira de un grupo de hombres sigilosos, siempre en las sombras, quienes van a registrar sus actividades políticas, la forma en que usa y hasta abusa de su poder, sus movimientos, sus opiniones.
Hechos que hoy, cuando Cantinflas ya es leyenda, van a arrojar luces sobre ese rostro casi desconocido que se ocultó detrás: Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes.
Mario Moreno, priista
Tampoco hay que pensarlo demasiado: en la época que le toca vivir, Mario Moreno -como el resto de los mexicanos- está sometido, por convencimiento, por complicidad o por fuerza, al omnipotente brazo de la maquinaria política priista.
Como anota Sergio Aguayo en el libro La charola, “los opositores eran escasos y aislados y el control del PRI absoluto. Tal vez por ello el régimen se ensañó con los pocos que se atrevían a disentir. La DFS los espió, controló o neutralizó con el respaldo de otras instituciones del aparato de seguridad”.
¿Es este el caso de Mario Moreno? No hay pistas precisas al respecto. El hallazgo de documentos de inteligencia que lo señalan, redunda en sucesos aislados, la mayoría de estos, que dan cuenta de aspectos diversos en la vida personal del actor de cine.
Se tiene registro de que lo siguen, de que el hombre detrás del dicharachero de los barrios bajos, del lenguarás de pantalón a media nalga, mostacho incipiente, boina y trapo-gabardina le interesa especialmente a los responsables de la policía política del México de los años 50 a los años 80, pero no se sabe por qué.
Así ocurre, por ejemplo, con el informe sobre la noche del 29 de marzo de 1957, cuando acude, junto con el ex presidente Emilio Portes Gil y el ex secretario de Defensa Nacional, General César López de Lara, a la fiesta de cumpleaños de Alejandro Carrillo, un destacado henriquista.
Es en el exclusivo restaurante El Cisne, en el número 596 de la avenida Chapultepec -que hoy es un edificio de departamentos- frente a las rejas del bosque, en la colonia San Miguel.
Al lugar acuden acaudalados industriales, banqueros, ganaderos, políticos y representantes del Departamento del Distrito Federal. Mario Moreno también. Y es uno de los nombres principales que anotan los agentes de la DFS al momento de elaborar el reporte denominado “Actividades sobre Henriquismo”.
Este agape fue con motivo del onomástico del señor Alejandro Carrillo, pero a la vez se dejan ver fines políticos, escribe Mayoral, el agente de la DFS. Pero no dice más.
Los henriquistas son el primer grupo político disidente del régimen revolucionario, numeroso, crítico, que se ve desplazado por el modernismo alemanista y busca, bajo la figura del militar Miguel Henríquez Guzmán, retornar a los tiempos del cacicazgo y el caudillismo de los años 30.
¿Es Mario Moreno uno de ellos? No se precisa. Por las crónicas de entonces, pueden entreverse sólo algunos detalles: el cómico llega a la comida acompañado por el ex diputado Roberto Herrera y por el empresario Alejo Peralta. Se sienta en la mesa principal, junto con el ex presidente Portes Gil, y es ovacionado por los más de 300 asistentes. No más.
Pero no es el único documento en torno de la actividad política de Mario Moreno. Casi 10 años más tarde, justo antes de que comience a efervescer el conflicto estudiantil de 1968, el actor ha de protagonizar uno de los más controvertidos anuncios publicitarios de su carrera: el que frontalmente, sin ambages, lo liga con el sistema político priista de su época.
Mario Moreno, asesor del sistema
El informe, fechado el 10 de julio de 1968, está firmado por el agente número 73, José Luis Camacho, quien detalla un asunto de índole política que ocurre en la ciudad de León, capital de Guanajuato.
Se está exhibiendo en todos los cines de esta CD., un documental del PRI, de aprox. Diez minutos de duración, a colores, denominado “Jornada Cívica”, y el locutor es IGNACIO SANTIBAÑEZ, en dicho documental aparecen escenas de la revolución, y los logros obtenidos por esta, así como los servicios que proporciona el Gobierno Federal, clínicas, escuelas y refinerías etc., asímismo aparecen concentraciones masivas del PRI, en las que abundan el escudo del citado partido.
Posteriormente, dice el agente Camacho, aparece un día de elecciones, en donde se ve a la ciudadanía ejercer el voto y a una persona en particular que cruza el círculo del PRI.
Hoy sería tildada de propaganda política travestida de adoctrinamiento cívico. Entonces era sólo un anuncio en medio de la película. Recordemos que es el tiempo del PRI como partido único, total e indivisible. Es el tiempo de la dictadura perfecta que, como se ha dicho tantas veces, controla todos los ámbitos de la vida de la gente.
¿Qué papel juega en esto el máximo comediante del país? Los espías tienen una respuesta:
Apenas terminar el corto, aparece en blanco y negro la figura de un hombre más que reconocible para la gente. Tiene la boca pequeña y su labio superior es apenas una línea, sobre el cual se atisba un bigotillo ralo, curvo, que nace en la comisura de la boca y llega hasta las fosas nasales. Los ojos pequeños, las cejas arqueadas, el hombre está al teléfono y dice:
- ¿Qué si estoy empadronado… que… cómo… que… claro que estoy empadronado, porque… como quien dice… si me acaba de interrumpir la siesta, cómo no voy a empadronarme…- sujeta el teléfono con la mano.
Lo que ocurre después en el video, difundido en las ciudades de Irapuato, Celaya y León en la época electoral de renovación de diputados y alcaldes, es relatado así por el espía de la DFS:
Contesta que ya está empadronado, que le gusta el individuo que postula el PRI, y los manifiestan que voten por el PRI.
En el documento, dirigido al Director Federal de Seguridad, se anota la siguiente frase: el documental a colores pasa sin novedad, no así el corto de Cantinflas, que trae rizas (SIC) y aplausos.
¿Convicción política? ¿Pago de favores? ¿Uso y costumbre de una democracia sui géneris?
Un documento oficial de la Presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, un nombramiento fechado en 1965, cuyo hallazgo corresponde al periodista Juan Veledíaz, tiene la mejor respuesta posible:
Gustavo Díaz Ordaz, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en uso de la facultad que le confiere la Fracción II del Artículo 89 de la Constitución Política del país, y en atención a su calidad de mexicano distinguido, ha tenido a bien designarlo Consejero de la Presidencia de la República.
Sus emolumentos consistirán en un centenario de oro anual, que será cubierto del peculio personal del C. Presidente de la República.
Mario Moreno convive con la política nacional activamente, como uno más.
Del mismo modo que una petición suya se puede convertir en el único pasaporte necesario de entrada al país de una hermosa corista colombiana, Alfredina Castaño de Trujillo, para trabajar en el teatro Follies Berger, como asienta un oficio del 3 de abril de 1965, también es capaz de convocar a su casa a embajadores y aún presidentes de Estados Unidos que visitan México sólo para verlo.
Mario Moreno es cabeza en cuanta delegación mexicanas saluda a pontifices, a reyes, a presidentes por todo el mundo. Y es, a lo largo de casi 40 años de reportes de inteligencia, una figura de peso indiscutible:
En 1981, cuando por primera vez la Presidencia de la República encarga la realización de una encuesta para conocer las preferencias de la gente, de cara a la sucesión sexenal que va a ocurrir el siguiente año, el único ciudadano común que figura es Mario Moreno. Y en el tercer puesto.
Pero su popularidad, según esos mismos resultados, puede fácilmente arrebatarle la candidatura a los dos punteros: Pedro Ojeda Paullada, quien siempre aparece en el primer sitio, y Miguel de la Madrid Hurtado, que a la postre ha de ser presidente de México.
Esa influencia, ese poder político y social, entonces, ha de ser utilizado por Mario Moreno para beneficio de otros, por supuesto, pero sobre todo para su beneficio particular, como documentan los espías del propio gobierno.
Mario Moreno, latifundista
El tropel, de más de mil hombres, mujeres y hasta niños vestidos casi todos con pantalones de manta, sombrero, faldas de colores y blusas con listones como arcoiris, bloquea los accesos a la escuela superior de la UNAM que ocupa un terreno en medio de lodazales y chinampas en las afueras de la ciudad de México, en una zona conocida como la Hacienda de Aragón. En lo que alguna vez fue el margen oriental del lago de Texcoco.
Encabezados por el militar retirado Roberto Reyes Reyes y por el contador Juan Isidro Zúñiga, dirigentes de la Central de Organizaciones Autónomas “La solución somos todos”, los campesinos, originarios de Nezahualcóyotl, Texcoco y La Paz, amenazan con invadir un terreno seco, de más de cinco hectáreas, que está justo detrás de la sede universitaria que ha sido inaugurada apenas cuatro años antes. Es 1980.
“Dichos dirigentes se acreditan como propietarios genuinos de los citados terrenos, aduciendo que desde épocas ancestrales les pertenecen y que por tal motivo procederán a posesionarse de los mismos”, anota el agente de la DFS, Julián Bulnes Solórzano, adscrito al Departamento de Investigación e Información Foránea.
Ese documento, fechado por los agentes de la DFS a las 15:06 horas del 4 de julio de 1980, con el folio 49, ha de ser el primero de varios reportes que, a lo largo de más de dos años, vinculan a Mario Moreno con un asunto nada cómico: el latifundio.
Así lo anota el agente Bulnes Solórzano:
Cabe señalar, que esas hectáreas las reclaman como propias varias personas, entre las cuales destacan Mario Moreno Reyes (a) “Cantinflas” y el Fraccionamientos Residenciales e Industriales S.A (FRISA).
Es el principio de un conflicto que no llega jamás a los diarios de entonces, pero que se registra puntual en los despachos de inteligencia del gobierno mexicano, que involucra a un organismo extralegal, el Grupo Contra la Posesión Ilegal de la Tierra, denominado GRUCOPIT, para dirimir diferencias entre los terratenientes.
Si tiene una solución apegada a las leyes, ésta no aparece en los registros que descansan en el Archivo General de la Nación.
Lo que sí es posible ubicar son los pormenores de otro conflicto, aún de mayor envergadura, en otra región del estado de México: una zona de tierras ejidales y de sembradío llamada Ixtlahuaca.
En el reporte 129 del 07 de octubre de 1980, que da cuenta de una reunión de cabildo en el edificio de la Presidencia Municipal de Ixtlahuaca, un lugar entonces lleno de tierras de cultivo y temporal.
Mario Moreno, acusado por la Central Campesina Independiente de “poseer uno de los latifundios más grandes del Estado de México, ante la complacencia e indiferencia de las autoridades municipales de la localidad”, es defendido de las acusaciones por el alcalde, Arturo Sánchez García, y por el diputado local Roberto Poblete.
“Las susodichas acusaciones son falsas, ya que efectivamente el señor Moreno Reyes cuenta con una hacienda conocida como La Purísima, en las inmediaciones del municipio, aclarando al respecto que dicha hacienda está a nombre de varias personas (todas ellas parientes del referido) y que por tal motivo en ningún momento se rebasan los límites de la pequeña propiedad”, dicen las autoridades citadas por los agentes de la DFS.
Se trata de la disputa por la posesión de terrenos para la siembra de maizales y alfalfares, que con el paso del tiempo han de ser convertidos en un campo de golf y terrenos de uso recreativo y turístico, en las inmediaciones de Toluca.
Tienen un gran valor sentimental para el comediante. Adquiridos a finales de los años 50, ahí es donde crea un criadero de toros de lidia, “Ganadería Moreno Reyes Hermanos”, que cumple una de sus más caras pasiones: el toreo. Ahí también, en 1969, su hijo Mario Moreno Ivanova contrae matrimonio con María Asunción Goiricelaya y el actor, para regocijo de los más de 300 invitados, lidia una vaquilla, según relata el propio Moreno Ivanova al periodista Fernando Figueroa.
Por ello, quizá, el conflicto escala en los años 80. El agente de la DFS, quien redacta los diversos documentos con el asunto, hace un análisis singular como elemento último:
Cabe señalar que lo que pretende (principalmente el multicitado diputado local) es ampararse, ya que a quien atacaron en forma directa durante el Congreso fue a él mismo, en el sentido de que es un palero de los más connotados latifundistas que moran y saquean la región.
El conflicto es largo. Y cada vez más virulento. Casi un año después de esas acusaciones, la DFS registra manifestaciones públicas, incluso amenazas de invasión de terrenos por parte de la organización campesina y la intercesión directa de los gobernadores mexiquenses Jorge Jiménez Cantú y Alfredo del Mazo.
El 20 de abril de 1981, luego de diversos intentos por recuperar las tierras que consideraban ilegalmente entregadas a Mario Moreno, la Central Campesina Independiente realiza manifestaciones y plantones en la ciudad de Toluca, para exigir la destitución de funcionarios federales, estatales y municipales coludidos con los terratenientes.
Según el relato de los agentes de la DFS, los campesinos acusan al delegado de la Secretaría de la Reforma Agraria, Enrique Guerra, “de continuar avalando y solapando a connotados latifundistas en el estado, como son los casos de Mario Moreno Reyes (a) “Cantinflas” y Alejo Peralta García”.
Mario Moreno es propietario de uno de los terrenos privados más grandes y mejor ubicados de la entidad, mientras que Peralta posee la Hacienda de Pastejé.
Los presentes destacaron que Guerra Galván acostumbra vender este tipo de favores, para el efecto de obtener prebendas económicas y políticas, dada la influencia que gozan los referidos latifundistas con miembros del aparato gubernamental, federal como estatal, anota el agente Bulnes Solórzano.
Pero no van a ganar. Mario Moreno, el último héroe de la mitología mexicana, como lo define Monsiváis, tiene un gran poder económico, pero sobre todo político -como ya se ha visto- y no puede ser tocado siquiera por quienes se oponen a él.
Al fin hombre de su tiempo, producto de su época y su circunstancia, como define a los seres humanos el filósofo José Ortega y Gasset, Mario Moreno no ha de ser una excepción: sus propios colegas artistas, ese gremio que él ayuda a cohesionar, van a comprobarlo en el momento más crítico de su época.
Mario Moreno, cacique sindical
Es 1978. La Asociación Nacional de Actores, la ANDA, se resquebraja tras casi una década de implacable liderazgo del actor Jaime Fernández, medio hermano de Emilio El Indio Fernández.
Tras una serie de escandalosas asambleas, que buscan la destitución de Fernández, un grupo disidente compuesto por más de mil integrantes, encabezados por el actor Enrique Lizalde, deja la organización para crear el Sindicato de Actores Independientes, el SAI.
La disputa, que durante más de seis meses mantienen los grupos contrarios, es el detonante de un seguimiento minucioso del caso por parte de la DFS y del gobierno federal.
Como mecanismo de control, desde el gobierno se impulsa una salida negociada, a través de una comisión conciliadora que resuelva el conflicto sin llegar a la escisión con la presencia de figuras artísticas de gran peso político: una de ellas es Mario Moreno.
Pero el asunto no es terso. Hay enojo. Los actores conocen al comediante y saben de sus cualidades, pero también de sus defectos. El propio Enrique Lizalde, entonces un actor respetado pero sin la dimensión de leyenda que ostenta Mario Moreno, se confronta públicamente al comediante.
En una sesión a puerta cerrada, en el teatro Fru-Fru, el 03 de abril de 1978, la disidencia rechaza la jugada gubernamental, que busca disuadir a los inconformes, con el truco de una elección sindical adelantada, en la que las cartas ya están marcadas. El agente de la DFS lo anota así:
Lizalde Chávez agregó que no se podía explicar cómo vuelven a engañar a la gente, al usar una vez más la treta sentimentalista de utilizar a Mario Moreno “Cantinflas”, para que busque la reunificación, pues no se recuerda que esta persona se haya parado en una reunión y ahora quiere mover una serie de piezas que no corresponden al gremio artístico, para tapar el sol con un dedo.
Mario Moreno responde con una diatriba directa, para descalificar a Lizalde “quien sólo busca satisfacer sus ambiciones personales”. Al mismo tiempo, utiliza todo su poder, incluido el derecho de picaporte con el Presidente de la República, para resolver las cosas a su modo.
Con la venia del gobierno, Moreno se hace cargo de los trabajos para renovar los estatutos de la ANDA, al mismo tiempo que impone, junto con un grupo cercano, una nueva dirigencia que encabeza el actor David Reynoso.
¿Qué resulta de ello? Un documento elaborado por la Dirección de Investigaciones Sociales y Políticas de la secretaría de Gobernación, fechado el 11 de abril de 1984, es claro y conviene leerlo casi íntegro:
Se puso saber que a pesar de que el Sr. Mario Moreno Reyes “Cantinflas”, fue quien llevó a David Reynoso Flores a ocupar la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional de la Asociación Nacional de Actores, debido a que éste último no ha querido darse cuenta de que la mayor parte de los miembros del Comité están llevando a cabo actividades en contra de la organización y en su beneficio personal, está utilizando a su sobrino, el reportero de Ovaciones Eduardo Moreno Laparade, para presionar al CEN”.
Según el documento, elaborado por el Investigador 01993, del Grupo IV, foliado con el número 84-102138, Eduardo Moreno Laparade, instado por su tío, utiliza documentos confidenciales proporcionados por empleados de la ANDA, para efectuar una “campaña de desprestigio enfocada principalmente a las secretarias de Trabajo y Previsión Social, Guadalupe Silva y Otilia Larrañaga”.
El documento reseña una asamblea plenaria, en la cual Moreno Laparade es “invitado a abandonar el teatro Jorge Negrete, en forma por demás vergonzosa”, pues la dirigencia de la ANDA detecta que el sobrino de Cantinflas se ha dedidado a escribir en su columna de Ovaciones en contra de la asociación.
El agente del gobierno aún anota, al final del documento, una acotación:
Cabe hacer notar que Moreno Laparade entró a trabajar en el diario Ovaciones por recomendación del Sr. Moreno Reyes, quien es socio en algunos negocios de los propietarios del mismo, y de que el diario en sí no le paga a este reportero, puesto que recibe una ayuda por parte de su tío de 300 mil pesos mensuales.
¿Por qué Mario Moreno se interesa en controlar la ANDA? ¿Qué significa para él? No se sabe. Tampoco es posible determinar si la confrontación con Enrique Lizalde es lo que provoca que el actor dramático vea terminar su carrera cinematográfica, que sólo vuelve a recuperar muchas décadas después. Cuando Mario Moreno ya ha muerto.
Cantinflas, el genio
Las crónicas de ese día coinciden en un dato: las filas de gente del pueblo que por más de catorce horas continuas desfilan ante el ataúd de Mario Moreno, tienen pocas referencias equiparables: el Palacio de Bellas Artes, el recinto cultural de México, recibe más de un cuarto de millón de personas que llegan hasta ahí para despedir al hombre que ha muerto en una clínica privada en Houston, Texas, a causa de un cáncer.
Ese 20 de abril de 1993, los diarios reproducen las imágenes del único barrendero, bolero, maestro, limpiavidrios, portero, bombero, maestro, cartero, torero, que es capaz de heredar a su único hijo una fortuna estimada en cien millones de dólares.
Y lo honran a él, al personaje creado por el hombre que nació en cuna humilde y se encumbró hasta conseguir que el poder político decretara tres días de luto nacional por su muerte.
Dos rostros de un solo hombre. Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, ser de su tiempo y de su circunstancia, y es también su creación máxima: Cantinflas, el rey absoluto del espectáculo cómico en México en el siglo XX.
Para esos días ya ha desaparecido la DFS. Y aún van a transcurrir muchos años, muchos, antes de saber el contenido de documentos que arrojan luces sobre un rostro poco conocido del hombre que en 1952, justo un año antes de que se escribiera el primer informe secreto suyo, creara esta escena de la película Si yo fuera diputado:
-¡Pueblo que me escucha! Aquí me tienen delante ustedes… y ustedes delante de mí… y esa es una verdad que nadie podrá desmentir... y ahora me pregunto: ¿Y por qué estoy aquí? Y en enseguida tengo mi respuestación, porque yo soy muy rápido en todo: estoy aquí porque no estoy en ninguna otra parte y porque ustedes me llamaron… y si el pueblo me llama, el pueblo sabrá porque lo hizo- dice.
Cantinflas, de pie ante un auditorio expectante, compite con Don Próculo Ladrón de Guevara, rancio representante del partido único, por ganar la elección de diputado por su distrito. Alza los brazos y se deja acariciar por la ovación. En el escenario están las pancartas, las siglas. Cantinflas, el pelado, se emociona y continua:
–Yo, contrariamente a lo que dijo cierto sujeto, que no quiero pronunciar su nombre, pero que lo estoy viendo (mira a Don Próculo, quien se retuerce en su silla) no represento a ningún partido… y no represento a ningún partido porque me represento a mi solito, porque, como dice el dicho: más vale solo que mal acompañado– la gente estalla en ovaciones, en ¡vivas!, en ¡bravos! Cantinflas dice:
–Agradezco estos aplausos tan desnutridos a la par que merecidos, que me incitan a seguir discursiando... y ustedes se preguntarán: ¿y este joven de tan tierna edá, de aspeito tan distinguido, de facciones regulares y agradables… será capaz de conducir una nave a buen puerto? ¿Será capaz de sortiar todos los peligros hasta encontrar el faro de felicidá ‘onde nos deje positivamente seguros? Y este joven, este mismo, que entre paréntesis es el que les habla, les contestará: ¡a pesar de ser tan pollo, tengo más plumas que un gallo…! Y sobre todo, tengo ganas de hacer justicia y darle al pueblo lo que el pueblo necesita– dice, para rematar con una frase clara, eufórica, como de quien está diciendo la mayor de las verdades:
-Les vo’a dar pan… pero mucho pan… no bolillo, como siempre les han dado.♣
Lo que "TSG" busca está ahí. Entre toda esa gente del cine, del teatro, de la televisión… entre las estrellas.
Lo vamos a conocer sólo por esas iniciales: "TSG".
Él es testigo del alboroto. Un agente secreto que carece de sombra y de rostro. Anota su nombre, sus siglas, al calce de cada informe. Y deja marcadas sus huellas, indelebles al paso del tiempo, en las tarjetas mecanografiadas de los archivos confidenciales.
A partir de TSG sabemos de esta historia que se mueve, cual novela policiaca, entre espías y lentejuelas...
Discreto, casi invisible como deben serlo todos los espías, el agente secreto TSG toma nota de cuanto ocurre en el teatro Jorge Negrete, repleto de estrellas de cine, actrices, cantantes, actores.
Llueve afuera. Adentro del teatro, sigiloso, imperceptible, el hombre anota en alguna libreta un dato que, al final del día, habrá de sobresalir en el informe que turna a la oficina de Javier García Paniagua, el jefe de la Dirección Federal de Seguridad, la temida y temible DFS: “únicamente, de acuerdo con los estatutos, han renunciado Silvia Pinal y Héctor Bonilla”.
Silvia, una rubia de belleza guaymense, el rostro anguloso, los labios siempre rojos, ya es para esos días la inmortal Viridiana de Luis Buñuel, una leyenda de la época de oro del cine mexicano. Héctor, en cambio, es un musculoso joven galán de presencia discreta en el cine y la televisión, quien todavía no ha llevado su carrera a la cima que va a alcanzar unos años después.
¿Por qué destacan sus nombres en el informe del agente secreto de la DFS? ¿Tienen alguna relación con lo que busca?
Esa tarde de lunes -6 junio de 1977- sus nombres son subrayados, uno junto al otro, vinculados para siempre por el informe confidencial que el agente secreto TSG envía, perfectamente mecanografiado, a una oscura oficina de la Secretaría de Gobernación ubicada en la Plaza de la República, en el corazón de la ciudad de México, donde se compila toda la información considerada necesaria para la supervivencia del sistema político mexicano de ese tiempo.
Bulle la sede de la Asociación Nacional de Actores, la ANDA. Y entre los gritos, silbidos, estruendos de una asamblea que amenaza ruptura, entre los vituperios y mentadas de madre que son el preludio de una verdadera colisión de estrellas, el gobierno mexicano despliega sus red de espionaje político para observar lo que sucede ahí dentro:
-¡Fuera! ¡Fuera!- estallan decenas de actores apostados en las escaleras de la luneta.
-¡Remoción, remoción!- gritan docenas de actrices que observan la asamblea desde los balcones.
-¡Qué renuncie Jaime Fernández!- exige alguien desde alguna de las butacas en las primeras filas del teatro y, en desbandada, centenares de actores y actrices se levantan de sus asientos, gritan, chillan.
Hay empujones, hay jaloneos. Gritos.
Mientras, el agente secreto anota datos, anota los números, las frases que quedan atrapadas en los oficios confidenciales de la DFS, como si fueran las alas de una mariposa en el fondo del ámbar.
La ANDA se resquebraja tras casi una década de implacable liderazgo del medio hermano de Emilio El Indio Fernández. Y los espías del gobierno lo saben. Por eso están ahí. Vigilando. Espiándolo todo.
A los nombres de Silvia Pinal y Héctor Bonilla van a añadirse otros más en los siguientes folios: el del actor Enrique Lizalde Chávez, como cabecilla del grupo de disidentes; el cantante Óscar Chávez, procomunista; el del actor teatral Claudio Obregón, sin filiación reconocida; los de dos cómicos del cine y la televisión: Héctor Suárez y Mauricio Herrera Porte Petit; el de la intérprete teatral María Sonia Furió Flores; el de actriz de cine Elsa Cárdenas Rentería, amiga personal del ciudadano norteamericano Elvis Presley.
El sonido del micrófono, instalado al frente del escenario-podio de debates, se ahoga sin respuestas porque los pedidos de silencio de Jaime Fernández -el legendario Viernes que Buñuel internacionalizó en Robinson Crusoe- se estrellan contra los gritos de ¡fuera! que prodiga, sin desaliento, un grupo muy nutrido de personas que abandona la asamblea, atropella a quienes encuentra a su paso, patea puertas y deja el teatro sumido en caos. Afuera llueve todavía.
El testigo del alboroto, el agente que no tiene sombra, ni rostro, ni más nombre que las siglas TSG, esas que anota al calce de cada informe, deja marcadas sus huellas, indelebles al paso del tiempo, en las letras mecanografiadas de las tarjetas confidenciales:
“Jaime Fernández Reyes expresó que se está elaborando un boletín informativo para dar a conocer la situación por la que atraviesa la ANDA, debido a que los elementos del grupo disidente no han definido su postura…”
Son las claves que resguardan las historias de subversión registradas por el gobierno mexicano en folios como este, el DFS. 6-VI-77.
En un número no cuantificado aún en ese informe, actores y actrices asociados de todos los estados del país, identificados con la ideología de los disidentes, conforman un grupo opositor al liderazgo del actor protagonista de la película Tarahumara.
Es el mundo de 1977. Conviven, en pugna, los polos capitalista y socialista, que despliegan sus respectivas mañas siniestras para enterarse del tufo que emana del bando contrario. Para establecer supremacía.
Es el México de entonces. Todavía más rural que urbano, todavía más provinciano que cosmopolita. Y no hay más que un único polo ideológico predominante: el del PRI.
Y esa hegemonía, que será bautizada muchos años después como la dictadura perfecta, atraviesa en esos años justo el centro de un inmenso valle de sombras llamado Guerra Sucia: convierte en sus enemigos potenciales a miles de hombres y mujeres por el sólo hecho de pensar distinto.
Ya ha sometido a las guerrillas que han aparecido en Guerrero, en Oaxaca, en Puebla. Ya ha sofocado a grupos disidentes de otros sindicatos. Los criminaliza, los acorrala, los somete mediante un aparato de escuchas telefónicas, seguimiento sigiloso, delación, pagada o a cambio de prebendas.
Tiene miles de ojos, miles de orejas, miles de manos sin nombre, dispuestas a decir yo lo vi.
Y son esos mismos ojos sin rostro, esas orejas y manos sin cuerpo, de los agentes secretos de la DFS, los que se disponen a encontrar aquello que buscan, entre la colisión de estrellas en que está convertida la ANDA en 1977.
Van a hacerlo. Para eso están ahí.
* * *
Los diarios de la mañana siguiente apenas mencionan el asunto.
El Presidente de México, Licenciado José López Portillo -sus largas patillas en el rostro, su profundo nepotismo en el orgullo- ha estado en el aeropuerto de la ciudad de México la tarde del lunes, para recibir a su distinguida esposa, la Primera Dama de México, señora Doña Carmen Romano de López Portillo, procedente de Europa (Francia, Suiza, Austria, Grecia, Bulgaria e Italia) en donde visitó centros culturales, museos e instituciones de bienestar social y le trae al pueblo de México los atentos saludos y parabienes de Su Santidad el Papa Paulo VI.
Vicente Fernández, junto con la joven Lucía Méndez, ponen a competir en las salas de cine a “Juan Armenta El repatriado” contra el detective Harry Callahan, El Sucio, de Clint Eastwood, a quien “no le asignan casos criminales: basta con dejarlo por su cuenta”.
En sus notas del día, dice El Universal que escasea el azúcar; que Saby Kamalich se va de gira con Carlos Bracho a Guadalajara, con la obra El brujo es una dama; que la reina Isabel II de Inglaterra celebra en Londres sus 25 años de reinado y que en la ciudad de México, por las calles de Revillagigedo, un despacho administrativo solicita jóvenes contadores y señoritas taquimecanógrafas y secretarias ejecutivas, con excelente presentación, cartas de recomendación y conocimientos del idioma inglés.
Pero nada dicen los diarios de un escándalo en la ANDA. De la colisión de estrellas que reporta la DFS a la Secretaría de Gobernación.
Hay, en una nota de chismes y cotilleo, las opiniones de actores y actrices sobre el gremio actoral siempre apasionado, en las que se percibe levemente un jaloneo; una foto del podio antes de la trifulca, atrapada a blancos y negros en una de las columnas interiores del Últimas Noticias de Excélsior, con tres líneas sobre el asunto. El glamur alebrestado. Pero eso es todo.
La historia de ese día se plasma en el informe del agente de la DFS. En el folio D.F.S. 7-VI-77:
Desde las 15:30 hasta las 19:30 horas del martes 7 de junio, en el teatro Jorge Negrete, sede nacional de la ANDA, sito en Altamirano 128, se reanudó el pleno del Comité Ejecutivo de la ANDA, presidido por Jaime Fernández, en el local de la agrupación, sito en Altamirano 128, acordándose lo siguiente:
1.- Que en virtud de que el día de hoy se presentó una lista global con la renuncia de 1050 miembros del grupo disidente que encabeza Enrique Lizalde Chávez, pero que adolece de firmas legibles y otras repetidas, se debe desglosar para conocer quienes son socios activos, administradores, meritorios, dados de baja y los que no pertenecen a la ANDA que renuncian a la agrupación.
La disputa que durante más de seis meses han mantenido dos grupos abiertamente contrarios en la organización de artistas, finalmente va a derivar en una escisión. Y esa ruptura es el detonante de un seguimiento más minucioso del caso por parte de la DFS, como se evidencia con la profusión de documentos.
El agente secreto anota:
“El CEN no renunciará como se especula, en virtud de tener trazado un plan de trabajo para demostrar al grupo disidente y a las autoridades así como a la opinión pública la situación real del problema interno de la ANDA”.
En el mismo folio, menciona con total precisión las causas que parecen haber detonado el conflicto entre los actores: malos manejos administrativos en la ANDA, además de una serie de irregularidades reiteradas en el flujo de cuotas sindicales que cada actor entrega a la organización:
“Publicar por todos los medios posibles la situación contable de la ANDA, la cual no obstante el problema interno obtiene una utilidad mensual de 1’015,320.00 que el pasivo actual es de 46’166,000.00 y el activo de 84’635,000.00 siendo la diferencia de 38’469,000 con lo que se demostrará que es falso lo que el grupo disidente manifiesta.
Según el espía, el líder de los actores ha trazado un plan para entrevistarse con empresas contratantes de la ANDA, “las cuales pretenden celebrar contratos privados con los disidentes, violando el contrato colectivo de trabajo en vigor, y lo acordado con la ANDA”.
La pugna, según el informe, deriva en la necesidad de buscar figuras de conciliación, que sean capaces de evitar una catástrofe gremial en la ANDA.
“Fernández Reyes manifestó que Mario Moreno Reyes, Dolores del Río y Tito Guízar aceptaron integrar una comisión conciliadora para que el grupo disidente regrese al seno de la ANDA sin ninguna condición”.
¿Es ese tipo de datos lo que busca el gobierno mexicano en este asunto entre estrellas del espectáculo?
Hay una lógica que parece imponerse: incluso si se trata de rutilantes figuras del cine o la televisión, ellas deben ser vigiladas, seguidas muy de cerca por los espías del gobierno, porque en los destellos de las lentejuelas también puede agazaparse el peligro de supervivencia del sistema.
Algo que ocurre días después ofrece a los espías mexicanos algunas pistas, que los hace orientar sus suposiciones.
* * *
El documento de la DFS, fechado el 8 de julio de 1977, tiene subrayado el nombre de la actriz.
Una raya larga, de un color que debió ser rojo. Casi parte por la mitad su apellido de casada, “de Guzmán”, y un asterisco colocado justo donde terminan los números de su pasaporte:
“En el vuelo 332 de la Cía Soviética “Aeroflot”, que salió por el Aeropuerto Internacional de esta capital a las 12.20 hrs con destino a La Habana, Cuba y con destino final a Moscú, Rusia, salieron a bordo los siguientes pasajeros:
Gudelia Doubrova URSS 226776 (Funcionario de la Emb. De su país en México)
Silvia Pinal de Guzmán México 42144
Pedro José Armendáriz Pardo México 029078
Edna Julieta Necoechea Gracia México 137054
Vicente Lombardo T. Silvia Lombardo México 0642
El informe anota que el número de pasajeros del vuelo es de casi 150. Sólo destaca algunos nombres.
La actriz mexicana va Rusia. ¿A qué?
Casi 37 años después ella lo va a recordar con precisión:
-Sí fui a Rusia, por supuesto… pero fui invitada a un festival- dirá a través del teléfono.
Su voz, en la que aún resonarán vívidos los ecos de ese tono agudo-rasposo que enamorara a millones, se sorprenderá con la pregunta. Manará ese matiz de incredulidad y fascinación que siempre sucede a una sorpresa:
-¿Cómo… no tengo idea de lo que me dice, jajaja… yo en esa época trabajé con Jaime Fernández… hicimos películas juntos, no puede ser… ¿cómo dice usted?-
-Señora, usted tiene un expediente en los documentos de la antigua DFS que están resguardados en el Archivo General de la Nación- le diré por el auricular.
-No… yo… yo no lo sabía… no estaba enterada de que me espiaran, como usted dice…- comentará en una conversación telefónica informal.
Pero sí. Tiene un expediente que fue abierto por la DFS.
La primera hoja es justo la reseña de la asamblea en la ANDA y los pormenores de ese cisma del cuan va a nacer el Sindicato de Actores Independientes (SAI) y una denominación confidencial, acuñada en algún despacho de la secretaría de Gobernación de 1977, que encabeza Jesús Reyes Heroles: “Asunto de Interés”.
Las siguientes tarjetas dan cuenta de una serie de asuntos de índole diversa, desde personal hasta profesional, en los que se menciona el nombre de la actriz:
En el seguimiento que se realiza en torno del empresario Emilio Azcárraga Milmo, se registran dos reuniones con la actriz.
Sostiene reuniones con diversos periodistas en el restaurante Ambassador del hotel Fiesta Palace, entre las 11:30 y las 15:00 horas en enero de 1978.
Es mencionada en diversas conversaciones telefónicas del productor de cine Gustavo Alatriste, entre el 11 de enero de 1976 y el 24 de diciembre de 1979.
Su yerno, el músico Miguel Salas, esposo de su hija Silvia Banquells Pinal, -la actriz Silvia Pasquel- ha acudido a las sesiones de la “Reunión de Amigos de la Expresión Democrática” en el salón Del Ángel del Hotel María Isabel Sheraton, desde 1976, y ha pagado boletos de 75 pesos como otras casi dos mil personas.
Y no es la única con seguimiento casi puntual.
Mientras el temporal en la ANDA arrecia, los ojos de la DFS se multiplican en torno de los principales activistas de la disidencia.
El 7 de julio de 1977, el agente Roberto Acosta Barroso reporta que las cuotas de los actores disidentes que laboran en los Estudios Churubusco, son depositadas en las arcas del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica; que los Estudios América y Doblaje remiten el dinero a la sección 49 del Sindicato Técnico de la Industria Cinematográfica; que la propia Silvia Pinal y otros actores de televisión pueden comenzar a cotizar en el Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de Televisión.
La DFS registra casi cada asamblea de la ANDA, al mismo tiempo que recopila información sobre los movimientos de la disidencia: actores, actrices, cantantes, artistas de cabaret, incluso extras de cine y televisión son vigilados en diferentes niveles por un grupo que pasó del solitario agente TSG a por lo menos nueve siglas distintas.
Pero el conflicto escala en noviembre de 1977: un grupo de actrices ampliamente reconocidas en el espectáculo mexicano entra en escena y desencadena lo que será el golpe definitivo contra Jaime Fernández.
Tampoco hay registro periodístico confiable de esto. Sólo los vestigios que quedan en los reportes de la DFS: encabezadas por Dolores del Río, las actrices María Elena Marques, Carmen Montejo y Angélica María hacen política. El grupo Rosa Mexicano.
Marques, la intérprete de La Perla, quien ha alcanzado una curul tras su participación activa en la campaña presidencial de José López Portillo, acompaña como observadora a la actriz Carmen Montejo y a la estrella de cine y televisión Angélica María. Van detrás de Dolores del Río. Piden la cabeza de Jaime Fernández.
El documento D.F.S. 21-XI-77, firmado por Javier García Paniagua, lo reseña de este modo:
“De las 14:05 a las 15:30 horas de hoy, Dolores del Río, Dip. Fed. María Elena Marquez Vda. De Torruco, Carmen Montejo y Angélica María, miembros de esta asociación, se presentaron ante el Lic. Francisco Rocha Bandala, presidente de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, entregándole un documento por el cual denuncian a Jaime Fernández Reyes, líder de dicha asociación, como responsable de la división en el gremio artístico, solicitando al mismo tiempo la intervención de esas autoridades, para acabar con el problema.
Cuando el agente RPU remite la información, subraya el nombre de Dolores del Río y anota tres números: 76-4. Marca copia para anexar ese documento a un folder voluminoso, profundamente político, que contiene hallazgos que, vistos a casi cuatro décadas de distancia, se ganan fácilmente su calificativo preciso: sorprendentes.
Igual que la señora Pinal, la estrella hollywoodense del cine mudo María de los Dolores Asúnsolo y López Negrete de Martínez del Río, la eterna María Candelaria, también tiene un expediente secreto abierto en la DFS.
* * *
Cuando Dolores del Río se integra a la comisión conciliadora para dialogar con la disidencia en la ANDA, el conflicto entre los artistas y su líder gremial, Jaime Fernández seguramente ya ha sido tratado entre la actriz y el presidente de la República. Ella tiene derecho de picaporte.
Su presencia a la cabeza del grupo de actrices que denuncia formalmente al actor, por ello, no causa sorpresa en el gobierno. El hilo es uno sólo.
En sus archivos, la DFS registra la actividad política de la actriz en diferentes épocas, quien, sin asumir nunca un liderazgo formal de la ANDA, sí ejerce un poder moral casi absoluto que se gana a pulso: es vista como la madre defensora de los intereses de los artistas y sus hijos.
Dolores del Río hace política con el PRI y, si se analizan los documentos de 1977 con la visión de hoy, se establece un claro vínculo causa-efecto:
Ella apoya a los candidatos priistas y el PRI la respalda a ella. Así lo confirman los diversos documentos del espionaje político:
El oficio en que suscribe una iniciativa de María Félix, la otra gran Diva del cine mexicano, para realizar un acto de respaldo al gobierno federal:
“Debido al apoyo brindado por el Sr Pdte de la República y de la Sra. Margarita Lopez Portillo, titular de RTC al gremio de actores, esta persona (María Félix) propone celebrar un festival artístico gratuito al pueblo de México, a lo cual el srio general del sindicato de la ANDA realiza gestiones a fin de conseguir el Estadio Azteca para tal fin”.
El oficio D.F.S. 7-XII-76, firmado por el Capitán Luis de la Barreda Moreno, da cuenta de su poder político:
“A las 16:15 horas el licenciado José López Portillo visitó el domicilio particular de Dolores del Río, ubicado en las calles de (…) Coyoacán, trasladándose posteriormente a las 17:45 a San Pedro Mártir, Tlalpan.”
El oficio D.F.S. 5-XI-75, también del Capitán Luis de la Barreda Moreno reseña cómo ella, junto con Mario Moreno, Emilio Indio Fernández y María Elena Marques, manifiestan su respaldo a la candidatura presidencial de López Portillo, en un acto público realizado en el Centro Libanés.
El oficio D.F.S. 14-I-74 registra sus palabras ante el presidente Luis Echeverría: “el grupo artístico denominado ROSA MEXICANO demuestra su adhesión al presidente de la república, en su labor constante en beneficio del pueblo, por lo cual ahora participan con una pequeña aportación. Lo único que no tiene límites, es la voluntad”.
El sistema político mexicano la conoce. Sabe de sus lealtades y los alcances de su alianza.
Hay un oficio del 15 de junio de 1974, que resume una conversación telefónica entre la Diva del cine y la periodista Beatriz Ramos Arizpe. En la conversación, Dolores del Río se muestra fascinada por el entonces insipiente líder social Lucio Cabañas, el hombre llamado guerrillero por la DFS y enemigo público por el sistema político mexicano.
En un momento de la conversación, las mujeres dialogan así:
-Yo no soy comunista, Dolores, pero he estado detrás de la cortina de hierro y es espantoso que la gente no pueda salir de su país, hay que andar uniformados, las mujeres trabajan como albañiles y barriendo calles… yo preferiría la muerte-
-Todo eso es horrible, mi niña. No se puede copiar lo que se hace en otros países porque no funciona; México está forjando su propio destino y lo está haciendo muy bien- dice Dolores, antes de preguntar la edad de Lucio Cabañas.
-Es un hombre joven, entre los 32 y 35 años; es un personaje extraordinario que habla inglés, alemán, italiano, francés, náhuatl y español: además da clases a todos los pobres y como el gobierno ha derribado todas las escuelas que había en las serranías y en los pequeños pueblos de Guerrero para que Lucio no diera clases, éste las da en campo abierto. Lucio es sumamente, movible pues ahora está aquí y dentro de tres minutos no se sabe dónde- dice Ramos Arizpe.
-Todo eso que me dices… es muuuy impresionante, muuy impresionante.
-Si, así es… Lucio tiene hombres en tal cantidad, que el ejército de aquí es una porquería en comparación… y nada de que andan uniformados, pues visten simplemente de mezclilla, están armados hasta los dientes con ametralladoras, metralletas y bombas, radar, radio… tienen todo-
-¿Cómo es físicamente?
-No es alto… pero sí un poco más que Genaro Vázquez Rojas. Está bastante requemado por el sol. Es bien parecido. Estuve platicando con él bastante tiempo y luego lo acompañé a caballo a ver a sus hombres. Todos ellos no beben alcohol porque está prohibido, sólo fuman Delicados y Alas, estuve con ellos durante cuatro días.
-¿Lucio quiere que escribas algo de lo que vista allá?—
-El me dijo que escribiera lo que me diera la gana, le enseñé lo que escribí y quiere que eso se sepa.
-Entonces va a comenzar a darse a conocer, pues hasta ahora es como un mito… porque hay mucha gente que dice que ni siquiera existe… ¡Ay! Estoy fascinada con tu relato… no me explico cómo las gentes del gobierno dicen que no lo pueden encontrar- dice Dolores del Río en la conversación, que se extiende por varios minutos, para quedar registrada en un audio y en su versión estenográfica, remitidos a la oficina del secretario de Gobernación de 1974, Mario Moya Palencia.
Dolores del Río sabe de política. Se interesa por la política y hace política.
Por ello, cuando llega con las actrices del grupo Rosa Mexicano a las oficinas de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, aquella mañana del 21 de noviembre de 1977, en esa era del PRI como partido único y único camino posible, se sabe, por deducción, que ya las horas de Jaime Fernández al frente de la ANDA están contadas.
* * *
El oficio de la DFS está fechado el 26 de noviembre de 1977. Justo cinco días después de que Dolores del Río, junto con La Novia de México, Angélica María, y la Primera Actriz Carmen Montejo, acompañadas por la actriz y diputada priista María Elena Marques, se presentaron ante la Junta de Conciliación y Arbitraje para hacer la denuncia formal contra Jaime Fernández.
Lo firma Javier García Paniagua, quien para esas fechas ya ha comenzado una relación personal con una joven actriz también presente en las asambleas de la ANDA, la sonorense María Sorté:
“A las 14:30 horas de hoy, Jaime Fernández Reyes, secretario general de la ANDA, sustentó una conferencia de prensa en la sala de consejos de la agrupación, ante la presencia de 150 personas miembros de la asociación.
El líder de los actores informó a los ahí reunidos que renunciaba al cargo de secretario general electo, con carácter irrevocable”.
El documento elaborado por un agente sin identificación, anota las frases directas, llanas, con que el actor de cine se refiere al grupo disidente que cuestiona su reelección. El que provoca su dimisión:
“Agregó que era del dominio público la situación conflictiva que afronta el organismo citado, provocado por elementos que tratan de alcanzar intereses mezquinos perjudicando al espectáculo, criticando al licenciado Félix González Medina, su opositor en la contienda electoral como candidato al cargo de secretario general, por haber hecho alianza inescrupulosa con los disidentes y empresarios bajo la bandera de la unificación.
He decidido por iniciativa propia y con el afán de quitarles pretextos a todos los que quieren convertir la ANDA en un festín de buitres, presentar mi renuncia después de haber dialogado con varios compañeros a quienes hizo saber que él no será obstáculo para la unificación de la familia artística”.
En un párrafo final, el agente de la DFS expone un dato al calce. Una suerte de análisis prospectivo.
“Cabe señalar que con motivo de la renuncia de Fernández Reyes, quien fue reelecto como secretario general de dicha asociación el 28 de los corrientes, se harán cargo interinamente de ese puesto Mario Moreno Reyes, Cantinflas; Dolores del Río, Ignacio López Tarso y la dip. María Elena Marques Vda. De Torruco, lo que ha despertado el repudio de los actores simpatizantes a Fernández, amenazando con desenmascarar a esas personas en virtud de que nunca han hecho nada positivo por la indemnización, para lo cual invitarán a sus compañeros a reunirse el próximo lunes en el teatro Jorge Negrete para llevar a cabo esa manifestación de descontento”.
Los diarios de aquella mañana de noviembre de 1977, un sábado, difunden una nota pequeña, en páginas interiores, con un discurso de la hermana del presidente de México, Margarita López Portillo, entonces directora de Radio, Televisión y Cinematografía un año antes casi secuestrada por el grupo guerrillero Liga 23 de Septiembre:
“El país exige de los trabajadores de la industria cinematográfica la mayor reflexión para que su unidad se resuelva en participación responsable. Los exhorto a que esta crisis, que también aqueja a la industria cinematográfica, sea motivo de reencuentro y de unión”.”
Todas las notas comparten un cabezal similar, como si hubiera sido dictado por la misma voz: “El gremio artístico debe ser partícipe responsable.
* * *
-No me sorprende la posibilidad… que el gobierno haya investigado a la ANDA… pero el historial que guarda no necesariamente debe ser negativo… es… no hay nada… nada que involucre al medio artístico en actividades que puedan atentar contra el país. Y ninguno de ellos, ninguno, ha atentado o atentaría contra el país, todos ellos son respetuosos del derecho, de nuestro sistema de derecho… - comenta el hombre.
Es un veterano periodista de espectáculos, un hombre recio, el pelo cano, la voz firme, quien ahora es Jefe de Prensa de la ANDA y edita la revista oficial del gremio. Los archivos de la DFS sobre la ANDA, el espionaje en torno de actores, actrices, cantantes, le parece irrelevante. Totalmente:
-Lo que aparece ahí no tiene relevancia alguna, ni es sustento de nada. ¿Qué Silvia fue a Rusia? ¿Y? No pasa nada. ¿Qué Dolores del Río emigró a Estados Unidos? ¿Y? A todos los que involucraban con el comunismo… allá en Estados Unidos sí les preocupaba. A Chaplin, que emigró, a todos ellos… aquí no tanto. No tanto… y ya ni existe el Comunismo-dice el hombre, un poco instalado en el fastidio.
-¿Y de las cuestiones políticas del gremio…
-Aquí lo que importa es la trayectoria… de Dolores del Río, de Katy Jurado, de López Tarso, de Silvia Pinal que mencionas… ¡nunca! Nunca se ha conocido ninguna liga con terroristas, con comunistas o con ideologías que pudieran ser contrarias a nuestro sistema de derecho-dice.
-Y sobre el conflicto del 77…
-Es un asunto viejo. Un conflicto sindical interno…
-Que al gobierno le preocupó…
-No tanto que haya sido preocupante… porque la ANDA no es como el SNTE o esos gremios como el SME que marchan y hacen desorden… la ANDA tenía una protesta contra un comité que no coincidía… se crea una disidencia que queda encabezada por Enrique Lizalde… se buscó una toma de nota que nunca sucedió. El SAI se desinfló, no tenía representatividad, todos regresaron a la ANDA. Es más: dos de esos disidentes, Julio Alemán y Silvia Pinal, ya fueron dirigentes de la ANDA… aquello fue como un conflicto de padre-hijo.
-¿Oiga, la ANDA es un gremio beligerante?
-Es un gremio que usa sus creencias y las aplica, es un gremio que en sus asambleas se expresa con toda libertad y con toda libertad escucha. Tenemos disidencia de ideas y exposiciones, pero son cosas que se quedan en casa- dice.
Ya no es 1977, es 2014. Pienso en hablarle del espía TSG, de las tarjetas con el nombre de Silvia Pinal, del archivo de Dolores del Río, de esa incógnita que tengo sobre lo que buscaba realmente la DFS en esas asambleas de artistas…
-Era otra época- atino a decirle.
-Era otra época- contesta.
Al frente de su cubículo, a todo color, un Jorge Negrete de vitral toca una guitarra.
Casi 37 años después, recorro el teatro Jorge Negrete. Busco los ecos de aquellos días de 1977 entre el butaquerío renovado. Imagino los estallidos de “¡Fuera, fuera!” de los actores apostados en las escaleras de la luneta. Los gritos de “¡Remoción, remoción!” de las docenas de actrices que observaban la asamblea desde los balcones.
Como entonces, ahora la lluvia afuera.
La ANDA, que se fundó hace 80 años con el actor Fernando Soler como su primer dirigente, es hoy una organización con más de siete mil 400 socios y casi .
Recuerdo entonces el oficio D.F.S. 10-VII-81, firmado por Miguel Nazar Haro, que da cuenta del retorno a la ANDA de los artistas disidentes Silvia Pinal, Elsa Cárdenas Rentería, Rocío Banquells Núñez, María Sonia Furió Flores, Mauricio Herrera Porte-Petit y que “el día de la fecha, el dip.Fed. David Reynoso Flores manifestó en su oficina de esta ciudad, su política de puertas abiertas en la misma, para que regresen los demás disidentes sin ponerles obstáculos”.
Me imagino el rostro del agente secreto TSG, sigiloso, imperceptible como tantos otros espías que reportaron, durante décadas, las actividades de políticos, empresarios, activistas, disidentes, guerrilleros, como parte de su trabajo.
Es un laberinto interminable de datos, nombres, cifras de inteligencia contra actividades subversivas, comunistas y terroristas que, desde la lógica de un poder único, se supone que pudieron poner en riesgo la supervivencia del sistema político mexicano de esos años.
Entonces me pregunto: ¿ahí, entre estrellas de cine, actrices, cantantes, actores, vedettes, los espías de la DFS habrán encontrado aquello que buscaban?
Y la pregunta final: ¿quiénes fueron los agentes que documentaron estas historias… quién fue TSG?♠
Esta es la historia de una televisora pública modesta y de un puñado de directivos beneficiados por el privilegio.
Comienza una fría mañana del año 2013 -la del 16 de enero- un día después de que el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffett, ha anunciado públicamente el nombramiento de Enriqueta Cabrera como directora general del Canal Once, la legendaria estación de televisión del Instituto Politécnico Nacional.
Aunque nadie puede confirmar que éste se constituya su acto inicial como autoridad del canal estatal de televisión, no hay duda de que sí es uno de los primeros: adjudicarse un contrato millonario, bajo el esquema de prestación de servicios profesionales, que le abre la posibilidad de ganar por su trabajo más que sus superiores jerárquicos. Incluido el Presidente de México.
Un hecho que, desde todos los parámetros legales que rigen el funcionamiento de Canal Once, parece rebasar lo establecido por la Constitución de la República y por una buena cantidad de leyes relativas. Rozando la ilegalidad.
Porque con ese primer contrato, Cabrera Cuarón obtiene unos seis mil pesos diarios como sueldo, incluso en sus días de descanso, domingos, puentes y fiestas de guardar.
Un acto metaconstitucional, como nos ayudará a entender más adelante un investigador de la UNAM especialista en la estructura de la Administración Pública, esa red de instituciones que se mueven para todos nosotros. Y con nuestro dinero.
Seis mil pesos al día, como no perciben ninguno de sus superiores dentro de la jerarquía de la administración pública federal: ni Yoloxochitl Bustamante, la directora del Instituto Politécnico Nacional; ni Emilio Chuayffet, el secretario de Educación Pública, ni el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, cuyo ingreso está en casi cuatro mil 700 pesos diarios, según los registros oficiales disponibles.
Un salario que, como contaremos en esta historia, es igualado -e incluso superado en algunos casos- por un muy compacto conjunto de directivos del canal, todos ellos con sueldos superiores al millón y medio de pesos mensuales.
Su historia está en los números, en los datos públicos y vigentes. Aquí está desde su comienzo, para quien la quiera conocer.
* * *
La mañana del 16 de enero es fría en el nor-poniente de la ciudad de México. Apenas unos 11 grados, según los registros, y ni siquiera sol en el Casco de Santo Tomás, la bulliciosa ciudad politécnica donde está, desde 1959, la estación de televisión estatal.
En uno de los despachos del primer piso del pequeño conjunto de cubículos y foros de televisión, un grupo de empleados atestigua la llegada de Enriqueta Cabrera a su nueva oficina. Saluda a quienes la reconocen. Viste un conjunto de saco y pantalón grises, una blusa de cuello alto en tono bermellón y una mascada de seda con figuras de flores. No porta más adorno que unos aretes perlados. Sonríe.
En uno de los foros, ha concluido momentos antes la ceremonia oficial de toma de posesión, donde la directora del Politécnico, la doctora Yoloxóchitl Bustamante, ha dicho:
-Estoy segura de que ustedes, con esa seriedad, honestidad, profesionalismo con que siempre han desempeñado sus funciones, apoyarán esta nueva etapa, apoyarán a Enriqueta y haremos, junto con el Politécnico, del que ustedes forman parte, una nueva etapa… que le de significado a la transición.
Enriqueta Cabrera pide reunirse con los encargados del área administrativa del Canal, a quienes dice, según diversas versiones, que no tiene planeado un cambio muy radical en la estructura vigente.
-Vengo a sumarme a un equipo- le escucha decir alguien en esa reunión.
Después le son turnados algunos documentos, para su revisión: los estados financieros del Canal, las relaciones de colaboradores, las barras programáticas. También algunos contratos.
El primero que firma, según los registros públicos de transparencia gubernamental, es el de una trabajadora del área de Edición, encargada de revisar la calidad técnica de los materiales que adquiere, produce y transmite la televisora pública. Ese documento adjudica a la trabajadora casi 150 mil pesos por un año de trabajo. Nada significativo para un canal con presupuesto cercano a los 630 millones de pesos al año.
Pero luego firma el segundo: un contrato por dos millones 200 mil pesos, a nombre de María Enriqueta Cabrera y Cuarón, por el trabajo de planear, organizar y coordinar la administración, operación y control del Canal Once, para producir y transmitir programas educativos, científicos, culturales, deportivos y de orientación social.
Quizá no es casual. Los siguientes documentos del día parecen remarcar la diferencia:
Ochenta mil anuales para la telefonista.
Ciento tres mil al año para el chofer-mensajero.
Ochenta mil y algo para un mozo de cocina.
Ciento dos mil y tantos para un joven utilero.
Trabajadores de una televisora que nace, sin apenas recursos, del genio ingeniero de Alejo Peralta, Walter Buchanan y Eugenio Méndez, la mañana de 1959 en que transmiten, desde un pequeño estudio improvisado en una esquina del Casco de Santo Tomás, la clase del maestro Vianey Vergara: la inconfundible contundencia de los números. La verdad que habita las matemáticas.
Pero estamos con Enriqueta Cabrera. Apenas es su primer día de trabajo y todavía no aparecen los otros privilegiados.
* * *
Quienes la conocen mejor, destacan de ella tres cualidades esenciales: su amplia (amplísima dijo una cercana y muy antigua amiga) cultura. Su capacidad para devorar conocimiento y aprender o intentar aprender. Y sobre todo su lealtad: “es una mujer de lealtades permanentes”.
Lo que sea que esto signifique, parece ser condición para que Enriqueta Cabrera, una mujer cercana a los 70 años, con un rostro de facciones contundentes, labios delgados al extremo de ser apenas una raya en su rostro, porte vertical y mirada como de águila, haya logrado bogar el océano de la administración pública mexicana, manteniéndose a flote.
Pero es hija de su tiempo. Un tiempo marcado por el priismo, la ignorada cultura de la rendición de cuentas y la certeza de que el puesto es rey. Con toda la carga de claros y oscuros que eso supone.
Así lo entienden los diversos especialistas en medios de comunicación, que leen en su designación como directora del Canal Once un mensaje poco encomiable:
La investigadora de la UNAM, Florence Toussaint, por ejemplo, dice días después de su nombramiento que Enriqueta Cabrera, “una mujer siempre cercana al poder”, forma parte de la trama tejida por el PRI desde hace más de un sexenio para recuperar el poder.
“Se trata de dos políticos de rango medio adornados con un barniz académico”, define la investigadora a la propia Cabrera y al actual director del Canal 22, Raúl Cremoux.
Hace un énfasis interesante: el paso de ambos funcionarios por el Canal 34, la emisora pública del estado de México, donde estrechan lazos con el grupo que hoy está en el poder.
Otro conocedor respetado, el investigador Raúl Trejo Delarbre, va más allá: después de considerar lamentable la poca experiencia en producción audiovisual de la nueva funcionaria, y de resaltar que se trata de un nombramiento de índole político, por la cercanía de Enriqueta Cabrera con la campaña de Peña Nieto, habla de un hecho incontrovertible:
Tanto Cabrera como Cremoux “se han formado en un entorno mediático diferente al que México comienza a escribir hoy”, posiblemente ajenos a los asuntos de vanguardia, como la digitalización.
Y esas consideraciones, las personales y las profesionales, pueden ser significativas para entender a cabalidad lo que ocurre algunos días después de su llegada a la televisora del Politécnico. En cuestión de nombramientos. Y de sueldos.
El primero de estos, la mañana del 21 de enero, seis días después de asumir su cargo.
En la dirección de Comunicación y Relaciones Públicas, un área que no existe como tal en el organigrama heredado de la administración de Rafael Lugo, su antecesor, y que se conforma restándole responsabilidades a otras áreas, se nombra a Eugenia Pérez Olmos, ex asistente de Cabrera en el Museo Nacional de las Intervenciones.
A un primer contrato anual por medio millón de pesos, para “verificar las solicitudes de convocación (sic) de reuniones y citas y organizar la agenda de trabajo”, se añade otro por la misma cantidad casi un mes después.
El documento oficial de registro se etiqueta así: “Objeto de Contrato: integrar y difundir los objetivos y estrategias de acción de Canal Once en las áreas que conforman la emisora, coordinar y evaluar las reuniones dirigidas por el titular de la emisora con las diferentes áreas del canal, suplir al titular de la unidad en las representaciones de Canal Once ante las instancias gubernamentales, instituciones públicas y organismos privados, asegurar que las áreas acaten”.
Trabajadores del canal, anónimos por temor a las represalias, explican que Enriqueta Cabrera designa a su colaboradora como subdirectora de hecho del canal, sin que Pérez Olmos pueda acreditar ni experiencia mínima en el manejo de medios electrónicos o en la televisión en particular, ni conocimientos acerca de cómo se maneja una estación de televisión, publica o privada.
Además, según diversas fuentes, su nombramiento ocurre sin el consenso previo del órgano de gobierno del canal, ni el conocimiento de su superior jerárquica, la directora del Politécnico.
Lo significativo de esto es que un par de meses después, en abril de 2013, Pérez Olmos recibie un tercer contrato millonario por sus servicios profesionales.
Según el registro público, le son adjudicados un millon 100 mil pesos más, con un objeto que, hasta el momento, nadie sabe exactamente de qué se trata: “implementar medios de comunicación interna y externa, organizar los eventos requeridos, ejecutar el plan de difusión de actividades de la emisora, creación y gestión de relaciones académicas y terceros, al utilizar la experiencia tecnológica o la propiedad intelectual de otros, con la finalidad de desarrollar un nuevo negocio de enfoque multidisciplinario (más allá de las ventas)”.
Con ese tercer contrato, Pérez Olmos no sólo iguala su ingreso con el de la directora del Canal Once, sino que lo supera en casi dos mil pesos más. Poco para la anécdota. Mucho para el trasfondo.
Con su clave de remuneración JC1, que establece un sueldo mensual neto de 123 mil pesos, la prestigiada doctora en Ciencias Yoloxóchitl Bustamante, directora general de una de las más importantes instituciones educativas públicas de América Latina, no alcanza a igualar las percepciones de su subalterna Enriqueta Cabrera, ni las de Pérez Olmos.
A la directora del Instituto Politécnico Nacional le haría falta un ingreso extra por casi medio millón de pesos, para igualar lo que ganan cualquiera de las dos mujeres que están por debajo de ella en el organigrama jerárquico de la institución educativa.
Y, además, ni siquiera son casos excepcionales dentro del entramado que dirige al Canal Once.
* * *
En la pantalla aparece el rostro moreno de una mujer joven, de labios gruesos y facciones mestizas. Es la conductora de noticias Irma Pérez Lince:
-Muy buenas tardes… bienvenida- dice la conductora, hecha sonrisas. Está de perfil ante la cámara que la registra, pero de frente a su interlocutora, quien está sentada al otro extremo de una mesa.
-Bienvenida… a su casa –añade, con una risa leve, como si en ese preciso momento cayera en la cuenta de que entrevista a la directora del canal y no a otra persona– oiga, tiene ya diez meses en esta administración…
-Apenas diez meses, jejeje digamos jejeje- le interrumpe la funcionaria, con un suave tono enfático. Decidido.
-Van los primeros diez…- corrige al vuelo la conductora, nerviosa. Sale al paso de inmediato --¿qué es lo que más le ha gustado del Canal Once?-
-Mira, en primer lugar: me he encontrado con un canal donde la gente tiene muy bien puesta la camiseta y muchas ganas de trabajar. Eso es muy importante… o sea, Canal Once es como una gran familia en la que todo mundo está dispuesto a colaborar. Entonces, ha sido muy grato ehhhh, impulsar la producción… o sea, no hay nadie que diga ¡esto no, esto ya es demasiado trabajo…!- dice la funcionaria. Sonríe. No mira a la cámara, sino a su interlocutora. No titubea.
Cuando el segmento termina, tres hombres jóvenes, que han observado en silencio la escena en una pantalla de computadora, en la mesa de un café, lanzan un silbido largo, cargado de aire: sssssshh.
-Una familia con muchos parientes pobres y unos cuántos ricos- dice uno de ellos, trabajador del canal desde los años 90. Pongamos que del área de ingeniería.
-Las condiciones no son buenas. Se han denunciado muchas veces- dice otro. Nos enseña a todos un recorte del periódico La Jornada, del año 2011. Una columna en la que ex trabajadores del canal denuncian irregularidades administrativas.
“Los directores generales históricamente han usado el puesto para obtener privilegios económicos, hacer negocios con casas productoras, patrocinadores, incluso para mero lucimiento personal”, dice el texto, firmado por el articulista Jorge Moch.
-Son circunstancias que han permanecido por años. Desde que llegó Julio Di Bella, que fue cuando empezó a decaer… y luego se hizo peor con (Fernando) Sariñana (el cineasta que durante buena parte del calderonismo de hizo cargo del canal)- dice el trabajador, cuya identidad no va a ser revelada, porque se queda sin trabajo.
Lo explica así: desde la desincorporación de plazas, alrededor de los años 90, toda la plantilla de trabajadores del canal, desde el personal de intendencia hasta el talento en pantalla, pasando por los directivos, se rige por un sistema de pago por servicios profesionales.
No son honorarios. Son contratos de servicios específicos por una obra determinada. Muestra un documento. Un oficio de respuesta a una solicitud de información emitido el 16 de abril de 2013:
En el documento, la directora de Asuntos Jurídicos, Nancy Rivero Rosales, anota que el Canal Once no tiene trabajadores “ya que no tiene estructura orgánica autorizada”.
Este esquema de contratación representa para el IPN la posibilidad de no reconocer, ni adquirir, obligación alguna de carácter laboral, del mismo modo que el profesional que ahí labora no es considerado trabajador.
-Cada director establece los montos de los contratos y cómo los pagan-dicen los trabajadores anónimos. Muestran un ejemplo:
Es el registro en hoja Excel de un contrato, el XEIPN-1302-0010, fechado el 16 de febrero del 2013:
En éste, la directora de Noticias del canal, Gabriela Ortega Rivas, recibe un millón 430 mil 513 pesos por sus funciones de “determinar las características del contenido de los diferentes productos informativos, desarrollados por la Dirección de Noticias, desarrollar y proponer conceptos creativos para el diseño de programas y productos informativos para los espacios noticiosos y establecer la logística que permita llevar a cabo las coberturas noticiosas de los asuntos más relevantes en el ámbito nacional e internacional”.
Esta percepción, aunque sea superior en 120 mil pesos a lo que recibe Raúl Cremoux, el director del Canal 22, la otra señal televisiva estatal del gobierno mexicano, no contraviene los parámetros que se han planteado aquí respecto de la estación politécnica.
Sin embargo hay un detalle: quince días antes, el 21 de enero de 2013, la misma funcionaria ha recibido un pago por 912 mil pesos, según el contrato XEIPN-1302-0005.
A partir de estos dos registros, es posible determinar que la Directora de Noticias del Canal 11, una ex funcionaria menor de áreas de comunicación social en el PRI y el gobierno, sin experiencia ninguna en la dirección de medios de comunicación electrónicos, sin trayectoria televisiva, obtuvo el año pasado 2 millones 342 mil pesos por su trabajo en el canal.
En términos comparativos, que siempre facilitan la lectura, se puede enunciar así: ganó casi 50 mil pesos mensuales más que el Presidente de México.
La primera semana de enero de 2014, casi 20 días después de que el presidente Peña Nieto anunciara un Plan de Austeridad que reducía en 5 por ciento los sueldos de la burocracia nacional, la directora de Noticias del Canal Once firmó su contrato anual con un incremento de casi 200 mil pesos respecto del año anterior.
Y no fue la única afortunada.
También fue el caso del Director de Administración y Finanzas del canal, José Concepción Reyes Aquino, quien firmó su contrato por un millón 914 mil 841 pesos.
El administrador, “un joven muy trabajador, se la pasa todo el día en los números”, es considerado por diversas fuentes como “el cerebro financiero detrás de todas las transformaciones en el Canal”.
Es el único funcionario de primer nivel dentro del Canal Once que ha logrado permanecer bajo cuatro administraciones: la de Julio Di Bella, quien lo llevó al cargo; Fernando Sariñana, Rafael Lugo y Cabrera, quien lo ha ratificado.
El resto de directores del canal (Nancy Rivero Rosales, directora de Asuntos Jurídicos; Mayolo Reyes Ballesteros, director de Estrategia y Desarrollo; Óscar Baldenebro, director de Ingeniería y Diana Emma Serrano, directora de Mercadotécnia e Imagen) perciben un ingreso anual de un millón 500 mil pesos por su trabajo, cantidad que no aumentó un peso en el año actual.
¿Qué lógica define entonces la percepción mensual de la directora del Canal Once y de sus colaboradores?
Es lo que vamos a tratar de entender a continuación.
* * *
¿Los contratos millonarios de la directora del Canal Once y de sus colaboradores más cercanos son inmorales o ilegales?
Cuando se lo planteo, José Antonio Fernández, quizá uno de lo conocedores más acreditados de las entrañas de la industria audiovisual mexicana, hace una mueca de desacuerdo.
Dice que la percepción que alcanza el conjunto de directivos del Canal Once, si bien puede ser escandalosa en términos de esquemas de la burocracia mexicana, no puede compararse, de ningún modo, con los márgenes que impone la industria de la televisión, a nivel nacional o mundial: Danny Cohen, director de la BBC Televisión, la televisora pública más importante del mundo, gana más de 6 y medio millones de pesos al año.
-No es significativo el asunto de las percepciones, porque la televisión tiene sus propias lógicas, que no tienen nada que ver con el Canal Once- explica José Antonio Fernández.
Ni el presupuesto del Canal Once, cercano a los 640 millones de pesos en 2013, no puede compararse con los más de mil millones de dólares que ejerce, por ejemplo, Televisa. Ni con los casi mil millones de Televisión Azteca.
Los sueldos, mucho menos. El presupuesto del Canal Once equivale a cuatro telenovelas. Y ni siquiera de las de la noche.
-Yo lo analizaría más bien en función de lo que el Canal Once aporta, en cuanto a proyecto televisivo. Es un parámetro más justo. Hay gente muy importante que ha pasado por ahí. Mucha gente buenísima, que no está solo en los directores, porque cada director ha impuesto su estilo y eso puede ser fatigoso para el canal- dice.
Desde esa perspectiva explica un detalle significativo: cada director del canal impone su propia personalidad al canal, a partir de sus propios intereses y perspectivas: si Alejandra Lajous lo hace un canal más social, Julio Di Bella le dota de una cualidad más juvenil. Si Fernando Sariñana se enfoca en hacerlo un canal competitivo comercialmente, Rafael Lugo trabaja para consolidar una visión más creativa.
-Desde mi punto de vista, los directores del Canal Once sí tienen poder, y bastante, más de lo que la gente cree. Con Enriqueta Cabrera, por su formación de antropóloga, tenemos entonces un canal más social, pero respeta muchas de las cosas que hicieron sus antecesores. Revive a Jorge Saldaña, trae a Javier Solórzano… vemos una inquietud de cosas sociales, está clarísimo… para ser justos, por eso digo, hay que identificar, más que los privilegios de unos cuántos, su apuesta televisiva-dice.
-¿Qué papel juega el Canal Once en el pastel televisivo nacional?
-Uno muy importante. Es como una miscelánea que tiene una gran tradición. Su barra infantil es de lo mejor que tenemos. Su barra de opinión, aunque a mi me gustaba más en cuando era contestataria, pero se mantiene con un gran prestigio. Su señal es abierta y por tanto es el canal, de corte casi cultural, aunque no tanto como el 22, pero que llega a un mayor número de mexicanos, es canal 11, que debe andar llegando al 40 por ciento del territorio…-
-No, alcanza casi el 70 por ciento del territorio nacional, con un espectro de repetidoras y más de 500 empresas cableras, según sus datos…- le comento.
-Bueno, pues ahí tienes. Y ese papel es importantísimo. Creo que, si una crítica tenemos que hacerle al Canal Once es que nos está debiendo aún una gran superproducción nacional, que tiene capacidad para hacerla. Eso es lo que yo ponderaría- dice.
Me muestra los índices de audiencia que cada año presenta IBOPE, la empresa especializada en el área.
En el Canal Once, cuyos topes de audiencia llegan a alcanzar los 7 puntos de rating nacional, sobresalen algunas producciones específicas: El Diván de Valentina, una serie infantil que ya no se produce; Aquí nos tocó vivir, el programa sabatino de crónica urbana con la maestra Pacheco; algunas series unitarias y poco más.
Pero entonces resalta otro detalle:
En contrapartida con los ingresos establecidos para el cuerpo directivo del Canal Once, el resto de la nómina, que incluye desde choferes, camarógrafos e incluso algunas de las legendarias figuras del canal, parece no acercarse ni mínimamente a las cifras de la cúpula.
Un camarógrafo o un reportero del Canal Once no alcanzan los 200 mil pesos anuales, en muchos casos por debajo del promedio de su ramo y su industria.
Ni un técnico especializado en telecomunicaciones, como los que deben trabajar en el canal, alcanza su máximo gremial. Ni un diseñador, un editor. Ni un dibujante.
Una de las máximas figuras del Canal Once, el rostro y el trabajo que prácticamente todo el país identifica con la estación televisiva, Cristina Pacheco, percibe un ingreso que representa menos de la mitad de lo obtenido por los directivos.
En ese caso particular, según constan los registros del propio canal, sus ingresos son recortados en distintos lapsos, en las distintas administraciones, como en el periodo 2009-2010, cuando el programa Aquí nos tocó vivir sufrió un intento de fin de transmisiones y fue reprogramado por presión popular.
¿Qué lógica define entonces los contratos de prestaciones de servicios en el Canal?
Es necesario buscar otra respuesta.
* *
Hasta el cierre de esta edición no puede ser posible obtener una respuesta de su parte:
“En seguimiento a su solicitud de entrevista, y cómo le comenté telefónicamente, la Lic. Enriqueta Cabrera, directora de Canal Once, no estará disponible sino hasta la próxima semana, se encuentra en la reunión de la AEC que se realiza en la ciudad de Mérida y la comunicación es muy limitada. Sin embargo, me pide ser el conducto para hacerle llegar su agradecimiento por anticipado”, escribe Adriana López Cruz.
-Es una práctica habitual- dicen los trabajadores- los directores del Canal Once no le rinden cuentas casi a nadie.
Y entonces despliegan un conjunto de hojas foliadas, cuyo contenido rebosa de datos. Muchos más datos.
* * *
En la estructura establecida en el Reglamento Orgánico del Politécnico Nacional, publicada en el Diario Oficial el pasado 10 de marzo de 2013, la legendaria estación de televisión es considerada como un Órgano de Apoyo de la dirección general del instituto, cuyas decisiones deben ser puestas a consideración, siempre, de su superior jerárquico. Esto, por supuesto, debe incluir la asignación presupuestal relativa a las percepciones.
Aunque la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice, en la fraccion II del artículo 127, que ningún servidor público debe recibir remuneración mayor a la establecida para el Presidente, en el presupuesto correspondiente al Canal Once, en los hechos, no ocurre así.
La normatividad, que es la regla que están obligados a seguir todos los funcionarios públicos mexicanos, anota una excepción: cuando “el excedente sea consecuencia del desempeño de varios empleos públicos, que su remuneración sea producto de las condiciones generales de trabajo, derivado de un trabajo técnico calificado o por especialización en su función”. Si ese fuera el caso, “la suma de dichas retribuciones no deberá exceder la mitad de la remuneración establecida para el Presidente”.
* * *
Aunque Enriqueta Cabrera se ostenta como Antropóloga Social por la Universidad Iberoamericana, formación que destaca en la biografía que puede leerse en el portal WEB del canal, en el Registro Nacional de Profesiones existe una referencia al registro de una cédula a su nombre, expedida en 2013, que la acredita como Licenciada en Periodismo, titulada bajo el esquema de Acuerdo Secretarial 286, 328 y 357 de la SEP.
Cercana al priismo, fue la responsable de concretar el proceso de liquidación del periódico El Nacional a mediados de los años 90, cuando Chuayffet era secretario de Gobernación.
Tras ese periodo, Cabrera no volvió a trabajar de lleno en medios de comunicación en los siguientes 20 años, a excepción de la publicación de artículos de opinión en diversas revistas.
Al llegar la era del panismo, Cabrera encontró acomodo en oficinas de comunicación social, siempre haciendo gala del bajo perfil. Durante el sexenio anterior, el Instituto Nacional de Antropologia e Historia la rescató del desempleo colocándola como directora del Museo Nacional de las Intervenciones, donde tenía un sueldo mensual de 40 mil pesos.
Con el retorno del PRI, Cabrera fue llamada por Chuayffet para hacerse cargo del Canal Once, aún cuando carecía de todo conocimiento sobre el manejo de un canal de televisión:
Es el minuto 00.06 del video. Se ve a Yoloxóchitl Bustamante, un oscuro saco aparentemente de terciopelo, un paso decidido, las manos que la alcanzan a saludar. Detrás, Enriqueta Cabrera, un saco café, casi beige. Los ojos mirando al piso. Como reflexiva. Sin hablarse, sin verse ambas cruzan un largo pasillo.
Al siguiente corte, la directora del IPN se adelanta para saludar a diversos personajes en un auditorio lleno. Besa a Cristina Pacheco. Besa a Julio Di Bella.
Rafael Lugo, quien se despide para dar paso a la gestión de Enriqueta Cabrera, enfatiza su historia como añejo trabajador del canal antes de alcanzar la Dirección General. Desde el auditorio, una sonriente Yoloxóchitl Bustamente lo escucha.
En el siguiente corte, la directora del Politécnico se pone de pie para saludar a la periodista Pacheco. Cabrera, al mismo tiempo, se voltea para alcanzar el podio. El auditorio la observa. La escucha.
-Creo que lo que tenemos que hacer es seguir caminando por la ruta por la que ha estado caminando Canal Once, que es la ruta de la producción de calidad, de la producción con responsabilidad social, de la producción con innovación, con creatividad y con un sentido social y de respeto y de respuesta a la audiencia- dice.
Yoloxóchitl la mira y la pantalla, que las reproduce a ambas, transmite aplausos.
Un grupo de trabajadores la observa sin aplaudir. En la pantalla aparece el logotipo rojo y una voz que dice: Canal Once, el canal de Instituto Politécnico Nacional.
Le nombramos Periodismo Literario (Literary Journalism, Narrative Journalism, Jornalismo Literário, Journalisme Littéraire) la denominación más extendida internacionalmente, pero también Periodismo Narrativo. Términos próximos, pero no sinónimos.
Su característica principal es plenamente identificable: el género de textos periodísticos que utiliza recursos expresivos considerados como propios de la literatura, para relatar los acontecimientos noticiosos que conciernen al individuo y su sociedades.
Está en auge. En Estados Unidos, buena parte de Europa y también en América Latina -con México incluido- sus ejemplos son numerosos y reconocibles.
Al mismo tiempo que un número cada vez mayor de periodistas y editores se aventuran en su ejercicio, difusión y perfeccionamiento, desde la academia aumenta la atención y el estudio de sus categorías y componentes.
Suele confundírsele con la crónica periodística –aunque en México, en los hechos, a cualquier texto periodístico plagado de adjetivos o afanes estilísticos mínimos se le suele confundir con la crónica- pero el periodismo literario es mucho más:
Es un género híbrido -y por híbrido debe entenderse el producto de una fusión entre culturas diversas- resultado de una conjunción precisa, habilidosa, de veracidad verificable, vinculada tradicionalmente al periodismo, e intención estética, vinculada tradicionalmente a la literatura.
Así como debe cumplir cabalmente con el pacto con el lector (la garantía periodística de que cada dato, cada frase, cada hecho relatado tienen tras de sí un trabajo periodístico minucioso, verificable y completamente ajeno a la invención o a la ficción) el periodismo literario no opone resistencia alguna para utilizar cuanto recurso expresivo de la literatura está a su alcance.
Así, se sirve de los géneros más diversos, desde la novela hasta el cuento, desde el ensayo hasta la poesía, y del cúmulo de figuras retóricas que le ofrece el lenguaje escrito.
Su objetivo es llevar hasta la mente del lector, al centro de su raciocinio y al conjunto de sus emociones, la noticia, el mensaje informativo.
Y como también involucra a todos los géneros periodísticos, los trastoca para transformarlos, fusionarlos o renovarlos.
Por ello, el periodismo literario es más que únicamente crónica: es entrevista, que se cruza con la biografía y la semblanza para engendrar el perfil, la mirada de 360 grados sobre un personaje; es crónica, que traspasa el cuento, la novela y el cuadro costumbrista, para ampliar sus fronteras de mera narración cronológica; es artículo de opinión o columna, que atraviesan el ensayo, la disertación literaria o el monólogo interior para constituirse como ensayo periodístico literario; es nota informativa, que puede imbricarse con las estructuras del cuento o incluso la fábula para explicar un momento específico de un individuo o un acontecimiento en la sociedad.
Es un género que suma a otros géneros y que dota al periodismo, o mejor dicho recupera para el periodismo, a los seres humanos con rostro e historia individuales, que sirven de vehículo para explicar lo colectivo.
En síntesis: el periodismo literario es un género de géneros. Amalgama.
Nociones de un mismo tema
¿Puede hablarse de éste como un género nuevo? No, ciertamente.
Tal como anota el catalán Albert Chillón en Literatura y Periodismo: una tradición de relaciones promiscuas (UAB, 1999), más precisamente se trata de una reclasificación. Con ésta se designa un conjunto de escritos claramente multidisciplinarios y transfronterizos.
Así como a la composición que conjunta fotografía, literatura, pintura, sonido, movimiento y música se le identifica con precisión como Cine, la denominación Periodismo Literario aglutina los productos periodísticos que, en uso pleno de esa condición multidisciplinaria, recogen aportaciones expresivas de los géneros literarios testimoniales -diario personal, relato de viajes, ensayo, prosa costumbrista, género epistolar, entre tantos otros-, así como de las modalidades documentales -historias de vida, tradiciones orales- de los discursos televisivos contemporáneos -serie policiaca, telenovela, serie de intriga o misterio- y hasta de los cinematográficos -efectoRashomon, flashback, flashforward-.
Reconoce con una identidad precisa a todo aquel periodismo que abreva de las fuentes literarias personales, como las memorias, las autobiografías, las confesiones, los relatos de experiencias, las semblanzas, los retratos, la novela histórica, el relato policiaco, las historias cortas y los cuentos.
El periodismo literario es un género contemporáneo de la novela realista, de la prosa literaria testimonial, de la narrativa científica y de la escritura periodística, facetas distintas, pero vinculadas, del mismo fenómeno cultural y comunicativo: la sensibilidad realista de la época moderna.
Otros estudiosos alrededor del mundo también han aportado ya sus nociones particulares al respecto: Norman Sims, investigador de la Universidad de Massachusetts en Amherst, y cofundador de la Asociación Internacional de Estudios sobre el Periodismo Literario (IALJS, por su denominación en inglés: International Association for Literary Journalism Studies), explica que el Literary Journalism es una combinación precisa y deliberada de inmersión, voz, exactitud y simbolismo con ambición literaria.
El canadiense Bill Reynolds, presidente de la IALJS y coautor de Literary Journalism across the world (University of Massachusetts Press, 2011), dice que el género es la utilización de recursos que alguna vez se reconocieron como característicos del Nuevo Periodismo estadounidense, pero que han formado parte de manifestaciones periodísticas anteriores, en distintas partes del mundo, muchas décadas antes de que Tom Wolfe acuñara el famoso denominativo en los años 60.
El investigador estadounidense Mark Kramer dice en Literary journalism: a new collection of the best american non fiction (Ballantine Books, 1985), que es aquel género en el cual las artes estilísticas y de construcción narrativa, asociadas desde siempre a la literatura de ficción, ayudan a atrapar la fugacidad de los acontecimientos.
Los españoles Jorge Miguel Rodríguez y María Angulo, coeditores de Periodismo Literario: naturaleza, antecedentes, paradigmas y perspectivas (Fragua, 2010) lo designan macrogénero, porque agrupa un conjunto de composiciones que unen el rigor del reporterismo, el respeto por el pacto de lectura (el compromiso y el deber del periodista de no inventarse ni un solo dato, ni una escena) y la calidad estética del relato.
Un macrogénero que además adopta todo tipo de géneros y estéticas de la cultura de un tiempo y un espacio. Como periodismo, registra todo lo que acontece a la humanidad. Como literatura, como poética, revela el alma del hombre en ese instante de la historia.
En el periodismo literario, la adopción de recursos expresivos de la literatura no escinde a los textos de su condición periodística, en tanto que no se trata de un ornamento estilístico, ni siquiera de un mero recurso estético para cautivar al lector, sino de una posición definida ante la realidad. A la manera de Flaubert: “el estilo es una manera absoluta de ver las cosas”.
Rodríguez y Angulo son claros: la estética no sólo embellece el relato periodístico, sino que, al detenerse en los detalles que el periodismo tradicional y estandarizado ignora, alcanza una dimensión más humana y, por lo tanto, más real de la historia. El resultado son crónicas, reportajes, perfiles, artículos, columnas que logran una máxima eficacia periodística, referencial y factual, al narrar los hechos.
El cruce indistinto entre fronteras es claro y deliberado, escribe el académico español Fernando López Pan: el paso del periodismo a la literatura no es el salto del mundo de los hechos al mundo de las ficciones, sino un cambio del plano del simple registro al plano de la interpretación.
Los hechos narrados bajo la lógica del periodismo literario interesan, en la medida en que están saturados de humanidad, no de sensacionalismo ni sensiblería.
En algunas regiones del mundo, principalmente América Latina, se le designa con periodismo narrativo, apelativo recurrente sobre todo entre aquellos periodistas quienes, al mismo tiempo que lo ejercitan -de forma generalmente intuitiva- han comenzado a reflexionar sobre su condición y arquitectura.
Uno de ellos es el colombiano Juan José Hoyos, quien después de tener tras de sí una sólida carrera periodística decidió aportar material documental y escribió la que hasta ahora es quizá la mejor metodología sobre el género que se haya escrito en nuestro idioma: Escribiendo historias. El arte y el oficio de narrar en el periodismo (Universidad de Antioquia, 2003).
Lo define como un discurso que se funda con la aplicación de potentes herramientas narrativas, que permiten “abordar la realidad de modo total y transmitirla al lector como una vivencia en la que están involucrados todos los sentidos”. Son narraciones, porque captan el mundo en toda su complejidad. Resuelven con eficacia el duelo entre la inteligencia y los sentidos.
El argentino Pablo Mancini lo explica como un periodismo que presta más atención a la escritura literaria que a la escueta narración de hechos, que constituye la prerrogativa esencial del periodismo en el sentido moderno del término.
En la misma lógica, otro argentino, Roberto Herrscher, autor del ensayo Periodismo narrativo: cómo contar la realidad con las armas de la literatura (Universidad de Barcelona, 2012), dice que los textos del género, que pueden llevar al lector a las voces, las lógicas, la sensibilidades y los puntos de vista de los otros, tienen una enorme ambición escondida: no buscan sólo informar, entretener o enseñar algo, sino además que el lector cambie, crezca, conozca “no sólo una parcela del mundo que desconocía, sino que termine conociendo una parcela de sí mismo que no había frecuentado”.
En todo caso, como señala López Pan en el artículo Periodismo literario: entre la literatura constitutiva y la condicional (Revista Ámbitos No. 19), ambas denominaciones, periodismo literario y periodismo narrativo, pueden ser consideradas sinónimas: apelan a la narración periodística y convocan una cierta intemporalidad y una dimensión humana en el relato de lo noticioso.
Orígenes diversos, consolidaciones distintas
Las disertaciones teóricas nos llevan a ubicar el momento fundacional del género hacia la segunda década del siglo XVIII: la creación del libro Diario del año de la peste.
En la reconstrucción, mitad historia documental y mitad memoria ficcional, de los hechos ocurridos durante la epidemia de peste bubónica que azotó la ciudad de Londres en 1665, se mezclan con integridad los recuerdos personales del autor, el escritor y periodista Daniel Defoe, con los testimonios rigurosamente recopilados entre sobrevivientes, familiares y vecinos. El relato contiene además la sustancia de una posible fuente documental, hasta hoy no comprobada, que algunos estudiosos coinciden en identificar: un diario personal del tío del autor, Henry Foe.
A partir de ese punto histórico, cada tradición ubica, con regulares márgenes de coincidencia, un derrotero que atraviesa textos periodísticos identificados, a lo largo de tres siglos, con distintas denominaciones: Crónica Periodística, Reportaje Novelado, Novela de No-ficción, Cuadro Costumbrista, Viñeta, Novela Verité, Entrevista de Personaje, Entrevista de Semblanza, Relato vivencial, entre muchos otros apelativos.
En todo caso, el libro de Defoe no se constituye como ejemplo único, y ni siquiera como frontera temporal infranqueable, sino apenas como primer punto de referencia: si algo consolida esta hibridación periodístico-literario es el surgimiento de la sensibilidad realista, que se constituye como forma nueva de percibir y narrar el mundo, y al respecto no está dicho ni estudiado todo.
Sintetizada en la aspiración de que podía alcanzarse la reproducción exacta, completa, sincera del ambiente social y de la época, la ambición realista supone una estructura sobre la que el periodismo se posó con seguridad.
El mejor detalle que contribuye a esa explicación, y por ende a entender la proximidad de los territorios periodístico y literario a partir de esa época, es el hecho de que una buena parte de los autores realistas tuvo su primer contacto con el público a través de la prensa popular. Ahí se identifica por primera vez la asociación tácita, sistemática y relevante del periodismo y la literatura, no como una mera convención instrumental, sino como una forma específica y conjunta de ver el mundo.
Periodistas y literatos se nutren entonces, recíprocamente, de visiones y mecanismos de construcción discursivos que caminan paralelos, cuando no imbricados.
Modernistas: los abuelos del periodismo literario latinoamericano
Si apelamos a esa lógica explicativa, si observamos el fenómeno de imbricación periodístico-literario que se detecta en el siglo XIX, es posible entender por qué América Latina no escapa a esa influencia desde entonces.
Sin llegar a definirlo como periodismonarrativo o periodismoliterario, en su estudio La invención de la crónica (FCE, 2005), Susana Rotker habla de un género híbrido, que surge en nuestra región a mediados del siglo XIX: la crónica modernista.
Un producto transgresor, como ella lo designa, que se centra en la narración periodística de detalles menores de la vida cotidiana, que irrumpe en lo subjetivo, no respeta el orden cronológico pero al mismo tiempo se niega a inventar hechos.
Los modernistas establecen un pacto de lectura para su manera tan rupturista de reproducir la realidad:
“no significa que su subjetividad traicione el referente real, sino que se le acerca de otro modo, para redescubrirlo en su esencia, no en la gastada confianza de la exterioridad”.
Dicho de otro modo: aunque parezca increíble lo que se narra, es un acontecimiento real. Un hecho. Una noticia o la interpretación abarcadora y totalizante de ésta.
La crónica modernista latinoamericana, cuyos representantes más emblemáticos son el cubano José Martí, el nicaragüense Rubén Darío, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera y el brasileño Joaquim María Machado de Assis, surge justo en la época en que comienzan a definirse, y a separarse, los espacios particulares del periodismo y la literatura. Cuando la literatura se arraiga en la esfera de lo estético estética, mientras que el periodismo recurre a la premisa de testimoniar objetivamente hechos del presente, como observa Rotker.
Ellos mismos, los modernistas, se reconocen intérpretes de su entorno social y de su presente cambiante, inasible, vertiginoso. Al mismo tiempo desclasados y sometidos al vértigo constante con un horizonte en perpetuo cambio e inestabilidad, atestiguan el trastocamiento de paradigmas y la volatilidad que les depara el desarrollo industrial de su época.
Está ahí, recién llegado de Inglaterra y Estados Unidos, un novedoso modelo de periodismo surgido tras el telégrafo, que tiene en la llamada pirámide invertida su principal instrumento, pero ellos vuelcan en los periódicos su propia turbación, todo su azoro, con los recursos expresivos que retoman de su propia literatura.
En las mismas décadas que se cimenta el trabajo de los modernistas, se consolida la recién nacida agencia de noticias Associated Press, que obliga a la insipiente industria a buscar un modelo idóneo de texto, breve, conciso, sólo de hechos y sin elementos valorativos, publicable en cualquier diario del mundo interesado por éste, redactado incluso por personas no formadas como escritores.
Ellos, los modernistas, se asumen como habitantes de una tierra de nadie.
Escribe Darío:
“la tarea de un literato en un diario, es penosa sobremanera. Primero, los recelos de los periodistas. El repórter se siente usurpado, y con razón. El literato puede hacer un reportaje: el réporter no puede tener eso que se llama sencillamente estilo. En resumen: debe pagarse al literato por calidad, al periodista por cantidad: sea aquella de arte, de idea, ésta de información”.
Logran salvar las resistencias ideológicas, comerciales y políticas de los dueños de los periódicos en que comienzan a colaborar y, al mismo tiempo, se hacen distinguir de los repórters, sin perder de vista la cercanía entre periodista y escritor, como explica el nicaragüense:
“Séneca es un periodista. Montaigne y de Maistre son periodistas, en un amplio sentido de la palabra. Todos los observadores y comentadores de la vida han sido periodistas. Ahora, si os referís simplemente a la parte mecánica del oficio moderno, quedaríamos en que tan sólo merecerían el nombre de periodistas los repórters comerciales, los de los sucesos diarios”.
Su trabajo limítrofe, marginado y marginal, no es tomado en serio ni por la institución periodística ni por la institución literaria, por el hecho de que sus productos no se encuentran definitivamente dentro de ninguna de éstas, pues la estética que proponen sobrepasa los esquemas vigentes, al relacionar elementos del lenguaje y la representación de la realidad, la escritura y la voz propia.
Justo la consideración que funda lo que hoy denominamos Periodismo Literario.
Auge de un macrogénero
En The Literary Journalists (Ballantine Books, 1984), Sims dice que el estilo utilizado por Defoe es el antecedente directo de obras que dejaron su impronta más visible en el Nuevo Periodismo de los años 60 y 70.
Pero antes de éstos, también está estampado en trabajos periodísticos de Nellie Bly, en los años 20 del siglo pasado, como 10 días en un manicomio; en trabajos de James Agee y Walker Evans como Elogiemos ahora a hombres famosos; en La Jungla, de Upton Sinclair; en Los vagabundos de la cosecha, de John Steinbeck o 10 días que conmovieron al mundo y México insurgente, de John Reed.
De ahí seguramente abrevaron Hemingway, en su Enviado Especial, o Julius Fucik en Reportaje al pie del patíbulo; John Dos Passos en la trilogía USA -Paralelo 42, El gran dinero y 1919- o John Hersey, quien alcanzó una cumbre del género periodístico literario con su obra Hiroshima, un texto que cualquier escuela de periodismo debería utilizar como una Biblia.
Y luego la generación de nuevos periodistas, en la que Wolfe congregó a Gay Talese, Norman Mailer, Joan Didion, Hunter S. Thompson, Terry Southern, Truman Capote, entre otros, que se sumaron a otras voces periodístico-literarias que llegan hasta nuestros días: Michael Herr (Despachos de guerra), John McPhee, Tracy Kidder, Lilian Ross, entre muchos más.
En La banda que escribía torcido (Libros del K.O, 2013) Marc Weingarten es claro al explicar porqué este conjunto de autores se acerca a las estructuras literarias desde el periodismo:
“las herramientas tradicionales con las que se realizaban los reportajes resultaban inadecuadas a la hora de cubrir los tremendos cambios culturales y sociales de aquella época. La guerra, los asesinatos, el rock, las drogas, los hippies, los Yippies, Nixon: ¿cómo podía un reportero tradicional, que se ajustaba tan sólo a los hechos, proporcionar un orden claro y simétrico a semejante caos?”
Y esa consideración es plenamente compatible con los ejemplos desarrollados en América Latina: Juan José Hoyos ubica como antecedentes lejanos en nuestra región, a los cronistas del modernismo, pero también a los periodistas colombianos, mexicanos, argentinos, chilenos que les sucedieron: los que relataron la Revolución de 1910, los que contaron las disputas sociales del medio siglo XX, aquellos que recorrieron las expresiones literario periodísticas que subsistieron a la industrialización del periodismo en nuestra región; los que compartieron espacio con los escritores narradores de la generación del Boom -con Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa a la cabeza- quienes tuvieron un peso definitivo en el periodismo y la literatura, y trascendieron los territorios de ambos géneros.
Un estudio menos impresionista puede, con minuciosidad, encontrar las claves históricas precisas del periodismo literario en toda la región latinoamericana y sus diferentes caminos expresivos, que aunque son comunes en lo estructural tienen diversas manifestaciones y desarrollos en lo estilístico.
Redimensionar el papel fundamental de obras surgidas de la hibridación periodístico literaria, en autores como el mexicano Ricardo Garibay, quien en toda regla supone la marca contemporánea del perfil periodístico literario con Las glorias del gran Púas; como Germán Castro Caycedo y su Perdido en el Amazonas, que bien puede catalogarse como un relato periodístico de aventuras; como la mexicana Elena Poniatowska, cuya Noche de Tlatelolco es una crónica periodístico literaria que recurre magistralmente, quizá de forma intuitiva, a lo que se identifica como Efecto Rashomon, -hacer del entramado minucioso de testimonios plurívocos el eje narrativo de la historia-; o como el argentino Rodolfo Walsh, cuyo reportaje Operación Masacre funde verismo documental con estrategias narrativas extraídas de la literatura, para mostrar una verdad escondida entre estructuras discursivas que se superponen.
De ellos abrevan, deliberada o intuitivamente, las generaciones posteriores de periodistas que hoy posan un pie en el terreno de lo periodístico y otro en el terreno de lo literario: de la argentina Leila Guerriero a la mexicana Marcela Turati; del colombiano Alberto Salcedo al chileno Juan Pablo Meneses o el salvadoreño Oscar Martínez: el dato periodístico y la intensión estética en conjunción precisa, como forma de interpretar el presente que habitan.
Si retomamos la noción de Todorov, respecto de que los nuevos género surgen de la transformación de varios géneros precedentes, por inversión, por desplazamiento o por combinación, es fácil entender el auge y el arraigo de un género que nos demanda que aprendamos su denominación precisa y plenamente identificable: Periodismo Literario.♠
Media tarde. Un restaurante de clase media en algún lugar de México. Es una casona con amplias ventanas y apenas comenzales. Hay bullicio de conversaciones. En una de las cinco mesas del lugar, de espaldas a la puerta de entrada y de frente a quien lo escucha, está sentado Flavio Sosa. Es un hombre de 50 años. Cae un haz de luz sobre su espalda, que enmarca un rostro redondo, ojeroso, cubierto por una espesa barba, entrecana igual que su largo e hirsuto cabello sujeto por una cinta. Su gesto es adusto. Viste una camisa de lino color azul cielo:
Flavio (en voz baja, pausada):
Fue hace dos semanas, aproximadamente: yo recibo avisos de amigos, de compañeros, de que… pues que se está corriendo el rumor de que me van a asesinar.
El primer aviso me inquieta. El segundo aviso ya me preocupa un poco más… cuando es el tercer aviso ya me alarmo ¿no?
-¿Sabes qué, Flavio...? P’s vienen por ti. Hay tres sicarios buscándote en Oaxaca… vete ya… vete de Oaxaca antes de que te maten, Flavio- me dicen (finge la otra voz).
Es un escenario similar al que ocurre cuando matan a Beto en 2010 (cambia el tono cuando pronuncia ese nombre) –a Heriberto Pazos, del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui, ejecutado— porque se hablaba en ese momento de una lista negra, donde estábamos Beto, el padre Uvi, que se llama Wilfrido Mayrén, yo y otros líderes sociales.
Beto, definitivamente encabezaba la lista. Y parece que en segundo y tercer lugar estábamos el Padre Uvi y yo. Entonces, ya en el momento de esos avisos, se comienza a crear un clima muy particular: se me acerca algún periodista, se me acerca algún compañero de la región, algunos líderes sociales:
-Oye Flavio, ten muchísimo cuidado… ya están las armas en Oaxaca, hay una cantidad equis de dinero para matarte… y viene gente de fuera- me dicen (gesticula las frases, enfatiza las otras voces).
Ese es el penúltimo mensaje, el que ya de plano nos cimbró. Porque, además, hay un mensaje casi al final que llega a través de Ignacio, de Nacho, mi colaborador más cercano… un compañero… un hermano mío, que desde 2004 es una especie de secretario particular que la organización comisiona para que esté cerca de mi… que incluso en los momentos más dificiles del movimiento siempre está conmigo.
Nacho va a un antro y estando ahí se le acerca una de esas gentes que notoriamente controlan el antro –porque ahora en Oaxaca, en los últimos meses, hay gente que no tiene nada qué ver con el negocio, pero los controlan— y ahí le ocurre:
-¿Quiúbole Nachito?- le dicen por su nombre. Ignacio se sorprende de que le llamen por su nombre y de que le llamen con tanta familiaridad, porque así le decimos nosotros: Nachito.
-¿Qué pasó…?- les contesta y se levanta.
-No, no te espantes, Nachito… ya sabes… ¿ya sabes, verdad? Vienen por tu jefe… y no somos nosotros. Es gente de fuera.
-Pos… ‘hora sí que no sé de lo que me estás hablando- les dice Nacho. Quiere evadir la plática, hace el intento por levantarse de la mesa y el que le habla lo impide agarrándolo del hombro.
-No. No te preocupes, contigo no hay problema… dile a tu jefe que se cuide… y dile que no somos nosotros. Punto. Pero sí está cabrón ¿eh?
Después de ese mensaje que le dan a Nacho, nos reunimos como colectivo, los siete, ocho compañeros que formamos la directiva de nuestra organización. Y hacemos una valoración de por dónde podrían venir los golpes… por los nombres que se mencionaban y… este… de si era una jugada política o era una amenaza en serio.
Pues… porque ya otras veces nos han amenazado ¿no? Varias veces, desde que salimos de la cárcel, en 2008… entre 2007 y 2008… casi acabando de salir comenzaron las amenazas, los rumores de que me iban a matar, de que me habían levantado, a mi o a mis compañeros, a nuestras familias… pues entonces esta vez decidimos “no… vamos a esperar”.
Y esperamos ¿no? Ante estos avisos. Confiamos. Pero, en esto que esperamos… pasa… pasa algo que no nos esperábamos. Asesinan a Nacho. (Hace una pausa larga) Nos lo matan. (Flavio se coloca ambas manos en la sien. Recarga los codos en la mesa. Su mirada se dirige hacia ningún lado).
* * *
Madrugada. Hay algo de niebla. Un letrero señala: Columpio de Ixcotel - Carretera federal 190 Oaxaca-Istmo. Dos hombres aún jóvenes salen de un bar llamado AM. Sin que puedan alcanzar un automóvil Tsuru color blanco con placas TLA-1327, estacionado frente al bar, ambos hombres tratan de escapar de una lluvia de balas que de repente se desata sobre ellos. Se escucha ladrar a los perros en la lejanía. De los más de 20 disparos que salen de por lo menos tres armas .9 milímetros, una decena atravieza el cuerpo de Ignacio García Maldonado (moreno, bajo de estatura, el abdomen prominente). Su cuerpo queda tendido sobre el cofre del automóvil, mientras que otra tanda de disparos, de las mismas armas, caen sobre el cuerpo de Emmanuel Jesús López, su acompañante (moreno, delgado, de bigote ralo y bien delineado), quien alcanza a entrar en el vehículo para morir adentro. Se ven sombras de entre cuatro y seis atacantes. No se identifican rostros, ni complexión precisa. Los cuerpos quedan tendidos. Una bala horada la portezuela del coche de las víctimas, justo en medio de un emblema oficial: la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca. Ladridos lejanos. Aparece la primera sirena policial. Amanece lentamente.
Flavio (aprieta los dientes y así comienza a hablar):
A Nacho lo matan de la manera más canalla. Porque Nacho jamás uso un arma, jamás fue violento… nadie va a encontrar ni una foto, ni un video de él usando una arma… jamás. A lo mejor (ríe) sí encuentran alguna foto de Nacho tirando alguna piedra (ríe abiertamente) eso sí lo hicimos todos… pero Nacho era un hombre bueno. Y un (titubea, conmovido) un… un activista comprometido que decidió poner en riesgo su vida al estar a mi lado. Él lo sabía perfectamente. Fuimos creando lazos fraternos tan indisolubles como los que se crean entre los hermanos. Y fuimos entendiendo que la causa de la transformación de Oaxaca era nuestra causa y ahí seguíamos juntos. Digo… y lo matan… (se conmueve, traga saliva) como una señal mafiosa de que vienen por nosotros. (Se mueve en su silla. Bebe café de una taza).
¡Y por supuesto que sí tengo miedo! Es una mezcla terrible de sentimientos encontrados. El dolor de no poder abrazar a sus familiares más cercanos, el dolor de no poder abrazar a su madre (se le quiebra la voz)… que tantas veces nos acogió en su humilde ¡humilde, muy humilde casa! A sus hermanos, que sabían la relación conmigo tan entrañable… y la rabia. La rabia de que hayan lastimado a una gente afectivamente tan cercana a todos nosotros (alza la voz), a quien en el 2006 le pidieron nos incriminara en delitos a cambio de su libertad y se negó. ¡Se negó! ¡Y viviendo en la cárcel más dura de Oaxaca, en condiciones infraumanas. Se la rifó en una situación infame y no se dobló! (Silencio).
Lo que es… es un momento de mucha tensión (hace una pausa larga. Juega con un sobre de azúcar). Hay muchas amenazas para todos los líderes sociales. Corre el rumor de que hay un grupo de vehículos siguiéndonos. Ya amenazaron a otros… a Efraín, que se encarga de nuestros asuntos agrarios, de la manera más cobarde le llegaron los mensajes:
-¿Sabes que lo que le pasó ayer a tu hija no fue un asalto? ¿No entiendes, verdad?- le dijeron. ¡A su hija! Y con el mismo número amenazan a otros defensores de derechos humanos. Ubican el número… dice la procuraduría que hay una persona, de condición humilde, que están usando para mandar las amenazas. A ella le ponen recargas de 30 o 50 pesos en el teléfono...
-¿Sabes qué? A esta mujer la están usando… estamos tratando de llegar a quién es el mando- me dicen en la Procuraduría. Pero nunca llegan al mando. Está todo muy revuelto. Muy revuelto.
* * *
Mañana. Una hombre entra a la sala de una casa humilde, donde una mujer morena, de trenza larga y aretes dorados, rostro redondo, trabaja frente a una computadora. Una voz femenina dice “Es Beatriz López Leyva”. En un movimiento rápido, el hombre le dispara un tiro en la sien izquierda. La mujer cae muerta. El hombre, un joven delgado sin más señas, pistola en mano huye por la calle sin ser alcanzado.
Flavio (enfático):
Intentaron secuestrar a César Mateos, que fue nuestro vocero en el movimiento de 2006… milagrosamente se salvó César … pero ya ahí se corrió el rumor de que están usando vehículos que tienen tales características, una moto con tales características, un auto, dicen, diiiiicen todos con escoltas de Ulises Ruiz… que están asignados como policías de no se qué estado y están asignados aquí en Oaxaca para matarnos, dice la propia policía.
-Ten cuidado con tus vehículos- te avisa la propia policía.
Pero en los últimos días, los rumores se hicieron mucho muy serios. Y los compañeros acuerdan que yo salga de Oaxaca. (Baja la mirada, como si se avergonzara).
-Guárdate en el Distrito Federal… no salgas de tu hotel de México, no te muevas un rato… vamos a esperar que se calmen un poco las cosas ¿Qué te parece?- me dicen los compañeros.
-Me parece correcto- les digo… y a los dos días matan a Nacho. (Su voz a partir de este momento va a quebrarse). El crimen de Nacho para nosotros representa una señal. Una señal al estilo de ellos… al estilo de este grupo de criminales que en el 2006 asesinaron a más de 20 compañeros (mira hacia el frente. Sus ojos están rojos).
(Un par de hombres ocupan la mesa contigua. Flavio, a partir de ese momento, va a bajar el volumen de su voz. Insistentemente, cada pocos minutos, va a volver la cabeza hacia la puerta de salida del restaurante, que le queda a la espalda)
Ellos se comportan como asesinos seriales, como aquellas novelas terribles policiacas, así se comportaron ellos en 2006 (se enfada), es su modus operandi. Cuando no te lastiman a ti, mandan un mensaje y dejan algunas huellas para que tú lo leas. Su arma principal es el terror: son terroristas de la política.
Han seguido a nuestras familias a nuestros pequeños hijos, a nuestros amigos más cercanos. En una ocasión torturaron a un activista que estuvo junto conmigo. Brutalmente. Con saña. A César cuando lo detienen lo torturan (con las manos hace el gesto de quien aprieta un cuello), pudo comprobarlo la Comisión Nacional de Derechos Humanos, con toques en los testículos, toques en la nariz, en la planta de los pies (suspira). Le aplican un protocolo para… querían que incriminara a Gabino Cué… que dijera que nos entregaba dinero… incriminar a otros políticos de izquierda… estee… para sembrar terror le preguntan por mis hijas, le preguntan por las hijas de Gabino… a César… en el interrogatorio… y llenan de rumores y, perdón la expresión, ¡de mierda! a toda la opinión pública oaxaqueña…
(Una mujer joven pasa cerca de la mesa y Flavio calla. Espera a que pase, siguiéndola con la mirada. Continúa)
Se han encargado de enlodar nuestros nombres.¡Que yo era dueño de quién sabe cuántas propiedades! ¡Y nunca me pudieron comprobar nada… nuuunca!... incendiaron nuestras oficinas… prácticamente me cambiaron la personalidad, me pintaron como al peor de los criminales. Bueno, ya se sabe, nos criminalizan a través de la televisión: como en mi detención, que fue transmitida en vivo junto con mi traslado a Almoloya la misma noche… todo de una saña terrible…
Su modus operandi ya lo conocemos: comienzan a sembrar el terror. Lo hicieron la semana pasada. Matando a mucha gente. El mismo día que matan a Nacho, van a tirar restos de dos cadáveres a la casa de un defensor de Derechos Humanos. Ha de estar aterrado el tipo, el licenciado Alfredo. Un hombre valiente. Y luego hay otros muertos. Ellos dejaron el gobierno pero no dejaron el poder. Y dejaron corrompidas las instituciones de manera tal que hoy siguen con fuerza en Oaxaca y reposicionados a través del gobierno de Enrique Peña Nieto… y empieza el golpeteo contra Gabino, contra los líderes sociales… no ha cambiado nada (suspira)… no ha cambiado (disminuye la voz)… no ha cambiado nada (susurra). Y vienen contra nosotros.
* * *
La plaza central de Oaxaca. Barricadas en torno de los cuatro flancos. Humo de incendios. Lonas que dicen Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Gente que corre. Pancartas con las leyendas ¡Fuera Ulises Ruiz! “Sección 22- SNTE”, “Desaparición de poderes”. Se escucha el sonido de helicópteros y sirenas de patrulla. Caos. Unas voces desde la radio dicen: “se escucharon disparos contra la casa del pintor Francisco Toledo”, “en Oaxaca haremos respetar el estado de Derecho”, “el presidente Felipe Calderón ordenó la entrada de la Policía Federal para recuperar el Centro Histórico de Oaxaca” y “es la primera revuelta social del siglo XXI”. Se suceden hojas de denuncias que dicen “20 homicidios”, “desapariciones forzadas”, “violaciones”, “detenciones arbitrarias”, “tortura”. Al fondo aparece un Flavio Sosa por lo menos 25 kilos más robusto, sin canas y con un rostro sin arrugas ni ojeras. Esposado, lo rodean cuatro policías. Viste un uniforme color caqui, rasurado, casi rapado de la cabeza. Una voz masculina dice: “Flavio Sosa ingresó al Penal de Máxima Seguridad de Almoloya, acusado de los delitos de sedición, ataques a las vías generales de comunicación e incitación a la violencia, además de otros delitos del fuero común, relacionados con las movilizaciones de la APPO en la ciudad de Oaxaca”.
Flavio (su voz irá incrementándose, con enojo):
Gabino Cué, el gobernador, está bajo fuego del gobierno federal. Bajo fuego del PRI. El PRI quiere retornar a como dé lugar al gobierno en Oaxaca. Millones de votos. A como de lugar. Además, los nombres que se mencionan como los que dieron la orden de matarnos son gente ligada al viejo régimen: es Ulises Ruiz, el ex gobernador al que nos enfrentamos durante el conflicto de 2006. Es Lino Celaya, el político. El uno es jefe y el otro Jefe de Sicarios. Se mencionan a estos dos personajes.
Y entonces, ante las amenazas de muerte te preguntas: ¿le metes presión al gobierno, siendo que Gabino es un gobernante que nosotros empujamos? Pues así sólo les estarías allanando el camino al PRI. Y no queremos jugar como piezas para golpear a Gabino. Al contrario, vamos a buscar el mecanismo de protección local, presionar para que funcione, para no generar una presión externa sobre Gabino mucho más grave.
Además, si me van a lastimar, me van a lastimar con todo y guardias. Pueden hacerlo. Así nos pongan cuatro-seis guardias a cada uno… sí, te ponen a los cuatro guardias y están contigo todo el día. Pero en la noche te llevan a tu casa… sacan las armas, todo el aparato. Te meten… ¡pero luego te dejan ahí en tu casa! (risas) ¿Cuál seguridad? Donde yo vivo en este momento, casa de mis hijas, es un pueblo donde dejas las puertas abiertas. No tiene ni candado la puerta. Dejas tu bicicleta en la puerta y nadie se la lleva. Y… (suspira) ni me siento bien, ni me siento seguro con las escoltas. Además ¡qué chingados! Uno está así por convicción.
Ya vienen las elecciones federales y las elecciones locales. Ellos no quieren que se vuelva a hablar sobre el 2006. Y, para bien o para mal, yo soy un referente del 2006. Me crearon la imagen de que yo era dirigente de la APPO. Era una revuelta, una revuelta social. Las revueltas son ingobernables, pero les convenía crear líderes. Son gente muy perversa, muuuy perversa.
Detrás de la figura de Flavio se ciernen dos sombras. Una es el rostro de un hombre de labios gruesos, lentes delgados, semicalvo. Una voz masculina dice: “es el presidente Felipe Calderón”. El rostro está sonriente. Cuando se disipa, aparece otra silueta, ésta la de un hombre de tez morena, con un bigote tupido que oculta el labio superior, su cabello está peinado hacia la nuca, completamente cubierto de gel. Los ojos son pequeños. Una voz dice: “Es el gobernador Ulises Ruiz”. La sombra habla: “Sin duda estamos en un conflicto serio… estamos buscando la salida los tres niveles de gobierno… no vamos a aplicar ley del garrote… se suspendió la Guelaguetza porque se podían correr riestos para los ciudadanos oaxaqueños ni al turismo nacional e internacional… con la APPO se están construyendo los puentes para encontrar las salidas… yo creo que el mandato que me confirió el pueblo oaxaqueño lo voy a cumplir”. Al terminar esa frase, la sombra se disipa.
Flavio (alza la voz conforme enuncia las frases):
Estos tipos no se tientan el corazón para nada: mataron a sus propios comandantes. A quienes fueron los ejecutores de nuestros detenciones los desaparecieron. Ahí está la lista de crímenes políticos de estos tres años, que es una lista bastante grande de gente muy cercana afectivamente a nosotros, y gente que tiene una relevancia…
¡Mataron a Catarino Torres!
¡Mataron a Beatriz López Leyva!
¡Mataron a Arturo Pimentel!
¡Mataron al profesor Rafael Rodríguez Enríquez!
Desaparecieron al maestro Carlos Román, que era digamos que del grupo de asesores de la sección 22 magisterial, un intelectual del movimiento.
En estos días han intentado criminalizar a Nacho… ¡no lo vamos a permitir! Porque nosotros no somos mafiosos ni andamos metidos en cosas, han tirado tanta mierda que nos da muchísima rabia… han tratado de enlodarnos a todos, con aquello de “calumnia que algo queda”.
-¡Es que son traficantes de madera!- dicen. ¡Por favor, vivimos al día, no nos van a probar fortunas… han tirado tanta mierda!
Gente muy perversa, muy perversa.
* * *
Un conjunto de sombras se acumula detrás de Flavio. Una tras de otra aparecen las siluetas de Catarino Torres, acribillado a quemarropa, sentado detrás de su escritorio, en su oficina, por dos hombres. Arturo Pimentel recibe un disparo en la cabeza y otro en el tórax, en plena calle. Rafael Rodríguez, asesinado dentro de su auto por dos hombres, al salir de la fiesta de 15 años de su sobrina. Carlos René Román aborda su camioneta Mazda color gris, con placas de Puebla TWS-4400 y se desvanece en el aire y desaparece. Aparecen también la sombra de Un coro de voces masculinas y femeninas repite, en distintos tonos: ¡Justicia!
Flavio (con voz en calma, sereno):
Sí… hay dolor, hay rabia, hay impotencia y temor de que lastimen a nuestros seres queridos. ¿Cómo sacamos a las familias nuestras de Oaxaca, como nos dicen que hagamos? Eso es imposible. La familia de César, la familia de Gilberto, la familia de Jorge, la familia de Horacio, mi familia, mis hijas… ¡Imposible! No tenemos los recursos para hacerlo. No es posible.
Pero por supuesto que todo esto vale la pena. No hay ni qué preguntar.
Nosotros estamos vivos, pero mis compañeros que murieron en 2006 ¿qué? ¿Sus familias, qué? ¿Las familias de los desaparecidos, qué? Ellos dieron su vida. Nosotros estamos vivos. Agradecemos la solidaridad del movimiento, al padre Wilfrido Mayrén, a los miles de mujeres y hombres que estuvieron cerca de nosotros, a los organismos internacionales de derechos humanos…
Nos van a matar, pero si nos matan es haciendo aquello en lo que creemos: la transformación de México está en la movilización social. Pero el 2006 nos enseñó que el pavor no nos debe paralizar.
Es probable que hoy, mañana, que pasado me maten. Muy probable.
Estás hablando con un hombre muerto.
Es la realidad… lo sabemos que puede suceder. A cualquiera de nosotros.
Tiende una mano y observa hacia quien lo mira. Hace una ligera inclinación de cabeza. Sale hacia la calle bulliciosa y concurrida. Se pierde entre la gente.♠
La primera advertencia llega oculta, dentro del pequeño cesto de hojas de palma en donde se depositan las limosnas dominicales. Un papelito redactado a mano, con letra errática, de trazo irregular, como de alguien que no sabe escribir: Padre cierre la boca. No se meta en problemas.
El segundo aviso, frontal y sin espacio para las dudas, llega casi un mes después, en la voz casi infantil de un muchacho de unos 16 años, delgado, de facciones mestizas y color moreno de piel, con una cicatriz en la ceja derecha que puede notarse en la luz recién apagada del presbiterio donde se ha escondido: me mandan a decirle que es la última, padrecito… que ya le pare o lo paramos… usted decide.
El sacerdote incómodo, llamémosle Padre Rolando, acaba de cerrar su iglesia. Está solo, a merced de lo que decidiera hacerle su agresor.
Como no han pasado ni seis meses desde el secuestro de otro religioso de la región –el joven Santiago Álvarez, un sacerdote veinteañero desaparecido sin dejar rastros la tarde del 27 de diciembre de 2012, luego de oficiar misa en el pueblo de Jacona, en el occidente michoacano— el clérigo se toma el asunto con absoluta seriedad: cuando el chico se va dejándolo ileso, llama de inmediato al obispo de Zamora, Javier Navarro, y le notifica la amenaza.
Ya en un par de ocasiones, en esos últimos meses, le han llegado rumores de que su trabajo en comunidades rurales, con jóvenes rescatados de las drogas y de la delincuencia organizada, no es del agrado de Alguien muy poderoso en la región.
Ambos mensajes, el primero oculto en un fajo de cinco billetes de 100 pesos unidos por una liga y el segundo verbal, coinciden en forma y letras con los que ha recibido antes otro padre, Pedro Gutiérrez, secuestrado en marzo de 2009 en un paraje carretero de Acuitzio del Canje, un poblado muy cerca de Pátzcuaro, por oponerse al dominio de fuego y miedo de los Caballeros Templarios.
Por esos días, en Apatzingán ya han sido cerradas por lo menos tres parroquias, amenazadas todas por sus actividades sociales, en medio de la lucha contra el crimen organizado. Y en Parácuaro, dos iglesias han sufrido conatos de incendio y robos, luego de avisos del mismo tipo, que se suman a otros 355 reportes de amenazas de muerte que denuncian sacerdotes de todo el país en 2013.
Para la jerarquía católica en Michoacán no hay dudas. El ultimátum contra el Padre Rolando ocurre en un peligroso triángulo que es escenario de amenazas, secuestros y extorsiones.
Un triángulo de fuego y amenazas contra los sacerdotes católicos, conformado por los territorios de las diócesis de Morelia, Zamora y Apatzingán, donde la agresividad contra ellos ha escalado en apenas cinco años, igual que ha ocurrido en todo el país.
La prueba de todo está en el informe Agresión contra sacerdotes en México de 1990 a 2013. Reporte Especial 2013, un minucioso recuento elaborado por el sacerdote Sergio Omar Sotelo y el periodista de asuntos católicos Gustavo Rangel: entre 2006 y 2012 se cometen 22 homicidios, de los cuales 15 son sacerdotes encargados de parroquia. La muerte ronda a las sotanas.
Si el sexenio de Felipe Calderón se erige como el más sangriento para el sacerdocio mexicano en tiempo de paz en la historia moderna, con el primer año de gobierno de Enrique Peña Nieto las cosas no pintan mucho mejor: son asesinados cuatro religiosos y se ha reportado el secuestro de tres más.
México, pues, ya erigido como el primer lugar en crímenes de odio contra sacerdotes, religiosos y laicos en América Latina, no es un lugar para andarse con titubeos: a muchos de esos crímenes les anteceden mensajes similares, escenarios semejantes: un papel, un aviso verbal: señor cura, no se meta.
Por ello, luego de solicitar apoyo para la protección de los suyos –dos integrantes de su familia dependen de él y viven acompañándole- el Padre Rolando, cuya verdadera identidad se reserva para garantizar su seguridad, pide su cambio de parroquia. Urgente.
En menos de dos meses, en coordinación con las diócesis de Morelia y Querétaro, desde Zamora se organiza el desplazamiento del sacerdote amenazado.
Se le encomiendan tareas administrativas y se le envía a una pequeña parroquia queretana, desde donde aguarda, como él mismo dice, “que el amor del Señor reconforte los corazones llenos de odio de toda esa gente que desea el mal”, mientras el peligro pasa. Si es que pasa.
Contra el mensajero… de Dios
El caso del Padre Rolando es apenas una historia entre cientos. Si los números dicen verdad, México se ha convertido en un infierno verdadero para los mensajeros de Dios en apenas una década: asesinatos por decenas, secuestros, extorsiones. Miedo.
Ese es el valor de los datos del informe compilado por el sacerdote Sergio Omar Sotelo, que son del conocimiento pleno de los cuatro cardenales, los 17 arzobispos y los 73 obispos mexicanos: reunidas las pistas dispersas, se confirma la violencia sistemática contra el sacerdocio católico mexicano que también tiene su víctima torturada, su encajuelada, su ejecutada por los narcos, su efecto colateral, su encobijada y martirizada, para obligarla al silencio.
Porque todo cuando saben ellos de sus comunidades, de sus feligreses, puede representar un peligro para algunos, como va a relatar el Padre Rolando.
La iglesia católica en un Estado fallido
-Lo que puedo decir, está perfectamente resumido en la carta de Monseñor Miguel Patiño (Obispo de Apatzingán)… es lo que está ocurriendo, en Michoacán y en muchos otros estados del país- dice el Padre Rolando, un hombre aún joven, moreno, correoso, en cuya voz parece haber susurros permanentes.
Se refiere al controvertido comunicado público que, en octubre de 2013, ha difundido monseñor Miguel Patiño, donde ha expuesto el clima de terror y violencia prevalecientes en esa región, y en el cual por primera vez un alto representante de la jerarquía católica impone el apelativo “Estado fallido” a las condiciones sociales, políticas y económicas de una entidad:
“El estado de Michoacán tiene todas las características de un Estado Fallido. Los grupos criminales: Familia Michoacana, Zetas, Nueva Generación y Caballeros Templarios, principalmente, se lo disputan como si fuera un botín. La Costa: para la entrada de la droga y los insumos para la producción de las drogas sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera: para el cultivo de mariguana y amapola, el establecimiento de laboratorios para la producción de drogas sintéticas y refugio de los grupos criminales. Las ciudades más importantes y todo el Estado: para el trasiego y comercio de la droga, “venta de seguridad” (cuotas), secuestros, robos y toda clase de extorsión”.
-El sufrimiento de la gente, por el crimen, nos obliga a estar cerca de ellos. No hay otra manera de ejercer el ministerio de Dios, sino velando por el bien de todos… y eso te confronta con quienes se unen en maldad –dice el Padre Rolando.
Es un desplazado. En menos de cuatro años, en su parroquia, como en otras de la región, se multiplican las denuncias por levantones, que involucran a gente de todas las edades; las extorsiones y el cobro de cuotas, que hacen migrar a familias enteras. Incluso, en la cúspide del terror, ocurren homicidios que, en muchos casos quedan en total impunidad.
-¿Fue la denuncia de esas condiciones lo que a usted le exigían callar?
-En muchos estados del país hay un poder por encima de los poderes legales. Y ese es el poder de la violencia y la impunidad. Si no hay autoridad que lo impida, como ha sido el caso, ese poder se convierte en una fuerza poderosa- dice.
A través de correos electrónicos, de llamadas telefónicas, incluso a través de redes sociales, la comunidad católica de su parroquia le hace llegar denuncias de abusos y extorsiones, que él mismo expone en el púlpito y reenvía a otros sacerdotes y parroquias, como forma de aviso.
Aún cuando siempre evita referirse a un responsable en particular -si la autoridad los conocía y no hacía nada por detenerlos ¿qué iba a lograr yo?-, la gente recibe el mensaje y utiliza el atrio de su iglesia para discutir medidas de acción. Surgen autodefensas.
Recuerda un suceso:
Tiempo después del secuestro del padre Santiago, en Jacona, los habitantes de la región comenzaron a hacer una investigación paralela sobre el asunto. Así supieron que el automóvil en que viajaban el padre y cinco personas más, entre estas una monja, había sido seguido desde días atrás por distintas camionetas, una de éstas ocupada por elementos de la policía local. El día del secuestro, según relataron los testigos, el comando de plagiarios contaba a dos uniformados. Sólo se llevaron al sacerdote.
Cuando fue puesto en libertad, tiempo después, el indicio sobre la participación de policías locales fue eliminado de las indagaciones, omitido, lo que al final concluyó en una averiguación encarpetada, que no dio como resultado alguna detención o encarcelamiento alguno. Impunidad absoluta.
-Algo así estaba ocurriendo con la gente de mi parroquia. La autoridad oficial se coludía con la autoridad de facto, dejando a la gente a merced de la extorsión, la violencia y el miedo- dice.
El asunto, en muchas poblaciones, alcanza incluso a las propias parroquias, que deben pagar cuotas mensuales de entre cinco mil y cincuenta mil pesos, a cambio de que la delincuencia permita la asistencia de los fieles a las homilías.
El Padre Rolando me muestra un correo electrónico. Es una cadena de información que ha circulado entre curas católicos de la región occidental de Michoacán. En el mensaje dice “Alerta de misa”. El contenido, escrito con faltas de ortografía y un lenguaje plenamente vulgar, dice:
“A esos pinches padrecitos que ze creen que ay (sic) son la autoridad, el domingo les vamos a llenar su iglesias de muertitos pa que aprendan a ovedecer”.
Lo que va a ocurrir a continuación, sacude como un terremoto a toda una iglesia.
“Ya sabe, Padre… o se va o lo vamos”
Es media tarde. En la radio vespertina el Padre Gregorio López, administrador de una parroquia en Apatzingán, vuelve a ser noticia: es el mismo que semanas atrás, con chaleco antibalas y un lenguaje más llano que religioso, se gana la presencia constante en todos los medios de comunicación:
“Aquí ya sé cómo masca la iguana, cómo corre el agua, sabemos cómo está todo. Tenemos la fuente de la gente. Sabemos cuántos muertos y secuestros hay. Cuántos ranchos han robado, qué ministerios públicos, notarios y policías están con ellos. Sabemos la corrupción que hay en la Presidencia Municipal; le digo a Enrique Peña que le beso los pies el día que tenga en la cárcel a Nazario Moreno, a Enrique Plancarte Solís y a Servando Gómez Martínez. No agarren al Chiclano, él es el mil de Los Templarios. Agarren al uno, al dos y al tres y le beso los pies”.
-¿Lo conoce, Padre?-
-Sí. No lo conozco muy bien, pero sí. Por supuesto.
-¿Qué le parece?
-Nuestro Santo Padre dijo: nosotros somos administradores de los sacramentos, somos portadores del evangelio, pero no somos sus dueños. Si servimos, lo hacemos en el nombre de Dios, por obra y gracia de Dios, no por afanes personales. El mandato de humildad tiene una razón de ser.
No le pregunto más sobre eso. Se lleva el dedo índice a la mitad de los labios y me hace comprender su silencio:
Cuando llega a su parroquia, a finales de 2012, en la pequeña población ya han aparecido cuerpos descuartizados, ya han incendiado camionetas, y hasta han colgado un par de cuerpos en el único puente peatonal que hay en kilómetros a la redonda. La zona hierve.
Su antecesor, un hombre que durante más de siete años ha servido a un pueblo de no más de 10 mil habitantes, ha sido prácticamente expulsado por el crimen organizado, bajo amenazas de muerte lo que obliga al Obispo de la diócesis, en Zamora, a buscar un sustituto.
La designación no es fácil. Cuando se expone ante el Consejo Presbiterial la razón de la vacante, y que el sacerdote saliente incluso ha solicitado la renuncia al sacerdocio, comienza un debate. ¿Es pertinente o no nombrar a alguien más en su lugar?
Ocurre ahí lo que se denuncia en aquel informe: a los clérigos se les exige cuota en especie, que van desde automóviles, camionetas, aparatos electrónicos o incluso terrenos y bienes inmuebles, a cambio de no ser atacados.
También se les obliga a proporcionar resguardo para armas y drogas, así como almacenaje de diversos productos, generalmente ilícitos, incluso en las mismas sedes parroquiales, como ha ocurrido en todo Michoacán y en zonas como Acapulco y la región de Tierra Caliente, en Guerrero; Monterrey y San Fernando, en Nuevo León; Guadalajara, en Jalisco; Torreón y Comarca Lagunera, en Coahuila; y en Culiacán, Badiraguato, Mazatlán y Navolato, en Sinaloa.
Cuando el obispo le informa de su nombramiento, con carácter de eventual, el Padre Rolando dice que sí. Comienza a oficiar, aunque carezca de nombramiento.
Sin embargo, las presiones del crimen organizado aumentan. Llamadas telefónicas amenazantes, papeles, pintas en las paredes vecinas. No quieren a ningún sacerdote en la zona, pues eso significa ojos y oídos abiertos a cuanto acontece en la población. El silencio como obligación. El obispo posterga el anuncio oficial.
Después de tres intentos fallidos de anunciar el nombramiento definitivo, el Padre Rolando es amenazado de muerte igual que sus antecesores y aún un padre eventual más: al parecer el mismo muchacho, ni siquiera los 20 años, pistola en mano les lanza:
-Ya sabe, Padre… o se va o lo vamos.
Entonces ocurre un acto sin precedentes en la historia reciente del catolicismo: el obispo emite un comunicado en el que anuncia:
“Con sincero dolor les comunico que por ahora no he nombrado otro sacerdote que atienda la parroquia, hasta que la propia comunidad me garantice que no será maltratado, amenazado ni impedido para prestar su servicio pastoral”. El cierre definitivo de la parroquia se hace efectivo de inmediato.
-De lo que alcanzo a recordar, no hay registro de casos parecidos en esta época. Ocurrió durante la Revolución, en la época de la guerra de Cristo, allá en los 20, pero no ahora… ni con tanta frecuencia- dice el Padre Rolando. En su rostro noto cierto asomo de tristeza, de derrota.
-¿Es errónea mi percepción?-
-Hermanos de todo el país están padeciendo el mismo flagelo. Y las decisiones de nuestro señor Obispo, en nuestro caso, nos llaman a enfrentar de forma positiva y pacífica estos desafíos. Estoy encomendado a Dios nuestro señor- dice.
Toma entre sus manos unas hojas que están sobre su escritorio. Me mira y comienza a leer. Es una frase de San Agustín, quien parece haberse convertido en figura de batalla de los obispos mexicanos de estos tiempos:
“Cuando el peligro es común a todos, quienes tienen necesidad de los demás no deben ser abandonados por aquellos de quienes tienen necesidad. Esta es la prueba suprema de la caridad”.
-Padre ¿hubiera preferido quedarse?
-No era algo que pudiera decidir por mí mismo-
-¿Tenía miedo?
-No. Miedo no. Me preocupa la condición de miles de hombres y mujeres de bien que están sometidos. Y me preocupa el desinterés de las autoridades. Han abandonado a su pueblo- dice.
Quiere caminar un poco. El entorno para él ha cambiado radicalmente. Y el contacto con la gente todavía es mínimo. Por su seguridad, no oficia misas sino que realiza tareas administrativas y de recopilación de datos. Como si fuera un académico en año sabático, el padre desplazado lee, estudia, analiza. Y aplaca sus dudas.
-A otros hermanos no les ha ido tan bien. ¿Sabes de los asesinatos, no?
Me platica del más sangriento. Un párroco de Tamaulipas a quien, por negarse a oficiar una ceremonia en un local acondicionado para rendir culto a la Santa Muerte, le estrellaron un bate de beisbol en plena nuca. Dos golpes. ¿Para qué más? El sacerdote terminó en la sala de terapia intensiva de un hospital, con posibilidades mínimas de recuperarse al ciento por ciento. Será casi un vegetal.
-¿Todo esto es temporal?-
-No. Lamentablemente las amenazas de muerte fueron directas contra mi y contra mi familia –dice. Se queda callado. Hace una señal con la cabeza y me pide terminar con la entrevista.
El ministerio consagrado a Cristo también exige prudencia y no hay lugar para las equivocaciones, ni para el titubeo, como ha de comprobarlo por sí mismo el máximo jerarca católico del país, el Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera.
“Que Dios nos ampare…”
Es diciembre de 2013. Durante una homilía en el Seminario Conciliar de México, en la zona de Tlalpan de la capital del país, el cardenal Rivera Carrera lanza la que ha sido, hasta ahora, una denuncia pública controvertida: integrantes de La Familia Michoacana exige pagos de hasta 60 mil pesos mensuales a la Arquidiócesis de México, a cambio de respetar la vida de los estudiantes del seminario. A cambio de no secuestrar ni matar a los alumnos del nivel superior del máximo colegio religioso del país.
-Estábamos reunidos ahí en el seminario, en nuestro seminario… varias veces llamaron. Se identificaron como de… de la Familia Michoacana. Porque… querían, para empezar… porque si no matarían a alguno de nosotros… querían, para empezar, 60 mil pesos… y si empieza uno a pagar, pues ¡ya se hizo cliente! Pero… ¿quién sabe?– dice Rivera Carrera.
Y cuando le preguntan sobre las acciones al respecto, el cardenal responde que ha informado inmediatamente a las autoridades federales. Que el caso ya es investigado por quienes deben investigarlo.
-Imagínate, si eso ocurre con Monseñor Rivera ¿qué no pasará con los hermanos que están en las comunidades, en las serranías donde no hay comunicación ni medios para hacerlo público- dice al teléfono el Padre Rolando, días después de nuestro encuentro.
Le platico de ciertas cifras que he encontrado: la extorsión contra religiosos católicos ha crecido como hiedra en México. De un total de 153 reportes de extorsión denunciados en 2010 por sacerdotes, obispos y personas que realizan tareas de evangelización, se escala a mil 465 el año pasado.
De los seminarios de los estados o del seminario en ciudad de México, los reportes indican un peligro inherente.
Le cuento de un intento de explicación a toda esta locura, que me ofrece uno de los autores del informe sobre asesinatos y desapariciones de religiosos, el padre Sergio Omar Sotelo:
-Muchos de los ministros optan por los derechos de los demás. Los sacerdotes protegen a víctimas y conocen dónde están esas personas que delinquen, quiénes son, cómo se manejan- me dice.
-¿Por eso los matan?
-Ellos tienen el pulso de las comunidades, porque la gente se acerca a ellos porque las ven como figuras de autoridad. Es ahí donde vienen los secuestros, las extorsiones- dice el padre Sergio.
Cuando pregunto al Padre Rolando si coincide con el Padre Sergio, me dice sin titubeos:
-Totalmente. Y es más: te diría que hay un número mayor de casos que no llegan a denunciarse, porque el propio sacerdote lo oculta.
No es un asunto menor, dice. La violencia contra los suyos tiene ocupadas a todas las esferas de la iglesia católica mexicana, porque el territorio donde se presentan las agresiones cada día es más extenso.
Los casos más recurrentes son los que involucran a agentes de pastoral, la gente encargada de la evangelización y las relaciones con las comunidades, porque son quienes están en contacto continuo, casi a diario, con las víctimas de la corrupción y el crimen organizado.
Ellos reciben las principales amenazas, incluso los golpes, pero también los informes de la gente. Y eso explica la presencia del Padre Gregorio López, el desplazamiento del Padre Rolando, el informe detallado del Padre Sergio, el comunicado conjunto de todos los obispos del país, en el cual muestran su preocupación porque “incluso la atención pastoral a los fieles se esté viendo afectada por las amenazas del crimen organizado”.
Ello explica en fin, que el nuncio apostólico en México, Monseñor Christophe Pierre, haya admitido, a principios de marzo de 2014, que la jerarquía católica también está a merced de la delincuencia y que la iglesia vive dentro de la realidad humana y los sacerdotes comparten la suerte de todos los ciudadanos, no son privilegiados.
“¿Hasta dónde va a llegar esto?”, le pregunto al Padre Rolando y su respuesta es demoledora.
-No se decírtelo en estos momentos… pero cualquiera que sea el camino, que Dios nos ampare.♠
Es cierto lo que has escrito. Cuando estás con tus captores, ellos te escupen, te golpean, te interrogan, te dicen que te van a cortar las manos, que eres un pendejo periodista jugando al héroe. Y te orinan, te amenazan con matar a tu familia, te patean la cabeza, se suben a tu espalda y te dicen que no grites. Que no grites.
Es cierto. Tú sabes de sobra todo cuanto has dicho, porque lo has sobrevivido. Cuando ellos, los chingones, te ponen el torniquete "para que sepas qué se siente morir asfixiado”, apagan sus cigarros en tu cuerpo, te queman los testículos, te ponen las armas en el ano o te dicen que te volarán los sesos, tu mente ya sólo está pensando en tus hijos, en tu mujer, en lo que van a sufrir por no encontrarte.
-La muerte es sencilla –nos explicas a todos– sólo se apaga la luz. El martirio antes de llegar a ella es lo que está de la chingada.
Por eso, quienes lo hemos escuchado unimos nuestra rabia, ese enojo que nos ha convocado, nuestra impotencia de periodistas de un país sin justicia para los nuestros, y nos miramos a los ojos, a las lágrimas: vemos ese miedo que nos refleja a todos, tan común entre nosotros por estos días. En México hay una cacería y los periodistas somos la presa, como dice Marcela.
Por eso nos retumban tus palabras: “exijamos al Estado que nos regrese nuestro derecho a informar sin ser agredidos, porque es del Estado de donde vienen los ataques. De ninguna otra parte, sino del Estado, que no controla sus fuerzas criminales. Porque ya es muy fácil matar a un periodista, porque ya es muy fácil enlodar la vida de un reportero, porque ya es tan fácil que la impunidad gobierne”.
Nos retumban tus palabras, como nos retumban las de Regina. Esas que quedaron como prueba: “ahora yo vivo el peor clima de terror, cierro con llave toda la casa, no duermo y salgo a la calle viendo a un lado y otro para ver si no hay peligro”.
Y las palabras de Raymundo, que a mi, estimado tocayo, se me clavan como una navaja afilada en lo hondo del coraje, en la célula primigenia de la desesperación, en el ¡Ya basta! que vengo a gritar: “soy una víctima de esa guerra, un sobreviviente y por eso puedo contarles esto. Tuve mucha suerte. Muchos que han vivido situaciones similares, como Goyo, ya nunca regresaron”.
Son sólo palabras, Luis. Palabras de periodistas. Las palabras que a unos les arrebataron, como te las quisieron arrebatar a ti. Esas que en México parecen ser peores que los crímenes que denuncian. Palabras. Esas sin las cuales somos nada. Las que defendemos nosotros esta tarde porque, como anotara Paz, “el hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo”.
Siento, como tú, como todos ustedes, un espeluzno incontrolable al escuchar los nombres de aquellos de nosotros que no la han librado. Los que esperan justicia. ¿Y si hubiera sido yo? ¿Qué habría sido de mi familia?
Coincidimos entonces: sin justicia para nuestros asesinados y sin un marco de libertades democráticas plenas para el ejercicio del periodismo libre, México no será jamás una verdadera democracia. Porque democracia con sangre es pura farsa.
Y ya no estamos solos en nuestra coincidencia, Luis. Se han ido sumando muchos en estos años. Pocos todavía para tantos que somos, déjame decirte, pero ya bastantes para quienes somos. Ególatras, indiferentes, carroñeros, mezquinos, corruptos, amantes más del dinero y el poder que del periodismo, pero aquí estamos. Los Prensa vendida cuéntanos bien. Y de puntos tan opuestos que ni te la crees. Ahí están los de radio, de tele, de escritos, de digitales, de todas las fuentes, de todas las generaciones. Los que no le tienen miedo al castigo y los que han ido aún temiéndole. Las embarazadas, las divorciadas, los desempleados, los que cobran su chayo y los que se aparecen nomás para la foto. Periodistas, tocayo, periodistas como tú y como yo, que atendieron el llamado: aquí estamos luchando todos contra el mismo silencio. Ahí la llevamos.
“No es justo que los periodistas mueran por hacer su labor”, nos dice Elena Poniatowska, menuda, solidaria y generosa. Nos arropa con su presencia y nos habla de Regina. En el ambiente hay indignación, ¿sabes Luis?. Quienes la escuchamos sentimos que su abrazo, impagable, necesario, es también una señal de rumbo: la maestra coincide contigo, Luis, “debemos luchar ahora, porque no siga nadie más”.
En Tamaulipas, en Coahuila, en Guerrero, en Michoacán, en Veracruz, los colegas no pueden siquiera salir a reportear. Los tienen amarrados de manos y miedo, y nosotros, que lo sabemos, creemos que nos toca a los demás salir a gritarlo, para que la zona oscura no se extienda, para que no nos atrape a todos.
Y es bueno, Luis. De veras que es bueno. Nos abrazamos con tanto cariño al vernos, que la concentración, como otras veces, acaba en romería. También eso somos, qué le vamos a hacer. Pero convocamos nuestros recuerdos para que el objetivo principal no se nos olvide: el dolor nos ha tocado.
Veinte de los nuestros han desaparecido en lo que va del siglo. Un total de 88 han sido asesinados en ese mismo lapso y 10 de ellos, ¡DIEZ, maldita sea! en una sola entidad. Veracruz, la tierra de Javier Duarte, cuyos agravios cobrará caro la historia a su debido tiempo, Luis. A su debido tiempo.
El domingo, a la concentración en el Ángel, los colegas del estado de México llegan con un ataúd. Negro. Brillante. Metálico. Y en ese ataúd colocan la imagen de Gregorio, nuestro compa veracruzano caído hace unas semanas. Es el ataúd contra el silencio, Luis. Contra el cochino silencio.
Lo gritan las mujeres con sus carteles. Las pancartas con los rostros de nuestros muertos, también lo gritan. Los manteles de las tejedoras que hilan relatos de injusticias. Las voces de centenares de jóvenes muchachos todavía estudiantes o ya insertos en nuestro gremio, que ya no tienen miedo, ni duda: lo gritan.
Salimos a la calle, Luis, en 22 ciudades del país, periodistas organizados, convencidos, movilizados por esa fuerza aglutinadora que es el dolor.
Por eso suscribimos, con todas sus letras, cada una de las demandas que se escuchan en las bocinas colocadas a los pies del Ángel de la Independencia, donde mil 300, quizá mil 500 seres estamos hacinados, ahora sí que hombro con hombro:
1.- Que el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, garantice las condiciones para el ejercicio de la libre expresión en México, y que instrumente una estrategia especial para proteger la integridad física de los trabajadores de los medios de comunicación en todo el país. Empezando por Veracruz.
2.- Que la Procuraduría General de la República, a través de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos en contra de la Libertad de Expresión, amplíe y profundice las investigaciones relacionadas con el asesinato de Gregorio Jiménez de la Cruz, y que solicite la incompetencia del juez local para que el caso sea asumido por un juez federal.
3.- Que los órganos del Estado, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, rindan cuentas de su desempeño, pues han dispuesto de recursos millonarios pero la vida de cientos de periodistas sigue amenazada. -Que trabajen, pues. O que se larguen-.
4.- Que la Comisión Especial para Atender Agresiones contra Periodistas del Senado de la República cumpla con su responsabilidad y cite a comparecer al procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, y al encargado de despacho de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz, Luis Ángel Bravo, para que expliquen los avances en las investigaciones respecto a los asesinatos de periodistas en Veracruz.
5.- Que el gobierno de Veracruz garantice la seguridad de los periodistas que se han manifestado en solidaridad con Gregorio Jiménez; que cesen las presiones a los medios de comunicación y no se utilicen los convenios publicitarios como elemento de censura ni para premiar coberturas favorables en la prensa estatal y, por último, que se establezca un fondo que garantice pensiones para los dependientes económicos de los periodistas asesinados y se pague la educación de los menores de edad hasta el nivel superior, ya que el asesinato de periodistas se debe a la impunidad y a la falta de garantías para ejercer el periodismo.
Ahí reunidos, querido colega, a todos nos comenzaron las preguntas: ¿A quiénes les conviene nuestro silencio absoluto? ¿Quién lo promueve?¿Quién tiene el poder de silenciar entidades completas? ¿Dónde está la sociedad agraviada por ese silencio? ¿Qué tiene que decir todo un gremio de profesionales ante el brutal, antidemocrático espectro en que debe realizar su labor?
Y creo, en el fondo, que es precisamente eso lo que no querían que ocurriera, quienes tanto nos odian. Que dialogáramos entre nosotros. Que confluyéramos y dialogáramos.
Buen saldo entonces, ¿no? Los periodistas mexicanos tenemos ya una red casi nacional de comunicación, que además nos une. Nos alerta, nos aglutina. Y entre sus primeros resultados está una histórica comitiva que, por primera vez en nuestra historia gremial, fue a una entidad a indagar los indicios del crimen de uno de los suyos, de Goyo, cuyo asesinato intentaron diluir en la penumbra del “asunto personal”. Fueron, preguntaron, revisaron el expediente, hablaron con los colegas, los familiares y obligaron a la autoridad a recular: no fue un crimen personal. Y si lo fue, una investigación que se toma diez minutos para concluirlo es una verdadera burla.
Así están las cosas, estimado Luis. Movidas, como podrás notar. Yo te escribía nomás para decirte que te respeto y que la valentía de tu testimonio, en un momento en que lo necesitábamos tanto, me hizo pensar muchas horas.
Perdona la exhibición pública, pero no te conozco. Espero algún día abrazarte con respeto. Yo ando aquí, en la capital del país, pensando como muchos otros en los siguientes pasos que nos ayuden a todos los periodistas a salvarnos del odio y de la impunidad.
Como dicen los muchachos: a lo mejor hay que crear un memorial con las historias de nuestros caídos, o reportear sus muertes hasta descubrir la verdad, dar con los asesinos, sentar a las autoridades a hacer su chamba y terminar de una buena vez con este infierno. O a lo mejor lo que sigue es sumar a los colegas de todos los estados, fortalecer lo que ya avanzamos, cimentar un futuro gremial diferente, donde el Estado nos respete y entienda que no estamos en contra de las instituciones, sino en contra de los incompetentes que con su indolencia o contubernio permiten u ordenan nuestros asesinatos.
A ver que sigue, Luis. A ver qué cosa sigue.
Por lo pronto, este domingo en las escalinatas del Ángel, en medio del borlote, los muchachos colocaron los rostros de cada uno de nuestros compañeros asesinados y eso fue un trancazo, Luis, un golpe demoledor para todos nosotros.
En cada uno de esos rostros, en cada mirada en blanco y negro de nuestros colegas asesinados en total impunidad, nos transmiten valor, coraje y una súplica: que no se nos olviden sus crímenes. Que jamás se nos olviden.
Una versión de este texto se difundió en el portal de la revista EMEEQUIS